Cuando el lobo es el que guarda a las ovejas y además el que vigila los campos para que estén seguras. Lo que parece un absurdo es lo que ocurre en Bélgica con la eutanasia, país puesto como ejemplo junto a Holanda para legalizar esta práctica en España, y que cada día está más cerca de convertirse en realidad.
La pendiente resbaladiza que se produce en los lugares donde se aprueba la eutanasia tiene ya tal inclinación que amenaza incluso con llevarse por delante a sus responsables.
Un sistema de impunidad, ¿en peligro?
En Bélgica, funcionarios de la ciudad de Lovaina están en estos momentos investigando diez casos de eutanasia, es decir, de personas matadas por otras, que podrían no haberse realizado de manera legal.
Todo comenzó con el avisó al fiscal mediante una carta anónima dirigida al diario De Standaard. Hasta el momento tanto las autoridades como la Policía guardan un silencio sepulcral.
La carta afirmaba: “nuestro familiar falleció hace dos años y la eutanasia se llevó a cabo sin que los médicos nos informaran o siguieran el procedimiento necesario. Esta ha sido una experiencia muy traumática para nosotros”.
En Bélgica los médicos no están obligados a notificar a la familia si una persona quiere recibir la eutanasia, pero las asociaciones médicas lo recomiendan encarecidamente, tal y como recuerda Mercatornet.
En la carta anónima se citaban dos médicos, ambos asociados a un grupo de residencias de ancianos, cuya cabeza visible es una exministra, Inge Vervotte, que aseguró que los casos investigados tienen que ver con actuaciones de los médicos en domicilios privados y no en residencias.
El increíble caso de Distelmans
Y ahora es cuando entra en la ecuación el conocido doctor Wim Distelmans, oncólogo, que preside la comisión de control de la eutanasia, siendo además un entusiasta médico eutanasiador que presume de haberla practicado personalmente a cientos de pacientes.
El pastor es a la vez el lobo. Este médico, el más conocido en todo Bélgica que realiza eutanasias, es a su vez el presidente del principal lobby proeutanasia del país, LEIF. Pero además es el hombre al que recurren los medios de comunicación para comentar los casos de eutanasia.
En él comienza y termina todo. El doctor Distelmans es la eutanasia en Bélgica, país que no contempla que pueda haber un conflicto de intereses en el hecho de que la persona que debe controlar la aplicación “legal” y “ética” de la eutanasia sea la misma persona que practica cientos de de ellas. En otros países esto no se podría dar.
En el caso de la investigación de estas diez eutanasias presuntamente ilegales, Wim Distelmans ha asegurado que se supone que esta comisión de control de la que él es presidente debería estar informado de todos los casos de eutanasia que se produce, pero que no siempre sucede así. “Algunos médicos están felices de admitirlo”, afirma sin inmutarse este doctor.
“Lo que los médicos escriben, naturalmente lo damos por sentado como cierto”, afirmaba. Es decir, el comité de control controla poco o nada lo que hacen los médicos o él mismo en este caso.
A Tom Mortier no le avisaron que se iba a practicar la eutanasia a su madre, completamente sana.
De hecho, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha investigado la muerte en 2012 por eutanasia de una mujer, Godevila De Troyer, y cuyo médico era curiosamente el doctor Distelmans. El hijo de aquella mujer, Tom Mortier, afirma que él no sólo quedó fuera de aquel proceso de eutanasia sino que además se produjeron irregularidades legales en la forma en la que se llevó a cabo.
Mortier se quedó traumatizado cuando el Hospital Universitario de Bruselas le llamó para informarle de que su madre había muerto por eutanasia el día anterior. El hospital quería que retirara su cuerpo de la morgue. “Aún sigo intentado entender cómo es posible que se practique la eutanasia en gente físicamente sana sin tan siquiera contactar a los hijos”, dijo Mortier.
De Troyer sufrió una depresión tras el fracaso de una relación amorosa y pidió al médico que no contactara a sus hijos. El psiquiatra de De Troyer pensaba que su depresión podía tratarse y se negó a ayudarla a morir, por lo que ella se fue de “eutanasia shopping,” buscando un psiquiatra que quisiera autorizar el procedimiento. Wim Distelmans se ofreció, todo ello sin ser psiquiatra, y fue quien le administró la inyección letal.
Más casos del doctor Eutanasia
En enero de 2013, el Dr. Distelmans "eutanasió" a Marc y Eddy Verbessem, gemelos de cuarenta y cinco años, ambos sordos, que vivían juntos en la ciudad de Putte, donde trabajaban como zapateros. Los habitantes declararon que se podía ver a menudo a ambos hermanos hablando animadamente en el lenguaje de los signos. Los gemelos no tenían ninguna enfermedad terminal y tampoco sufrían físicamente, pero no podían soportar el hecho de que se estaban quedando ciegos.
Los hermanos Marc y Eddy Verbessem, gemelos de cuarenta y cinco años, ambos sordos, recibieron la eutanasia
“No había otra solución”, dijo el Dr. Distelmans. “Querían… ser independientes y al quedarse ciegos la independencia ya no era posible”. El deseo de autonomía es la razón que se cita con más frecuencia como motivo para pedir la eutanasia.
En febrero de 2013, el Dr. Distelmans administró la eutanasia a una mujer sana de cuarenta y cuatro años que sufría de anorexia nerviosa. En septiembre de 2013, el Dr. Distelmans "eutanasió" a Nathan (nacido Nancy) Verhelst, una persona transgénero infeliz con el resultado de su operación de cambio de sexo.
Robert Clarke, abogado que actúa en nombre de Mortier insiste en que “los hechos de este casi, y los requisitos de la ley en Bélgica demuestran que si legalizas la eutanasia no puedes controlarla”.
Artículo publicado originalmente en ReL en diciembre de 2020.