Lo que sí recibió el matrimonio de Sorihuela del Guadalimar esta semana es una carta firmada por el obispo de Jaén, Ramón del Hoyo, datada el 25 de agosto, un día antes de que el caso de esta familia jiennense saliese a la luz a través de las páginas de Diario JAÉN.
La misiva dice, textualmente: “Sus injustos calificativos para su sacerdote no merecen mi contestación a su escrito. Sí lo he puesto en conocimiento del interesado, pero no es desde su postura insultante como se arreglan las cosas, sino desde la humildad, diálogo y caridad cristiana, entre unos y otros”.
Ante tal afirmación, Alfonsa Rubio se defiende y niega, de forma tajante, que en el escrito remitido haya insultado al párroco, Jesús Fernández.
Es más, reitera que su denuncia se ciñe, única y exclusivamente, al hecho concreto del funeral del abuelo del amigo de su hija, y que en ningún momento critica la labor que el sacerdote realiza en la iglesia o con la comunidad del municipio jiennense.
El caso de esta menor a la que se le negó la comunión por no vestir de forma adecuada —llevaba el vestido que se ve en la imagen sobre estas líneas— no ha dejado indiferente a nadie.
Es más, son muchos los medios de comunicación radiofónicos, escritos y de televisión que se han hecho eco de la noticia que avanzó este periódico.
Tal es así, que ha dado pie a que se genere un debate social sobre si las normativas del párroco son demasiado estrictas y poco acordes con los tiempos actuales.
Hay voces que defienden que se debe guardar un mínimo decoro y protocolo para acudir a misa o entrar a un templo; la propia Alfonsa Rubio opina así. Pero los hay que consideran que el vestido que llevaba la menor de 16 años no era precisamente indecoroso ni poco respetuoso.
Mientras, la familia espera que alguien se disculpe y les conteste si este fue un motivo tan importante como para negarle la comunión en un templo lleno.