Uno de los ponentes en el curso sobre Exorcismo y Oración de Liberación que tuvo lugar esta semana en el Pontificio Ateneo Regina Apostolorum fue Carlo Climati, experto en el fenómeno del satanismo entre la juventud, al que ha consagrado varios libros. Entrevistado por Deborah Castellano para Zenit, Climati considera que hablar de estas cosas en el marco citado es "importante" porque hay que hacerlo "de la manera correcta, sin aspavientos, sin desatar alarmas, sin sensacionalismo".
De hecho, el procura no hablar de exorcismos porque, como laico (está casado), ni los puede practicar ni ése es su objeto de estudio. Más bien lo es el impacto del satanismo sobre una parte de la juventud "que tiene problemas en su vida y una mala comunicación en su familia".
Pesimismo e incapacidad de perdonar
"En mi experiencia con los jóvenes, hablamos sobre la vida y sobre la esperanza, porque el satanismo el algo que destruye la esperanza en la vida de los jóvenes. Les da una visión pesimista de la vida. Es una forma de destrozar todos los buenos valores de todas las personas del mundo".
Así que les hace ver que la vida "no es tan mala, que hay muchas buenas cosas en ella": "El satanismo, sin embargo, enseña lo contrario, enseña que la vida es una jungla donde sólo sobreviven los fuertes, y el problema es que los jóvenes no están preparados para ello. En ocasiones no pueden manejarse porque están luchando con dificultades en su vida o con problemas en su familia".
"Ellos creen ver en Satanás como un ´ángel´ o un ´amigo´, como algo que va a ayudarles a tener una vida diferente. Es muy peligroso", advierte, "pues no puede ser un buen amigo quien no te ofrece una visión real de la vida, que mostraría que la vida tiene cosas buenas". Además "el satanismo predica contra el perdón. El satanismo te dice que no tienes que perdonar a la gente porque la gente no lo merece".
Los cementerios no son lo principal
"Detrás de cada joven satanista, en mi opinión, hay alguien que está buscando Dios y espiritualidad, pero que ha tomado un mal camino porque algo sucedió en su vida. Muchos jóvenes tienen estas experiencias. Se convierten en oscuros y pesimistas, odian la vida, odian a la gente. A veces van al cementerio y destrozan cosas, pero ése no es el problema real", avisa Climati: "El problema real es que el satanismo es algo que te haces a ti mismo. Generalmente sucede en solitario, no con otros. No es una secta, es un culto. Los jóvenes empiezan a interesarse en ocasiones por algunos tipos de música o algunas páginas web. No están preparados para esas cosas, que llegan hasta su cabeza y crean confusión".
Para algunos de ellos, el interés por el satanismo y el ocultismo es sólo una parte de su vida, pero también buscan a Dios, y algunos acaban haciéndose católicos: "En todo satanista hay una sensibilidad. No son estúpidos. No son gente que odie sin motivo. Son personas que sufren por alguna razón". Así que Climati procura escucharles, "porque muchos están solos".
También él odió a Dios
Le sirve para esa aproximación su propia experiencia vital. Tocó en un grupo en su juventud y conoce la música que ellos escuchan, y por otro lado hubo también en su vida un momento de alejamiento de Dios, que ahora le sirve para comprenderles mejor: "Cuando tenía 13 años tuve una terrible enfermedad de espalda y estuve en el hospital casi un año. Allí vi mucha gente sufriendo, especialmente jóvenes como yo, así que no creía en Dios. Pensaba que Dios era malo, no bueno. Yo no era satanista, sino alguien que estaba contra Dios. Era blasfemo. Estaba muy triste en aquellos días, pero luego comprendí y fui capaz de salir de ese periodo negro de mi vida en el que odié a Dios". La música, en ese sentido, le ayudó, porque le relacionaba con gente, mientras que en el hospital estaba solo.
Una filosofía de vida aunque no hagas "nada malo"
Climati cuenta el caso de un joven de 18 o 19 años que le contó su caso. Había sido ferviente católico hasta que su padre perdió el empleo por ser honesto y eso produjo una crisis familiar, pues su esposa le reprochaba "ser demasiado bueno". "¿En qué consiste la vida si mi padre pierde el trabajo por ser honesto?", se planteaba. Y empezó a pensar que sólo las malas personas consiguen triunfar: "Así que se interesó en el satanismo porque el satanismo tiene exactamente ese mensaje, esa mentalidad. Él no había hecho nada malo. No había matado a nadie. No había destrozado ningún cementerio. Pero se estaba haciendo satánico en su filosofía de vida".
Por fortuna el viraje duró sólo unos meses. Su padre encontró otro trabajo, la crisis familiar se arregló, y el chico también cambió su mentalidad e incluso se fue de voluntario a Mozambique y es feliz: "La mayoría no son felices como satanistas, y normalmente tienen interés en escapar de él y pueden cambiar. En el satanismo la gente no puede ser realmente feliz porque es muy oscuro. La gente necesita compañía".