La primera ronda del Sínodo de los obispos sobre la familia ha terminado, dejando una sensación de opacidad en el acceso a lo debatido (algo que comentaba el cardenal Müller; léalo aquí) y un documento de trabajo oficial, la “relatio” (la publicamos aquí), que está siendo acogido con disgusto y fuertes críticas en muchos sectores de la iglesia como una fuente de confusión.
Entre los analistas críticos de mayor nivel están: el presidente de la Conferencia Episcopal polaca, Stanislaw Gadecki, arzobispo de Poznań; el cardenal Raymond Leo Burke, prefecto del Tribunal de la Signatura Apostólica y el cardenal arzobispo Wilfrid Napier, de Durban (Sudáfrica). Un europeo, un americano que conoce el Vaticano y un africano que señalan deficiencias desde ángulos muy diversos.
Gadecki: “el texto no incentiva a la fidelidad, sólo invita a aceptar lo que hay”
En una entrevista en la versión polaca de Radio Vaticano, Stanislaw Gadecki, presidente de la Conferencia Episcopal de Polonia, asegura que la “Relatio” que resume la primera etapa del Sínodo no es aceptable para muchos obispos. Detalla que hay aspectos de este documento que se apartan de las enseñanzas del gran Papa de la familia, San Juan Pablo II, y que incluso hay detalles de ideología anti-matrimonio.
El arzobispo polaco también se pregunta por el tema real del sínodo. «¿Es el propósito de este sínodo apoyar pastoralmente a las familias en dificultades o el estudio de casos especiales? Nuestra tarea principal ha de ser la de apoyar la pastoral familiar, no golpearla exponiendo situaciones difíciles que existen, pero que no constituyen el núcleo de la propia familia, y que no excluyen la necesidad de apoyar a las familias normales, comunes y corrientes que luchan no tanto por sobrevivir sino por la fidelidad».
El arzobispo también apunta los problemas del concepto de “gradualidad” que emplea la Relatio. Por ejemplo, pregunta: «¿Se puede tratar la cohabitación no matrimonial como un paso gradual de camino hacia la santidad?»
Otro fallo de la “Relatio” es no tanto lo que dice como lo que no dice: no “presenta la verdad” y no llama a la santidad. Por eso cae en «el pecado de omisión. Se ha impuesto la idea de que la visión del mundo, imperfecta, es un camino hacia la perfección. El documento llama más la atención por lo que no dice que por lo que dice. Podemos hablar de los casos excepcionales pero también debemos presentar la verdad»
Señala como un error concreto el asumir como aceptable la entrega de niños a parejas del mismo sexo, impidiéndoles así crecer con padre y madre, educarse en la masculinidad y feminidad, en la complementariedad de lo paterno y lo materno.
«El punto que trata de la posibilidad de que las parejas homosexuales tengan menores a su cargo se presenta como algo aceptable. Ese es uno de los errores del texto, que en vez de incentivar la fidelidad y los valores familiares, acepta las cosas tal y como se presentan. Se da la impresión de que la enseñanza de la Iglesia ha sido implacable, mientras que ahora se inicia la enseñanza de la misericordia».
Burke: "San Pablo enseña que quien comulga en pecado come su propia condenación"
En una entrevista concedida al diario italiano conservador “Il Foglio” (dirigido por Giuliano Ferrara, un excomunista que hoy es un agnóstico conservador, provida y profamilia), el cardenal Raymond Burke, Prefecto de la Signatura Apostólica, dice que en el Sínodo «un número consistente de obispos no acepta las ideas de apertura, pero pocos lo saben».
“Emerge una tendencia preocupante porque algunos sostienen la posibilidad de adoptar una praxis que se separa de la verdad de la fe. Aunque debería ser evidente que no se puede proceder en ese sentido, muchos propugnan por ejemplo peligrosas aperturas sobre la cuestión de la comunión concedida a los divorciados vueltos a casar. No veo cómo se puede conciliar el concepto irreformable de la indisolubilidad del matrimonio con la posibilidad de admitir a la comunión a quien vive en una situación irregular. Con esto se pone directamente en discusión lo que nos ha dicho Nuestro Señor que enseñaba que quien se divorcia de su mujer y se casa con otra mujer comete adulterio”.
El cardenal recuerda que “el Señor asegura la ayuda de la gracia a quienes son llamados a vivir el matrimonio. Esto no significa que no habrá dificultades y sufrimientos, sino que llegará siempre una ayuda divina para afrontarlas y ser fieles hasta el final”.
El cardenal comenta la confusión entre lo que sucede en el Sínodo y lo que llega a la opinión pública. “No sé cómo se organizan las ruedas de prensa, pero me parece que algo no funciona bien si la información es manipulada de modo que se da realce solo a una tesis en lugar de referir fielmente las diversas posiciones expuestas. Esto me preocupa mucho porque un número consistente de obispos no acepta las ideas de apertura, pero pocos lo saben. Se habla solo de la necesidad de que la Iglesia se abra a las instancias del mundo enunciada en febrero por el cardenal Kasper. En realidad, su tesis sobre temas de la familia y sobre una nueva disciplina para la comunión a los divorciados vueltos a casar no es nueva, ya fue discutida hace treinta años. Desde febrero ha retomado vigor y culpablemente se la ha dejado crecer. Pero todo esto debe terminar porque provoca un grave daño a la fe. Obispos y sacerdotes me dicen que ahora muchos divorciados vueltos a casar piden ser admitidos a la comunión porque lo quiere el Papa Francisco. En realidad, compruebo que, sin embargo, hasta ahora no se ha manifestado sobre esta cuestión”.
