Las dos misiones pastorales del padre franciscano John Farao no figuran entre las más agradables que pueden ejercerse en California. Es capellán en la prisión de Prismo Beach, y exorcista en las diócesis de Monterrey y Fresno.

En cuanto a la primera, es muy realista: "Lamentablemente, los hechos dicen que el 80% de los reclusos no tienen intención de cambiar. Vienen de familias de delincuentes o forman parte de bandas que son como su familia. Y el 80% de sus crímenes están relacionados con el alcohol o las drogas". No obstante, "son hijos de Dios": "Siempre estoy disponible para ellos y puedo ofrecerles confidencialidad. Muy pocos vienen a misa, pero a veces hay que darles malas noticias de casa, necesitan hablar con alguien... y ahí estoy yo".


Y es también realista en cuanto a su segunda ocupación. "A pesar de su popularidad en los medios de comunicación, los exorcismos son realmente raros", explicó durante una reciente conferencia en la iglesia de Santo Tomás de Canterbury, en la diócesis de San José: "Me he visto envuelto aproximadamente en unos veinte exorcismos, pero cuando sucede, es en verdad una experiencia impactante".

El padre Farao no actúa solo, y no lo hace a la ligera. Su equipo, que conforman siete personas (cuatro mujeres y tres hombres), incluye un médico, un psicólogo y un neuropsiquiatra, con quienes examina los casos. La mayoría no son posesiones, y los remiten a consulta psiquiátrica o fisiológica.

Sólo cuando hay una sospecha fundamentada de la impliación del diablo se lleva a cabo el exorcismo: "Pero, antes", aclaró, "cito a la persona para que se confiese. En mi opinión, buenas y frecuentes confesiones eliminarían la necesidad de la mayor parte de los exorcismos".

Cuando el exorcismo sí se hace, siempre advierte a quien estaba poseído de que no baje la guardia, porque es muy importante el peligro de recaída: "En alguien que ha sido poseíso queda una enorme grieta, y al demonio le encantaría volver. Advertimos a la gente de que taponen esa grieta con una mayor proximidad a Dios y a la Iglesia y con buenas obras".


Es un buen consejo el del padre Farao, como los que ofrece el padre Patrick, un nombre supuesto porque, según explica en su blog Patti Maguire, realiza su trabajo como exorcista de forma oficial -si no, no sería exorcista-, aunque no pública.

Al padre Patrick le pregunta Patti por Ouija (ver tráiler), una recién estrenada película en la cual el demonio utiliza esa conocida tabla de comunicación "con los espíritus" para introducirse en la vida de un grupo de jóvenes.



En general, el padre Patrick no ve mal los films de terror sobre el demonio si la cuestión se aborda con seriedad y Satanás es presentado como el mal, aunque depende de las personas. En el caso de El exorcismo de Emily Rose (Scott Derrickson, 2005), por ejemplo, algunas personas acudieron a él después de verla porque, sugestionadas, se despertaban a las tres de la madrugada (la hora opuesta a las tres de la tarde en la que murió Jesucristo, nuestro Salvador). A estas personas no las benefició espiritualmente. Pero otras acudieron a él para confesarse porque el film les había hecho reflexionar sobre el mal y querían mantenerlo lo más alejado posible: "El cine de terror puede aportar luz sobre el mal, y eso es algo bueno, ayuda a algunos a reconocer el mal como lo que es", opina el sacerdote.

Como pasó con el clásico El exorcista (William Friedkin, 1973), que el padre Patrick vio cuando era seminarista. También hubo quien salió del cine creyéndose poseído, pero la considera una obra "equilibrada": "Durante un exorcismo ves cosas sobrecogedoras, puede ser horrible, aunque normalmente las películas las exageran".


¿Y Ouija? El padre Patrick suele hablarle a los adolescentes y jóvenes de su parroquia de los peligros de jugar con las tablas de güija. Una vez le llamó uno de ellos años después, ya en la universidad. "¡Me alegro de que esté usted ahí!", le espetó, "¡Tenía usted razón!": "Anoche estuvimos enredando con una tabla de güija y esta mañana me he despertado con la espalda llena de rasguños". El sacerdote le instó a confesarse y a no volver a hacerlo. Mantuvo contacto con él por un tiempo, y parece que no volvió a tener problemas.

El padre Patrick insiste en que curiosear con lo oculto es muy peligroso, y que es mejor aprender de las malas experiencias de los demás, que sufrirlas uno mismo: "Dios nos advierte contra ello en la Biblia. De ahí [curiosear con lo oculto] no viene nada bueno, no hay ahí lugar seguro. Es una dimensión que no controlas. El demonio quiere convencerte de que tú tendrás el control, pero no lo tendrás. Es siempre una equivocación".