Son las que, en Ucrania, han destruido con una motosierra la cruz erigida en memoria de las víctimas del estalinismo; las que se han desnudado en Notre Dame por los derechos de los gays y las que han protestado contra Benedicto XVI en la Plaza de San Pedro.
Una de ellas incluso ha prestado su cara a Marianne, el símbolo de la Revolución Francesa, para el nuevo sello único que Francia ha adoptado para todo tipo de correspondencia, y que ha sido presentado personalmente por el presidente Hollande.
Las Femen son ya una multinacional, con escuelas para activistas en Francia, Alemania, Brasil, y un ícono global del feminismo y de los nuevos derechos.
O lo eran hasta que se presentó en el Festival de Venecia la película «L´Ucraina non è un bordello» (Ucrania no es un burdel, www.ukraineisnotabrothel.com) de la directora australiana Kitty Green, que ha vivido durante un año con las Femen en Kiev, se ha manifestado con ellas y en Roma ha sido incluso arrestada con las chicas de Kiev.
Su simpatía por las Femen la llevó a rodar esta película.
Pero el descubrimiento de toda una serie de esqueletos escondidos en el armario de las activistas anti-religiosas llevaron a Kitty Green a cambiar de opinión; por lo menos, en parte.
Las Femen no realizan su extraño trabajo sólo por idealismo.
Son pagadas con regularidad con un sueldo fijo de mil dólares al mes, pero reciben también una cuota de las donaciones que llegan principalmente de hombres y no de mujeres, pudiendo llegar a ganar incluso diez veces más.
Su reclutamiento no se basa en la ideología, sino en el atractivo físico: investigaciones llevadas a cabo por la prensa francesa ya habían insinuado que algunas de ellas tenían precedentes en el mundo de la pornografía y de la prostitución semiamateur de las estudiantes.
La parte importante de la película de Green es su intención de responder a la pregunta: ¿quién recluta a las Femen?
La respuesta es: Viktor Sviatski, un inquietante hombre de negocios ucraniano que las Femen han presentado como su «asesor político», pero que en la realidad, según la directora, es su inventor y su dueño.
Al principio, en la película, Sviatski recuerda ligeramente al misterioso Charlie que dirigía a las detectives de la serie televisiva «Los ángeles de Charlie»: nunca nadie le ve, se comunica sólo por teléfono, pero da instrucciones muy concretas y exigentes sobre lo que hay que hacer e, incluso, sobre la dieta que tienen que seguir para tener una apariencia convenientemente atractiva. Y amenaza a las chicas: si no hay éxito mediático, no hay dinero.
Al final, Sviatski acepta hablar con Kitty Green y declara que él ha creado a las Femen. ¿Por qué lo ha hecho?
La respuesta es brutal: «Los hombres hacen todo por el sexo: yo he creado el grupo para tener mujeres».
¿Pero esto no es – objeta la directora – lo contrario del feminismo del que las Femen hacen propaganda?
La respuesta de Sviatski desarma: «Espero que viendo mi comportamiento patriarcal, ellas al final rechacen ese sistema que yo represento».
¿Y qué piensan las chicas? «Sin un hombre detrás, nunca habríamos salido a la calle», admite una de ellas en la película.
Y, en efecto, el hecho de que Sviatski gestione una especie de harén – ciertamente, ganando dinero también – ya había sido sugerido por la prensa ucraniana cuando el hombre de negocios, el pasado 24 de julio, fue agredido y pisoteado por desconocidos durante la noche, en Kiev.
La prensa occidental, incluido algún periódico italiano, había pensado en la Reacción con R mayúscula – que, por definición, está siempre al acecho –, pero después se dejó de hablar del caso cuando surgió la hipótesis de que el novio de una de las chicas estaba en el origen del ataque.
Sin embargo, la explicación de la película acaba siendo un poco simple.
Siendo un hombre fantasioso como parece ser, si Sviatski buscara sólo sexo y dinero podría haberlos conseguido sin crear un parque de atracciones internacional tan complicado como es el de las Femen.
Por mucho que la directora investigara personalmente, la película no responde a todas las preguntas. Sviatski recluta y paga a las chicas, pero, ¿quién paga a Sviatski?
La historia del gran número de pequeños donantes que, excitados frente a las fotos de estas bellezas sin velos, mandan su óbolo a las Femen vía Internet, tampoco es del todo convincente.
Las Femen no son una anécdota. Hacen propaganda – con una enorme resonancia mediática – por causas muy concretas: la lucha contra la Iglesia, la ideología de género, el matrimonio homosexual.
Consiguen infiltrarse en reuniones políticas, prohibidas al público, gracias a carnets de grandes agencias de prensa internacionales, que no son fáciles de obtener y que no se compran por Internet. ¿Quién se los da? ¿Quién está detrás de Sviatski?
Hay algunas respuestas procedentes de investigaciones periodísticas, y también de un curioso grupo de chicas francesas que han fundado Les Antigones (Las Antígonas). El nombre viene de la heroína de la tragedia de Sófocles (496-406 a.C.), Antígona, que muere para testimoniar que la ley divina está por encima de las leyes humanas.
Las Antígonas siguen a las Femen protestando contra sus protestas y no desnudándose, sino vistiendo con túnicas blancas que recuerdan el teatro griego. Bien vestidas y con aspecto de buenas chicas, Las Antígonas han adquirido una cierta popularidad; también han sido atacadas y tachadas de «fascistas», católicas tradicionalistas o señoritas ricas y aburridas que buscan diversión.
Una de Las Antígonas incluso se ha infiltrado entre las Femen. Entrevistada en la radio, ha sostenido que la pista del dinero lleva hasta Estados Unidos – no ha dado nombres, pero algún órgano de prensa ha mencionado al financiero George Soros, conocido por haber donado cien millones de dólares a grupos que promueven el matrimonio homosexual y el aborto – y que las Femen son un grupo «lanzado por la izquierda europea y estadounidense al servicio de su agenda política y geopolítica».
Esta anónima Antígona – que se infiltró en las Femen en la época en que protestaban en Roma contra Silvio Berlusconi – ha afirmado también que las Femen «tuvieron rápidamente interés en Italia. Me ha dado la impresión de que tenían que ayudar a la caída de Berlusconi, en el marco de la lucha de ciertos ambientes financieros interesados en tener a Italia bajo control».
Femen contra Antígonas: una guerra que divierte a Francia y que se parece demasiado a una comedia brillante para obtener profundas consideraciones políticas. Pero que tal vez justifica una petición a las Femen: si la verdad está desnuda, la próxima vez, en vez de los habituales eslóganes, que se escriban encima, por favor, cuánto se les paga y quién las paga.
(Traducción del italiano de Helena Faccia Serrano)