La asignatura de Religión enseña cuál es el corpus doctrinal de una confesión religiosa. En la clase de Religión católica se enseña el conjunto de enseñanzas que transmite la Iglesia. O sea, se enseña qué es lo que cree un católico.
La catequesis no se limita a enseñar en qué cree un católico, sino que busca ayudar al catecúmeno a vivir esas creencias y a insertarse en la comunidad cristiana.
La clase de Religión enseña el contenido doctrinal de la fe, su teoría. La catequesis enseña cómo vivirla, su práctica. De todos modos, esto ya se decía con el currículo anterior. Y también era mentira.
Error. A los niños se les van a enseñar las oraciones que rezan los católicos. Eso no es enseñar a rezar, eso es transmitir un conocimiento teórico.
Para un católico, rezar es entrar en diálogo con Dios. Enseñar oraciones no es poner a los niños a rezar, porque no se les pide que se pongan en comunión con Dios. Conocer la fórmula de una oración no implica creer en lo que se dice.
Uno puede saberse de memoria el Padrenuestro, o los siete sacramentos, sin creer que Dios es Padre y que el Bautismo nos hace sus hijos, igual que uno puede saber de memoria los argumentos que sostuvo Nietzsche en Así habló Zaratustra sin convertirse en nihilista; qué dijo Marx en El Capital sin volverse marxista; o cómo era el culto a Apolo sin convertirse en místico del Oráculo de Delfos.
De la muerte de Franco han pasado 40 años y muchos padres ni siquiera vivieron esa época. No digamos ya los niños. No obstante, el contenido del currículo no lo ha fijado el Gobierno, sino la Comisión de Enseñanza de la Conferencia Episcopal Española, pues como dicta el sentido común –y una sentencia de 2013 del Tribunal Europeo de Derechos Humanos– los contenidos que son o no son relevantes para un credo religioso es algo que sólo puede establecer la autoridad religiosa de esa confesión.
Y aunque insistimos en que no se les enseña a rezar, conviene recordar que hablar de Dios en un aula no es fascista, no adoctrina, no es estúpido y «no contamina el espacio público», como ha recordado el Secretario General de la Conferencia Episcopal, que tiene dos carreras, habla varios idiomas…, y cree en Dios.
Además, muchos de los mejores colegios de Occidente empiezan el día con una oración, o se reza durante la jornada, y no pasa nada.
Ni en la escuela, ni fuera de ella. Como tampoco se puede imponer su no-existencia. Por eso, nadie la estudia si no quiere, pues la clase de Religión es optativa para los alumnos, y de obligada oferta para los centros. Así lo establecen los Acuerdos entre el Estado y la Santa Sede de 1979, que siguen en vigor con rango de Ley Orgánica, por ser un Tratado Internacional. Aunque la CEE ya ha denunciado que no se cumplen en Bachillerato.
La enseñanza de la Religión es un derecho de los padres, no un privilegio de una confesión. Así lo reconoce la Constitución y la Ley Orgánica de Libertad Religiosa.
Por eso, todas las confesiones que tienen acuerdos suscritos con el Estado pueden solicitar que su religión se enseñe en la escuela si los padres lo solicitan. También los musulmanes. Y los judíos. Y los protestantes.
De hecho, hace un mes se aprobó el currículo de enseñanza islámica, y muchos de los que hoy critican el currículo católico se felicitaban por semejante multiculturalidad.
Clase de religión islámica en el colegio público Bergamín de Málaga; la ley recoge que es un derecho de los padres; si los padres la reclaman, se imparte.
El creacionismo sostiene que es literalmente cierto que Dios creó el mundo en siete días, según aparece en el Génesis. Enseñar que el Poema de la Creación es eso, un poema, para explicar la visión judeocristiana de la creación del cosmos, es simplemente transmitir lo que la Iglesia enseña.
Señalar el diseño inteligente de un Dios creador que explique el cosmos es algo propio de la metafísica, la filosofía y la religión, que no contradice a la ciencia, sino que da respuestas (lógicas, aunque puedan no creerse) a preguntas que la ciencia no responde.
Si lo que la Iglesia enseña es esto, decir en clase de Religión que esto es lo que enseña la Iglesia no sólo es educativo, sino que es lo lógico. Explicar por qué la Iglesia sostiene tal idea es lo mínimo que se debe exigir a un profesor que quiere enseñar una fe razonada, y no hacer un adoctrinamiento fideísta.
Negar que millones de personas afirman tal cosa, o negar una explicación razonada de este hecho, quizás es lo que no parece educativo.
Cierto, y es una pena, porque la religión católica es clave para entender nuestra civilización y siglos de producción artística. Pero el recorte horario del 50% que el PP ha establecido en la LOMCE para esta asignatura ha obligado a la Iglesia a seleccionar qué contenidos transmite. Y los contenidos de la fe van antes que los frutos que genera. Y, además, los explica. Por eso, en Bachillerato sí que se incluyen muchas de estas enseñanzas.
Y asociaciones de padres que están a favor. Lo decisivo es que, cada año, curso tras curso, a pesar de todas las trabas y campañas mediáticas en contra, dos de cada tres familias eligen libremente esta asignatura para sus hijos. Dos de cada tres. Libremente.
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