La publicación del informe del Comité sobre los Derechos de los Niños de las Naciones Unidas, realizado este miércoles 5 de febrero, en el cual se dan una serie de indicaciones a la Santa Sede ha causado polémica.
Las recomendaciones de la ONU llegan después del informe que el Observador del Vaticano, Mons. Silvano Tomasi, ilustró el pasado 16 de enero ante dicho comité.
En su exposición, Mons. Tomasi explicó la política de ´tolerancia cero´ implementada por la Santa Sede, iniciada con Benedicto XVI y ahora con el papa Francisco, y que reitera: “No hay excusa para cualquier forma de violencia o explotación de los niños”.
En sus recomendaciones el comité de la ONU pide la necesidad de tomar una serie de medidas que ya fueron tomadas por la Santa Sede y se incursiona en temas de moral y ética, como la homosexualidad o la contracepción.
El informe incluso pide apertura hacia el aborto, lo cual es una paradoja en un ente que debe defender la infancia.
El portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi en un comunicado publicado hoy ha indicado que “no se puede hablar de un “choque entre la ONU y el Vaticano” y recuerda que la Santa Sede siempre ha dado “un fuerte apoyo moral a la Organización de las Naciones Unidas, como lugar de encuentro entre las naciones”.
Y que comprueban el apoyo “los numerosos documentos e intervenciones de la Santa Sede en los más altos niveles, así como la participación intensa de sus representantes en diversos organismos de la ONU”. Así como “las visitas de Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI”.
El director de la Oficina de Prensa del Vaticano añade que se ve que “el tono, el desarrollo y la publicidad que obtuvo el Comité con su documento es anómalo respecto a los procedimientos con otros Estados que adhieren a la Convención”.
Un destaque mediático por el cual “el Comité obtuvo muchas críticas graves y con fundamento”. Y si bien se puede diferenciar entre el Comité que dio las indicaciones y las Naciones Unidas, el organismo internacional se adjudica “consecuencias negativas por lo sucedido” debido a un Comité “que fue más allá de sus competencias y ha hablado en nombre de la ONU”.
El director de la Oficina de Prensa matiza, indicando que las actividades de la ONU son amplias y variadas, como en toda organización grande, y que por lo tanto “abraza en su interior a personas, posiciones, voces muy diversas”. Y que por lo tanto “no hay que asombrase si en su vasto mundo se encuentran o chocan visiones diversas”. Por ello puntualiza, “para que el resultado en su conjunto sea positivo, es necesario gran disponibilidad al diálogo y el respeto atento a las reglas esenciales en los procedimientos”.
Los Estados tienen la libertad de adherir o no a las convenciones de las Naciones Unidas, que sirven para promover los derechos de la persona humana en sectores específicos. Y el Estado Ciudad del Vaticano ha adherido a las más importantes, de acuerdo a su capacidad de participación. “La Santa Sede ha adherido inmediatamente y entre los primeros en el mundo -indica el padre Lombardi- a la Convención para los Derechos de los Niños” y recuerda la gran labor desarrollada en este sector desde siempre por la Iglesia, “inspirada en el comportamiento de Jesús descrito en el Evangelio”.
En la nota de prensa se explica que para verificar cómo están cumpliendo los Estados que adhieren a la Convención de los Derechos del Niño, un comité con sede en Ginebra recibe los informes de los diversos Estados que adhieren y les da sus recomendaciones.
El padre Lombardi recuerda que sobre las recomendaciones dadas por el Comité sobre infancia “casi nunca se escuchó un eco de la prensa internacional, incluso en países en los que hay incumplimiento de derechos humanos y de la infancia notablemente graves”.
El portavoz del Vaticano indica además que para quienes siguieron el caso queda claro que el último informe del Comité de la ONU presenta límites graves, porque “no tomaron en cuenta las respuestas escritas y orales, dadas por los representantes de la Santa Sede” al punto que “hace pensar que el documento haya sido escrito con anterioridad o por lo menos impostado antes de la audición”.
Así como se ve la dificultad de entender la naturaleza específica de la Santa Sede, al punto de preguntarse: ¿No son capaces de entender o no quieren entender? En ambos casos se tiene el derecho a asombrarse.
El padre Lombardi señala que la insistencia en algunos casos particulares del pasado, hacen pensar que se ha dado más atención a lo dicho por ONGs contrarias a la Iglesia y no a las medidas tomadas por la Santa Sede.
Precisa además que “es típico de tales organizaciones no querer reconocer lo que ha sido realizado por la Santa Sede en la Iglesia en estos años recientes, al reconocer errores, al renovar las normativas, al desarrollar medidas formativas y preventivas”. Y concluye: “Pocas o ninguna otra organización o institución ha hecho lo mismo”.
Y el punto más grave es que las observaciones del Comité parecer superar sus competencias propias, al interferir en las posiciones doctrinales y morales de la Iglesia católica, dando indicaciones que implican evaluaciones morales sobre la contracepción y el aborto, o la educación en las familias, o la visión de la sexualidad humana, a la luz de una propia visión ideológica de la sexualidad.