Burke pide que el Papa se pronuncie en su función de mantenimiento de la enseñanza eclesial.
“El Papa ha nombrado al cardenal Kasper al Sínodo y ha dejado que el debate continuase sobre ese camino. Pero, como ha dicho otro cardenal, el Papa no se ha manifestado todavía. Yo estoy esperando un pronunciamiento suyo, que solo podrá estar en continuidad con la enseñanza que la Iglesia ha dado durante toda su historia. Una enseñanza que nunca ha cambiado porque no puede cambiar”.
Sobre la comunión a quien está en pecado, Burke recuerda lo que practicaban los primeros cristianos y recogía la Palabra de Dios. “San Pablo enseña que quien recibe la eucaristía en estado de pecado come su propia condenación. Acceder a la eucaristía significa estar en comunión con Cristo, ser conformes a Él. Muchos oponen la idea de que la eucaristía no es el sacramento de los perfectos, pero esto es un falso argumento. Ningún hombre es perfecto y la eucaristía es el sacramento de aquellos que están combatiendo para ser perfectos, según lo que pide el mismo Jesús: que lo seamos como Nuestro Padre que está en el cielo (Mt 5, 48). También quien combate para alcanzar la perfección peca, ciertamente, y si está en estado de pecado mortal no puede comulgar. Para poder hacerlo debe confesar su pecado con arrepentimiento y con el propósito de no cometerlo más: esto vale para todos, incluidos los divorciados vueltos a casar”.
Napier, desde Sudáfrica: si comulgaran los recasados, ¿por qué no los polígamos?
«Si alguien en Alemania que se ha divorciado y vuelto a casar por lo civil pudiera comulgar sin dejar su estilo de vida, ¿por qué no podría hacer lo mismo alguien casado con dos mujeres en África?».
Así de claro plantea el tema el arzobispo de Durban (Sudáfrica), el cardenal Wilfrid Napier, entrevistado por el Catholic News Service, ligado a la Conferencia Episcopal Americana.
Un repaso en Wikipedia puede no ser exacto pero sí orientativo: 48 países del mundo reconocen legalmente la poligamia en sus códigos civiles (son africanos o asiáticos con legislación islámica) y otros 12 (todos africanos) la reconocen como "derecho consuetudinario" (costumbres reconocidas). No es un asunto que no toque a cientos de miles de personas.
El cardenal pregunta: «¿Qué ocurre cuando un hombre no católico que se ha casado con una católica, que se casa además con otra mujer, quiere venir y, ocasionalmente, recibir la comunión? Si la comunión se ofrece a los divorciados y vueltos a casar, ¿en base a qué no se la vas a dar a él?»
El cardenal plantea que hay personas de Occidente que se han casado fuera de la Iglesia «envueltos en sucesivas poligamias» y pregunta que si esas personas pueden recibir la comunión sin cambiar sus vidas, «¿por qué no van a poder tener el mismo privilegio quienes son polígamos "simultáneos"?», como sucede en África y Asia.
Al contrario que dar la comunión a recasados en Occidente, algo que sería novedoso e inaudito en la cultura católica, la poligamia en muchos países se ve como “natural”. « Para ellos es natural y su teoría sobre la ley natural consiste en que si algo es natural, algo de bueno ha de tener. Así que no tienen problema de conciencia en aceptar a Cristo y ser polígamos al mismo tiempo. ¿Cómo vamos a afrontar eso? Eso es lo que quiero decir cuando afirmo que vamos a tener que tomar decisiones difíciles, creo».
Al final, el cardenal africano tiene claro que la respuesta es la Cruz y que llevar la Cruz de Cristo puede ser duro, pero es la respuesta cristiana.
«Jesús no dijo: `Quiero llevar la cruz de la manera más fácil´. Él aceptó lo que había de venir. Y creo que muchas veces la gente casada se encuentra ante situaciones imposibles y deben ser invitadas a hacer precisamente eso, a llevar la cruz con Cristo.» «¿Vamos a decir que no hay que llevar la cruz por que el mundo dice: ‘No no, la opción cómoda es siempre la más fácil´?», insiste el arzobispo.
Y por otra parte, lo que a primera vista parece “más fácil”, a medio y largo plazo tiene consecuencias peores. «En última instancia, ¿es la opción más fácil? ¿cómo vas a conseguir que tus hijos se casen si tú no vives casado. ¿Cómo vas a conseguir que tus hijos se comprometan en una unión por toda la vida si tú has fallado al hacer tal cosa?»
Lea también: "Los 15 temas que faltan en la relatio"
(Se puede leer la "Relatio" que causa tanta desazón AQUÍ.)
El cardenal Napier explica aquí en inglés su visión de cómo aceptar la comunión a los divorciados vueltos a casar (poligamia "sucesiva", al menos sociológicamente) abre la puerta a la poligamia simultánea en países asiáticos y africanos