“Me encanta descubrir nuevos aspectos sobre lo más profundo del alma de las personas, por eso leo muchísimo sobre temas de autoayuda. Siempre estoy intentando buscar respuestas a todo lo que me sucede y lo hago a través de libros como la Biblia”, dijo JLo en el programa ‘The Wendy Williams Show’.
Tras su ruptura con el bailarín Casper Smart por supuestas infidelidades con dos guapas modelos, se declara “soltera” (tampoco estaba casada con él) y dice que busca “una persona que me conquiste por su interior porque el físico es algo secundario para mí”.
Y en este proceso dice que “siempre estoy buscando respuestas: abro la Biblia al azar en busca de guía y respuestas”.
Mientras el Papa Francisco predica cada miércoles en sus catequesis que los cristianos no pueden ir por libre y que necesitan a la Iglesia, es cierto que hay gente que ignora a la Iglesia y usa la Biblia supersticiosamente como si fuese un instrumento de “adivinación”.
Pero por otra parte, la Iglesia no prohibirá nunca que en actitud orante, humilde y sin renunciar a la razón se abra la Biblia al azar en busca de una guía de Dios porque la historia de los santos y muchos testimonios de nuestros días demuestran que el Espíritu Santo a veces usa esta forma de comunicarse y de tocar corazones. Precedentes de tan alta alcurnia como San Agustín o San Francisco de Asís lo confirman.
Agustín, aún un abogado y cortesano mundano y vividor,
frente al obispo San Ambrosio de Milán,
en la película italiana de LuxVide
El caso de San Agustín en el siglo V, la conversión más influyente y relatada del catolicismo, sólo por detrás de la de San Pablo, casi canoniza esta práctica.
Agustín quería ser católico, pero para eso debía ser casto, y esto le costaba mucho. “Hazme puro … pero aún no”, rezaba a Dios, según cuenta en sus Confesiones. Un día, orando en un jardín, pidiendo pureza, escuchó la voz de un niño que repetía cantando: “Tolle, lege”, es decir “Toma y lee; toma y lee”.
Se sintió inspirado a abrir su Biblia al azar y apareció la carta de San Pablo a los Romanos (13:1314): “nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos … revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias”. Supo que Dios le conduciría y se convirtió.
Raniero Cantalamessa predicando a la Curia en Roma
Otro caso “de primera división” es el de Francisco de Asís. El capuchino Raniero Cantalamessa, predicando a la Curia romana en cuaresma de 2008 lo explicaba así:
“De Francisco de Asís se lee, en las fuentes, que descubrió el género de vida al que Dios le llamaba abriendo tres veces al azar, «después de haber orado devotamente», el libro de los Evangelios «dispuestos a poner por obra el primer consejo que se les diera»”.
“Abrir al Biblia al azar es algo delicado que hay que hacer con discreción, en un clima de fe y no antes de haber orado largamente. No se puede, en cambio, ignorar que, en estas condiciones, ello ha dado con frecuencia maravillosos frutos y lo han practicado también los santos”, concluye el padre Cantalamessa predicando ante cardenales y arzobispos curiales, por su cargo de Predicador de la Casa Pontificia.
Para mostrar que la combinación de oración y Biblia al azar sigue funcionando como guía en muchas vidas, Cantalamessa contó un ejemplo personal.
“Una vez predicaba una misión en Australia. El último día vino a verme un hombre, un inmigrante italiano que trabajaba allí. Me dijo: «Padre, tengo un grave problema: tengo un hijo de once años que aún está sin bautizar. La cuestión es que mi esposa se ha hecho testigo de Jehová y no quiere oír hablar de bautismo en la Iglesia católica. Si le bautizo, habrá una crisis; si no le bautizo, no me siento tranquilo, porque cuando nos casamos ambos éramos católicos y habíamos prometido educar en la fe a nuestros hijos. ¿Qué debo hacer?». Le dije: «Déjame reflexionar esta noche; vuelve mañana y vemos qué hacer». Al día siguiente este hombre regresó visiblemente sereno y me dijo: «Padre, encontré la solución. Ayer por tarde, en casa, oré un rato; después abrí la Biblia al azar. Salió el pasaje en el que Abrahán lleva a su hijo Isaac a la inmolación, y vi que cuando Abrahán lleva a su hijo a inmolarlo no dice nada a su esposa». Era un discernimiento exegéticamente perfecto. Bauticé yo mismo al chico y fue un momento de gran alegría para todos.”
Es evidente que aquí se trata de un mensaje directo de Dios para un padre orante en una circunstancia concreta, y no una enseñanza general de la Iglesia de que sea siempre adecuado bautizar a los niños sin avisar a los cónyuges.
Hay casos en los que ni siquiera hay “un clima de fe orado largamente”, por ejemplo, el de Taras Kraychuk, que hoy es sacerdote pero que en su juventud era vendedor de drogas.
Cierto día lluvioso, examinando su vida, el joven Kraychuk sentía “que no había nada por lo que vivir, quería desaparecer. Todo era absurdo. Nada tenía sentido”. Y entonces oyó una voz infantil decir "toma y lee". ¡Igual que San Agustín!
Y lo que encontró Kraychuk era contundente: "No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, herederán el reino de Dios." (1 Corintios 6,9).
Él estaba en la lista.
Aún le costó un año dar el paso a la confesión, la vida cristiana y dejar la venta de drogas, pero lo hizo. Su testimonio lo contamos con detalle aquí en ReL.
Y para esta guía no hace falta ni siquiera está bautizado, como es el caso de Etty Hillesum, una judía que creía en Cristo y leía el evangelio cada día, con fe y devoción, pero sin llegar a bautizarse. Detenida por los nazis en el lager de Drenthe, antesala de Auschwitz, rodeada por el mal y el odio, la joven mística tenía la soberana certeza de un Dios bueno.
«Se puede creer muy bien en los milagros en el siglo veinte. Y yo creo en Dios, aunque dentro de poco los piojos me devorarán en Polonia», escribe. Y logró dejar en una postal un mensaje: «He abierto la Biblia al azar. Se ha abierto en un salmo: “El Señor es mi baluarte”». Una luz en la oscuridad.