El joven marroquí Mohamed Al Biladi, de 31 años, se convirtió al cristianismo en 2006 convencido por unos programas que escuchaba en una radio cristiana, único medio de comunicación en una aldea, Ulad Amar (70 kilómetros al norte de Fez), donde en 2013 aún no es posible conectarse a Internet.
A principios de septiembre, el cristiano Mohamed (que curiosamente no ha cambiado de nombre) fue arrestado en su pueblo, y en sólo 48 horas fue interrogado por la policía, enviado al juez, juzgado y condenado en primera instancia a dos años y medio de cárcel por "tratar de quebrantar la fe de un musulmán".
"No es cierto: en mis siete años de cristiano nunca traté de convertir a nadie, yo no hago sino contestar a mis paisanos cuando me preguntan por qué me aparté del islam, pero nunca he regalado una Biblia ni promovido la conversión de nadie", explica, recién salido del tribunal.
Tras pasar un mes preso, el juez decretó su libertad provisional y fijó un juicio en apelación, que fue aplazado para dar tiempo a la defensa a preparar su estrategia, pues un número creciente de abogados (más de una docena) se han presentado voluntarios para defender a Al Biladi de forma gratuita.
Pues bien: el Tribunal de Apelación de Fez (centro de Marruecos) dejó visto para sentencia el caso de Mohamed al Biladi. Idris Hadruki, uno de sus abogados defensores, dijo a Efe que las perspectivas ante la sentencia que se dará a conocer el próximo 13 de febrero son optimistas.
Según Hadruki, el fiscal, en su alegato final, reconoció, por un lado, que ningún texto legal criminaliza a nadie por sus convicciones, y por otro, que no existen pruebas de que el joven haya tratado de propagar sus creencias a otros musulmanes. Sin solicitar una pena concreta, el fiscal se limitó a pedir al juez "que aplique la ley".
Al Biladi, de 31 años, que no ha renegado de su nueva fe cristiana, sí ha rechazado en todos los interrogatorios, y lo ha vuelto a hacer, que haya tratado de convertir a nuevos fieles al cristianismo.
Los cuatro abogados defensores presentes en la sala insistieron en la ausencia de elementos probatorios y pidieron que se respete la libertad de conciencia, un concepto que no existe en la Constitución marroquí de 2011 pese a que fue debatido en el momento de su redacción.
Según Hadruki, la intervención del fiscal hace presagiar una sentencia más benévola que la pronunciada en primera instancia. Sin embargo, el escándalo despertado (más internacional que nacional) hizo que el juez lo dejara en libertad provisional mientras se resolvía el nuevo proceso.
El Código Penal marroquí, en su artículo 220, condena a penas de seis meses a tres años a quien "emplee cualquier medio de seducción para quebrantar la fe de un musulmán o tratar de convertirlo a otra religión", pero se aplica con frecuencia sencillamente a los musulmanes que se convierten.
Pero, a pesar de la ley, un número desconocido de musulmanes se han convertido al cristianismo por distintas vías y se reúnen clandestinamente algunos domingos en pisos anónimos de las grandes ciudades donde leen juntos los Evangelios en su versión árabe, como relata Mohamed sin querer dar detalles, cuenta Efe.
En Marruecos, los miembros de la minoría cristiana marroquí se reúnen en secreto para leer juntos el Evangelio, pero saben que pende sobre ellos un artículo del Código Penal que los puede llevar tres años a prisión en un país donde abandonar el islam está prohibido.