«Dentro de lo que cabe estoy tranquilo, pero esto es un sufrimiento». Así respondía el cura de Churra, Javier Ruiz, a la llamada de la periodista de La Opinión de Murcia, después de que el pasado miércoles circularan por las redes sociales unas imágenes en las que sus propios vecinos lo identificaban como la persona que aparecía manteniendo relaciones sexuales con un joven en el paraje del Coto de Los Cuadros, en Santomera.

Con voz cansada y triste, aseguraba estar «sereno y con la conciencia muy tranquila». Javier se encuentra refugiado en una casa de espiritualidad fuera de Murcia, «aquí estaré hasta que sea necesario, hasta que haya nuevas noticias del Obispado», destacó el sacerdote que en la tarde del miércoles era destituido por el obispo de la Diócesis de Cartagena, José Manuel Lorca Planes, como párroco de la iglesia de Nuestra Señora de la Encarnación de Churra.

Preguntado por cómo se había tomado la decisión del obispo, Javier afirmó: «Bien, muy bien. Él ha tomado la decisión que era mejor para mí». En este sentido, el cura destacó que Lorca Planes «me apoya a muerte y se fía de mí».

«Me aconsejó que desapareciera, sobre todo por el revuelo mediático y las llamadas de los medios». «Lo que tengo muy claro es que la obediencia a mi obispo me salvará», añadió.

Javier hablaba al otro lado del teléfono de una manera tranquila, con pausas y seguro de que la justicia pondrá remedio a todo lo ocurrido. Insiste en que las imágenes son un montaje con el que alguien «ha querido hacerme mucho daño, y lo ha conseguido».

Ni sospecha ni sabe quién podría estar detrás de ese montaje, «solo Dios lo sabe», mantenía el cura, a la vez que reconocía que en el pueblo «hay gente que no me quiere, muy poca, pero la hay. También hay gente muy maja que se lleva bien conmigo».

Una de las cosas que más le duele a Javier es que sus padres «están destrozados». «Son mayores –tienen 70 y 71 años– y esto ha sido muy fuerte para ellos», aseguraba, mientras también tenía un recuerdo para sus dos hermanas, que «también lo están pasando mal».

Sin embargo, las continuas llamadas de ánimo y apoyo de vecinos y amigos dice que le ayudan a seguir adelante. Para Javier esto es «una prueba más».

«La vida me ha dado varios palos, pero este ha sido el peor, porque jamás me podría imaginar que esto me pasara a mí», relataba. Firme en que él no es la persona que aparece en las imagenes, Javier se defiende asegurando que «no soy un cura loco que sea capaz de irme en medio de un descampado vestido de sacerdote a hacer esas cosas».

A partir de ahora, el sacerdote solo desea desconectar y esperar que en el juzgado «hagan su trabajo». Mientras tanto, continuará en la casa de espiritualidad en la que, afirma, se ha recluido alejado de todo.

Javier llevaba diez años como párroco de Churra y «siempre me he sentido querido por la mayoría de los vecinos», decía ayer.

Tan fulminante fue su destitución, que la misa de diario en la tarde del miércoles ya fue oficiada por su sustituto, el vicario episcopal de la zona Pastoral Suburbana II y párroco de Santomera, Antonio Ballester, quien esa misma tarde aseguró, en declaraciones a Efe, que Javier estaba muy sorprendido por todo lo que había ocurrido.

El vicario manifestó que lo conoce desde hace muchos años y que se encontraba como él, «sorprendido y afectado por esta noticia alarmante».