La iglesia católica y sus violentas monjas están siendo conducidas a la picota una vez más por la siguiente entrega en la lista de crímenes cometidos durante décadas sin fin.

“Una historiadora de Galway encuentra a 800 niños en una fosa séptica que les sirve de tumba”, es el titular del Boston Globe.

Con la bola de nieve que crea el rodar de la historia que nadie se sorprenda si acabamos leyendo acerca de “los campos de la muerte de Irlanda”.

Los restos fueron hallados en el lugar donde se encuentra un hogar para madres solteras y sus hijos llevado por las Bon Secours Sisters (Hermanas del Buen Socorro) entre 1925 y 1961 en Tuam, condado de Galway.

Los sucintos relatos que han saltado a los medios de comunicación evocan imágenes de niños asesinados y de entierros secretos.

El columnista del “Guardian” de Londres Emer O’Toole escribió en el punto álgido de su furor incandescente: “No digáis ninguna oración católica sobre estos niños muertos. No insultéis a aquellos que fueron despreciados en vida y abusados por vosotros. En lugar de eso, decidnos donde están el resto de los cuerpos”.

Y una senadora de Galway, Hildegarde Naughton, del Fine Gael, ha catalogado los hechos de homicidio (“manslaughter”).

Pero las llamas del fuego de la indignación consumen con más ardor y sube más alto cuanto menos contaminadas se ven por los hechos. Antes que los políticos y columnistas lancen al viento sus letanías cuidadosamente ensayadas, denunciando a las sádicas monjas y a los clérigos misóginos, puede resultar incluso inteligente explorar si se dispone de hechos suficientes para justificar tal alarmismo.


La mayoría de los acontecimientos horrorosos narrados en los medios de comunicación provienen de un solo investigador y de su sucinto resumen en un post de Facebook. Una historiadora lugareña Catherine Corless oyó hablar de una tumba sin señalizar por los sus paisanos y montó una historia acerca de un hogar para madres y sus hijos. Su trabajo fue diligente, pero no proporciona ningún contexto histórico. Hay pocos posts de Facebook que hagan eso.


Los titulares sugieren que las monjas lanzaron los cuerpos a una cloaca. Sin embargo esto no es lo que Corless señala.

Los restos fueron hallados en una fosa séptica construida en un momento en que los edificios se utilizaban como centro de trabajo para los indigentes. Cuando la casa fue derribada en 1972 para ganar espacio para una finca destinada a la edificación, la fosa quedó aislada en un pequeño parque.

Corless contó al “Connacht Tribune” que se preguntó “por qué habría allí una cripta, en medio de la nada. Me puse a buscar en mapas viejos y descubrí que había una fosa séptica señalada en un mapa de 1891 y que pertenecía a esa casa”. La fosa en cuestión quedó en desuso en 1938 cuando se implementó un nuevo sistema de desagües en Tuam. Parece ser que [las monjas] construyeron una cripta a partir de la vieja fosa séptica. “Hubiera deseado que al menos la hubiesen lavado. La idea no es nada agradable.”

No, no lo es. Pero tal vez la lavaran; tal vez fueran demasiado ingenuas para darse cuenta que había sido una fosa séptica. Tal vez el gobierno les diera instrucciones de enterrar allí los cuerpos. Hace falta más información.


Los titulares evocan el drama de los científicos forenses abriendo tumbas después de la guerra en Bosnia. Pero la cifra 756 no sale de un examen de los restos sino de la investigación de Corless en las oficinas del Registro Civil.

Cada muerte en el Hogar había sido registrado cuidadosamente con la edad (oscilaban entre los dos días y los nueve años), la fecha de la muerte y la causa de la muerte. Los asesinos en Bosnia no tenían ningún interés en registrar las muertes de sus víctimas. Así que es posible que algunos de esos niños estén enterrados en algún otro sitio. También entra dentro de lo posible que algunos de los huesos pertenezcan a residentes del antiguo centro de trabajo.


El camposanto no estaba señalado y fue redescubierto en 1975 por dos chicos que jugaban en la zona. Sin ninguna investigación posterior los lugareños construyeron un pequeño santuario que fue bendecido por un sacerdote. “Entierro masivo anónimo” suena horrorosamente despiadado. Corless ha solicitado una señalización en memoria de todos y cada uno de los niños. Es una buena idea.

Pero este no es la única fosa común infantil de Irlanda. Hay miles de ellas –casi 500 en Galway solamente-.

