Albert Cortina es uno de los intelectuales españoles de referencia en cuanto al estudio e investigación críticas del transhumanismo. Para sus partidarios, esta corriente dice tener como fin la mejora global del ser humano mediante la tecnología al considerarlo frágil, enfermo y débil. Para Cortina no es otra cosa que "una utopía o distopía" que, partiendo de una supuesta liberación de la biología, pretende desterrar la naturaleza y la trascendencia del hombre.
Conoció esta doctrina a través del estudio de las llamadas ciudades inteligentes, cuando le sobrevino una pregunta: "¿A los seres humanos también nos querrán cambiar aplicándonos tecnología?".
Desde entonces, Cortina ha profundizado en el transhumanismo hasta configurarse como uno de los principales investigadores y escritores en torno a esta temática. Algunos de sus libros publicados son ¡Despertad! Transhumanismo y Nuevo Orden Mundial o Humanismo avanzado para una sociedad biotecnológica. El último, Transhumanismo. La ideología que desafía a la fe cristiana, ha sido publicado por Palabra el pasado mes de noviembre.
El abogado, urbanista y catedrático de Bioingeniería sostiene un juicio crítico frente al transhumanismo por su convencimiento de que "afecta a toda la vida en el planeta con su visión de transformarlo todo a través de la tecnología".
Aunque crítico, también ofrece una visión esperanzadora y alternativa a través del "humanismo avanzado", una propuesta con la que pretende situar al hombre "en un lugar más realista que la cancelación de la naturaleza humana" a la que lleva el transhumanismo.
Explica que las tesis transhumanistas parten de una visión reparadora del hombre pero al margen de su naturaleza trascendente.
"Lo quiere superar. Lo ve frágil, que enferma, envejece, muere. Que es torpe con su inteligencia natural frente a la inteligencia artificial. En otros tiempos, se cambiaban las estructuras (el estado, la iglesia, las escuelas…) para liberar al hombre; el transhumanismo considera que esos cambios no valen, sino que hay que cambiar genéticamente al ser humano, hibridándolo con la inteligencia artificial, para que cambie su entorno y sus estructuras", explica.
Con motivo de su reciente ponencia en torno a los riesgos de esta doctrina en la sede de la ONCE en La Coruña, Cortina ha condensado cuatro de ellos en una breve entrevista realizada por Rubén Rodríguez para La Opinión A Coruña.
Puedes conseguir aquí "Transhumanismo. La ideología que desafía a la fe cristiana", de Albert Cortina.
1º Endiosa la mente… y desprecia el cuerpo
Pretende ser un movimiento de liberación de nuestra condición biológica que en el fondo desprecia el cuerpo porque lo que le importa es preservar la mente incluso fuera del cuerpo humano. Atacando la naturaleza humana se ataca la identidad. La idea de hombre-máquina nos modifica.
(Puedes profundizar sobre ello aquí)
2º Una bestia cibernética desprovista de carga ética...
Para los tecnólogos, todo aquello lo que se pueda hacer, hágase, sin mirar las consecuencias sociales, morales o políticas. Si los avances tecnológicos contrarrestan los valores éticos universales de libertad, dignidad y bien común que debemos saber defender y mantener, nos podemos encontrar con una bestia cibernética que nos coma a todos porque se ha hecho demasiado poderosa. Por eso la ética es fundamental.
3º ...que podría hacerse autónoma
El peligro, aunque nos digan que detrás de la tecnología hay seres humanos que programan, es que no entendamos las decisiones que autónomamente haya aprendido la inteligencia artificial, que primero será débil y se hará más fuerte. Le delegaremos ese poder de tomar decisiones a través de sus códigos, de un lenguaje que no entendemos.
4º La inteligencia artificial, un "nuevo dios" al que "adoraremos"
Vemos ciertos grupos que quieren hacer valer sus intereses económicos y de control o dominio, que, como en Un mundo feliz, de Huxley, nos dan aparente libertad y felicidad pero a la vez nos convierten en esclavos de una tecnología que se convierte en el centro: hemos quitado a Dios y en su lugar ponemos la inteligencia artificial, que adoraremos.