La blasfema ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de París, en los que las ofensas a los cristianos se mezclaron con un aluvión de propaganda LGTBI, abortista y feminista, todo ello aderezado de vulgaridad y zafiedad, están provocando numerosas reacciones. Entre todos los hechos que se vivieron ayer, quizás el más ofensivo para los cristianos fue la performance en la que un grupo de drag queen se burlaba de la Última Cena, ofendiendo así a los millones de cristianos franceses y a los cientos de millones de cristianos que hay en todo el mundo y que estaban representados por su países en la ceremonia de este viernes.

Los obispos franceses han emitido un comunicado denunciando las “burlas” y el “escarnio” contra los católicos, y a través de sus redes sociales el obispo de Alicante-Orihuela, monseñor Munilla, se ha mostrado muy contundente dejando una esclarecedora reflexión dividida en cinco puntos.

En primer lugar, el prelado asegura que tras observar el bochornoso acto de inauguración de los Juegos Olímpicos de París se percibe que “nuestra cultura está dando sus últimos coletazos en medio de la decadencia woke”.

En segundo lugar Munilla destaca que “el islamismo fundamentalista se frota las manos viendo cómo nosotros mismos nos ‘suicidamos’ espiritual y físicamente”.

Pero además de lo vivido en París, el prelado vasco habla de la parte española y de cómo la retransmisión también se sumó a esta ola woke. De este modo, asegura que “la conexión española con esta decadencia francesa la dejó patente el periodista de TVE1, quien en la retrasmisión televisiva dijo: ‘Este baile profundamente revolucionario, anticlerical, antipatriótico (...) es un homenaje que han querido hacer a la cultura francesa, a Belcebú, a la máscara de hierro, al fantasma de la ópera’”.

Siguiendo con la conexión española, Munilla confirma esta “crisis de valores” y lo vincula al “anuncio de la derogación del delito por ofensa a los sentimientos religiosos e injurias al rey... (eso sí, que a nadie se le ocurra ofender ni injuriar a Macron y/o a Pedro Sánchez)”.

Pero en último lugar, el obispo hace un importante recordatorio: “Algunos olvidan que la última palabra no la tiene ningún tribunal humano, sino que la tiene Dios… de lo cual fue una metáfora el chaparrón con el que se deslució la fiesta”.