Era una antigua costumbre enterrar a los niños no bautizados, a los forasteros, suicidas y criminales en fosas comunes. El mapa muestra la situación de todos los camposantos infantiles de Galway, y está tomada de un grabado interactivo del Inventariado de Patrimonio Nacional de Monumentos. Emer O’Toole debería echarle un vistazo. Con ello le facilitamos el trabajo.



Cada punto amarillo es un cementerio infantil con fosas comunes en la zona de Galway; era lo habitual


En 2014, reciclar una fosa séptica para convertirla en una cripta suena cavernícola, pero otras barbaridades de la misma calaña pasan hoy en día.

El mes pasado la Universidad Complutense de Madrid encontró en el sótano cientos de cadáveres apilados como vulgares restos de matadero, junto a partes de cuerpos que habían sido utilizados para prácticas en las clases de anatomía.

No muy lejos de allí, podría haberles llevado 36 años llenar una fosa común con 796 cuerpos, pero en solamente dos años, entre el 2011 y el 2013, uno de los mejores hospitales de Gran Bretaña, el Addenbrooke’s en Cambridge, incineró los cuerpos de 797 niños por debajo de las 13 semanas de gestación como parte de su sistema de calefacción por reciclado de desperdicios.

Emer O’Toole debería haber gastado parte de su furia ígnea en estudiar esa práctica degradante.


Según Corless los niños del Hogar padecían una tasa de mortalidad cuatro o cinco veces superior a la media nacional. Un informe de 1944 describía a los niños como “demacrados” y con los “vientres hinchados”, frágiles” con “la carne colgándoles flácida de los miembros”. Algunos de los niños eran “pobres, demacrados y sin viabilidad”. Habló con gente que había estado en ese hogar en su infancia y que recordaba la mala comida y el trato brutal.

Pero en 1935 un portavoz del Consorcio Sanitario del condado de Mayo comentaba que “Tuam es una de las instituciones mejor gestionada que he podido ver en todo el país”.

Corless también cita a un escritor de relatos de viajes que en la década de los 50 del pasado siglo había dejado escrito que “los terrenos estaban bien cuidados y tenían terraplenes con flores. El Hogar lo llevaban las hermanas del Buen Socorro de París y la Reverenda Madre me enseñó las instalaciones… El edificio entero era de aspecto fresco y estaba limpio”.

Puede que estos visitantes fueran unos tontos útiles embaucados que les venían muy a mano a las perversas monjas. Pero lo que queda claro es que los relatos contradictorios acerca de las condiciones de salubridad en el Hogar deben ser revisados antes de emitir un juicio.


El Hogar fue fundado por el gobierno irlandés y supuestamente también supervisado por sus responsables. Si hubo maltrato, un alto grado de mortalidad infantil, pobre cuidado médico, raciones paupérrimas, estigmatización de madres solteras y abuso duro y fácil el gobierno debe arrimar el hombro y asumir su cuota de responsabilidad.


Antes de lanzarse a emitir cualquier juicio acerca del hogar para madres e hijos de Tuam , visitemos la página Web del Proyecto para la isla de Hart (HartIsland.net

Hart es una pequeña isla frente a la orilla del Bronx en Long Island Sound. Durante más de 150 años los inmigrantes, cadáveres no identificados, también aquellos cuyos parientes no podían costear un funeral y los bebés nacidos muertos fueron enterrados en tumbas sin señalizar.

Hay casi un millón de ellos y van surgiendo a un ritmo de 1500 por año, incluyendo unos 600 niños y bebés nacidos sin vida (sus madres a menudo no sabían lo que era dar a su hijo un “funeral de la ciudad”).


Una fosa común con 796 cuerpos de niños pequeños es un incidente perturbador que debe ser investigado. Cueste lo que cueste, abran la cripta. Cuenten los huesos. Entiérrenlos. Formen un comité. Convoquen una investigación. Construyan un memorial. Lloren. Esos niños inocentes y olvidados lo merecen.

Pero no lo etiqueten como la Srebrenica de la Iglesia Católica. Clasifíquenlo como una historia sobre la pobreza de mediados del siglo pasado cuando el gobierno irlandés les falló a las madres solteras confiándolas a piadosas incompetentes. Puede que eso esté más cerca de la realidad.

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(Michael Cook es historiador y director de MercatorNet.com; traducción de Jordi Picazo, filólogo)