La última idea de Carmena [la alcaldesa populista de Madrid, ligada a la izquierda radical de Podemos, nota de ReL] para eliminar cualquier símbolo de tradición en las fiestas navideñas ha dejado boquiabierto a más de uno.
Esta vez la excentricidad, en aras de la «paridad», ralla lo rídiculo: en lugar de los clásicos reyes magos, dos cabalgatas de distrito contarán con una mujer (sin disfrazar) de reina maga. Ya se ha aclarado que no trata de Baltasar; es decir, que Gaspar o Melchor irá vestido de mujer, un matiz que a los más pequeños –para quienes va dirigida la cabalgata– dejará, cuanto menos, descolocados.
Se trata de las cabalgatas de Puente de Vallecas y San Blas–Canillejas, después de que las comisiones preparatorias de los desfiles en estos dos distritos, aprobaran esta iniciativa, tal y como informaron ayer tras el pleno la concejal de San Blas-Canillejas, Marta Gómez Lahoz.
Gómez detalló que las asociaciones vecinales interesadas en participar en esta campaña de incluir mujeres en las carrozas fueron muchas y que se eligió a una de ellas por sorteo para que una de sus integrantes fuera «reina maga». Por otro lado, el concejal de Puente de Vallecas, Francisco Pérez, confirmó a Europa Press que en este distrito también habrá una reina maga por este procedimiento.
La concejal del PP en el Ayuntamiento de Madrid, Isabel Rosell ha criticado esta novedad declarando en el Pleno de Cibeles que «las carrozas de reina desfilan en carnaval». A su parecer, esta medida es una falta de «sentido común» y no sabe cómo lo van a interpretar los niños, los verdaderos protagonistas de este día.
También criticó que Ahora Madrid imponga su parecer y que denota la postura de la izquierda en los temas religiosos, que son la creencia mayoritaria en España.
«Seguro que no se atreverían a hacer un Ramadán laico», señaló a la prensa tras la sesión plenaria. Rosell criticó en el Pleno de Ahora Madrid que «hayan escondido los belenes renunciando incluso al belén luminoso de la Puerta de Alcalá».
Para ella, es una mala forma de entender la cuestión de género y esconde una «fobia» de la izquierda al cristianismo.