¿Cómo lograr escandalizar en una sociedad que tiene de todo y puede ver de todo por internet?

Lo más fácil es siempre lo mismo: ofender los símbolos religiosos y enseñar carne desnuda. Lo hace el típico niño gamberro y malcriado de 6 años que enseña el trasero en la catequesis parroquial para llamar la atención. Se supone que a partir de los 7 u 8 años ya no se hacen esas cosas... a menos que seas un dramaturgo sin ideas.

El dramaturgo argentino Lisandro Rodríguez presentó hace ya un año su "obra teatral" titulada "Dios", inspirada en una exposición que se retiró porque ofendía los sentimientos religiosos de mucha gente. La obra teatral, claramente anticlerical y más que probablemente cristianófoba, se ha representado en distintas ciudades sin demasiado escándalo, hasta que Lisandro Rodríguez forzó algo más el tema: actores desnudos frotándose con estatuas ante una imagen de la Virgen vestida con el pañuelo verde símbolo del abortismo argentino. Mostrando al público espaldas y posaderas, los actores colocan el signo proaborto a la imagen de la Virgen y la del Papa Francisco.

El escándalo ha llegado a los medios cuando se ha escenificado esto en la ciudad de Rafaela, de 90.000 habitantes, que por ordenanza municipal está declarada ciudad provida y desde marzo de este año busca ampliar esa denominación a "capital provincial ProVida y Profamilia". El show ha tenido lugar durante el 14º Festival de teatro de la ciudad.

El obispo de Rafaela protesta

El obispo de la diócesis de Rafaela, Luis Fernández, en un comunicado, denuncia el “agravio al espíritu religioso que no colabora con la pacificación anhelada de nuestra sociedad”.

“Recogiendo sentimientos de sorpresa y agravio por parte de muchas personas que habiendo asistido a una obra de teatro, se sintieron ofendidos profundamente en su fe y en sus sentimientos hacia la celebración de la Eucaristía, hacia la Santísima Virgen María, hacia el Papa Francisco y hacia la Iglesia en general, consideramos necesario unirnos a las diversas manifestaciones que, de manera especial en las redes sociales, expresan su dolor y su repudio hacia estos hechos”, expresó el prelado.

La obra se presenta como para público adulto y prohibida para menores de 18 años. Igual que el parásito no es capaz de crear nada nuevo, sino sólo aprovecharse de la vida del otro, la obra imita la estructura de la misa, usa sus partes, su simbología, su vocabulario...

Que los actores paganos hacían burlas blasfemas de la misa en la Roma antigua es algo muy viejo, que se ha recordado en leyendas como la de San Ginés y otros santos, aunque ellos se convertían cuando realizaban su parodia grosera. Una cultura más seria, como la japonesa, desarrolló en parte la elegante ceremonia del té, según parece, a partir de la observación de la misa católica. 

Falta de respeto a las personas

El obispo denuncia: "Deseo dejar en claro nuestro respeto y defensa de la libertad de expresión artística, pero con la misma fuerza creo que no se tuvo en cuenta el respeto a los hombres y mujeres que profesamos la fe de los cristianos, y que su libre ejercicio y expresión constituyen un derecho debidamente garantizado por la Constitución Nacional”, asevera el obispo.

El dramaturgo Lisandro Rodríguez tiene ya 38 años...
enseñar el trasero para provocar suele aburrir a partir de los 6 años

El dramaturgo Lisandro Rodríguez, escribió en Facebook: "Yo pienso que Dios como tantos otros trabajos, develan, muestran y evidencian lo mal que estamos. Y desde ese dolor pienso, hago y comparto el teatro. Que viva Dios, Dios como obra, como artefacto, como imposibilidad, como distensión".

Que la obra es una parodia grosera de la misa lo admite el director en varias ocasiones desde hace ya un año. “Finalmente la obra es una misa”, explicaba el pasado mes de agosto de 2017.

Él considera que "la iglesia tiene cooptada la cultura occidental". "Vamos a hablar de lo que no se habla. Ahí es donde el arte entra y se pone en tensión, interpela", señalaba, como si del aborto no se hablara.

La obra quizá es más profética de lo que pretendía y puede quedar como un símbolo icónico de que al abortismo, sin argumentos, solo le queda la cristianofobia y se pavonea con el culo al aire.