Pagès Editors acaba de publicar "El meu Montserrat interior: de l´espiritualitat religiosa a l´espiritualitat laica", un libro donde un ex-monje del monasterio benedictino de Montserrat cuenta como sustituyó la fe cristiana por un deísmo impregnado de nacionalismo. Lo reseñan en DolçaCatalunya.com.

Jordi Vila-Abadal i Vilaplana es hijo de uno de los fundadores del partido nacionalista Unió Democràtica de Catalunya (que hoy aún se define como "socialcristiano"). Fue monje de Montserrat entre 19461968 y se ordenó sacerdote. Después abrazó el deísmo relativista, se secularizó y se hizo psiquiatra.

Desde las primeras páginas está claro que el nacionalismo es el protagonista. Vila-Abadal entró en Montserrat porque le parecía “lo más integrado en el país”.

En el monasterio veía “una fortaleza para nuestra identidad catalana”, donde “no sentíamos el complejo de ser catalanes. Toda nuestra vida se hacía en catalán”.

Allí encontró la “seguridad identitaria” que buscaba, agobiado por “el ahogo cultural impuesto por el Estado español, que era y es extremadamente anticatalán” (dice él).


El monasterio estaba perdiendo su sentido religioso, y se transformaba en un instrumento ideológico: “los no creyentes catalanes (…) creían en Montserrat considerado en conjunto: en el sentido que Montserrat y su ‘princesa’, la Moreneta, eran un símbolo inevitable de Cataluña, que iba más allá de la religión: Montserrat y la Moreneta también eran para todos los catalanes ‘más que un club’“.

Montserrat -cuenta el ex-monje- se dividió en 2 bandos; los ideologizados -que deseaban “liberar a la Iglesia”- y los seguidores de San Benito.

El cenobio explotó, y Vila-Abadal fue de los que se marchó a Cuixà con otros 25 monjes politizados, la mayoría de los cuales acabó colgando los hábitos.

Tal era el ambiente de disolución, que incluso Cassià Just confesó al autor que no podría “hacer lo que tú haces [secularizarse] porque tendría miedo de encontrarme en calzoncillos en medio de la plaza Cataluña”.


Vila-Abadal explica que las ideologías “pueden ayudar a llenar los vacíos que a veces quedan en el espíritu. Por lo que ya he dicho hasta ahora, está claro que, para mí, mi patria es Cataluña y mi ideal su plena libertad”.

La espiritualidad es para él “un conjunto de sensaciones y pensamientos (…) de pertenencia a un todo mayor”; un “deseo de trascendencia que permite mantener el amor a la patria y la devoción a la tierra”.

Esta devoción para él es excluyente: él considera que no se puede uno sentir a la vez catalán y español... aunque el 42% de los adultos catalanes en 2009 y el 35% en 2012 (más de 2 millones de personas) declaraban sentirse tan catalanes como españoles.

“¿Cómo es posible que se identifique al mismo tiempo con la nación dominadora y la dominada (…) con una nación que hace centenares de años que oprime políticamente a Cataluña, la explota económicamente y la ahoga culturalmente? (…) Esta doble identificación con el verdugo y la víctima es esquizofrénica”. ¿La causa? El síndrome de Estocolmo, “el instinto de la especie en asegurar la descendencia”.


Vila-Abadal aplica su visión freudiana de la condición humana a su ideología nacionalista que es su fuente de "espiritualidad". Y le añade complementos "progres". Por ejemplo:

- Cataluña perdió la guerra de 1714 y de 1939;
- hay que “agradecer” a la ETA haber asesinado a Carrero (el ex-monje colaboró en la fuga de Beotegi, uno de sus asesinos);
- la píldora anticonceptiva “devuelve a las chicas el derecho al orgasmo” (sic);
- el “matrimonio homosexual” es un logro, al que deben seguir la “superación del tabú” del incesto, la poligamia y el adulterio;
- profesa el malthusianismo y el genetismo;
- niega la libertad, el pecado, la culpa y el mérito.




Para Vila-Abadal Montserrat, como monasterio católico, está “incapacitado para ser uno de los motores” que necesita Cataluña en su “despertar patriótico actual”.

El monasterio, considera, debería “independizarse de las amarras del Vaticano” y “convertirse en una especie de universidad ecuménica internacional de investigación sobre el sentido de la existencia”.

De este modo, Montserrat volvería a “ser un gran referente nacional para Cataluña, ahora que ya sólo nos queda el Barça”.

No se trata ya de que los monjes se secularicen: es necesario secularizar todo el monasterio, para que sirva con eficacia a la causa de “Catalunya”.

Está por ver cuántos de los líderes y poderes reales en una hipotética Cataluña independiente compartirían esta visión: la teórica Cataluña independiente puede que aún necesitase la montaña y el monasterio como símbolo, pero no necesariamente a sus monjes, su liturgia ni su fe.


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