Un caso importante y revelador en Reino Unido muestra más caos y mentiras en el mundo del vientre de alquiler, agravado por la ideología LGTB, aunque la mayor parte de la prensa lo ha ignorado. La excepción son Martin Robinson en el Daily Mail y Julie Bindel en The Critic , que lo abordan.
Una pareja de hombres homosexuales, trabajadores de la industria del vientre de alquiler, adquirió en 2020 un bebé por gestación subrogada, pero sin pasar por una empresa, sino a través de un "acuerdo privado" con la gestante.
La madre biológica (que aportó el óvulo, es decir, la mitad de la carga genética, además de la gestación) quería mantener relación con el niño. Los dos gays al principio lo habían aceptado así, pero en cuanto se sintieron respaldados legalmente se lo impidieron.
Ellos reclamaron a los tribunales que querían un hogar cien por cien masculino, sin presencia femenina. Lo querían como parte de la identidad que querían construir para el bebé.
Ella insistió en los tribunales ingleses en 2024 (es el caso [2024] EWFC 20 del tribunal familiar), que nueve meses después han fallado que ella tiene derecho a visitas regulares y sin supervisión y que ellos no pueden impedirlo.
Por qué es importante el caso
El caso es un precedente importante e incluso histórico: refuerza los lazos legales entre las madres gestantes y los bebés que entregan en vientre de alquiler, debilita la posición de los compradores-padres por adquisición (no tiene nada que ver con la adopción) y, aunque no implicó a una agencia de vientres de alquiler, debilita las promesas de "exclusividad" que las empresas de vientre de alquiler hacen a los compradores: las gestantes no son invisibles e inexistentes, pueden venir y pedir cosas en tribunales y ganarlas. Las gestantes, las madres reales, no pueden, simplemente, ser borradas.
No se pueden dar los nombres de los implicados y la prensa inglesa usa las letras X, Y, G y Z para ellos. Nosotros usaremos pseudónimos completamente inventados: los adquisidores homosexuales Xenos y Yegor, 36 y 43 años, la madre Gala, de 36, y el bebé Zack.
Julie Bindel, periodista especializada en evidenciar el lado oscuro del vientre de alquiler, detalla que Gala "era una madre soltera de 36 años con un hijo adolescente y no tenía ni idea de lo que implicaba la gestación subrogada". Añade que los dos adquisidores "eran miembros de una agencia [de vientre de alquiler, Surrogacy UK, y estaban muy familiarizados con sus protocolos". Sin embargo, detalla Bindel, "en lugar de recurrir a la agencia, los hombres decidieron acelerar el proceso con un acuerdo independiente con Gala".
Ellos eran amigos de la hermana de Gala. Decían estar desesperados por adquirir un bebé (lo llamaban "completar nuestra familia"). Ante la "desesperación" de ellos, ella ofreció su cuerpo. No se aclara si además recibió dinero, aunque fuera bajo la excusa de "compensación".
Primero implantaron en Gala el óvulo de una donante, otra mujer distinta. No está claro si llegó a engendrarse un nuevo ser humano, pero este intento fracasó. Entonces probaron otra variante: fecundar un óvulo de Gala (no está claro con qué esperma). Así fue engendrado Zack. Nació en septiembre de 2020.
Un acuerdo presionada por un juez
En el momento de acordar el papel de Gala, antes de que engendrara, Xenos y Yegor aceptaban que Gala pudiera visitar y mantener relación con el bebé. Pero durante los meses de embarazo la relación entre la embarazada y los gays se deterioró. Ellos incluso temieron que Gala al final no les entregara el bebé.
"Tras el nacimiento, G. no dio su consentimiento inicial a la orden parental, en virtud de la cual perdería la responsabilidad parental, temiendo quedar excluida de la vida del niño. Pero durante una larga audiencia on line en la que estuvo sola y sin representación, a diferencia de los hombres, el juez presionó a G. para que aceptara la orden parental junto con un acuerdo de contacto llamado 'orden de arreglos para el niño'", detalla la periodista Julie Bindel.
En enero de 2022 la pareja gay le impidió el acceso al niño, en la puerta de la casa de ellos para una visita preestablecida. Se produjo un altercado que se grabó en audio, un juez llegó a escucharlo y lo calificó de "horrendo" (además, fue en presencia del pequeño). Le dijeron a la mujer que “albergaba el deseo de una relación inapropiada” al querer que el niño la reconociera como su madre y la acusaron de haber “rechazado el papel de 'subrogada'". Finalmente, ellos amenazaron con llamar a la policía.
Tras esa escena, los dos homosexuales emprendieron procesos legales para borrar a Gala de la vida del niño. Solicitaron al tribunal que se modificara el acuerdo de contacto. Gala, por su parte, solicitó que se revocara la orden parental. En noviembre de 2022 ganó Gala: su responsabilidad parental se reforzó y la perdían los hombres. Pero los dos gays respondieron pidiendo una orden de adopción.
El factor de la ideología LGTB
En esta fase es cuando se hizo evidente la carga ideológica fuerte del asunto. Xenos y Yegor declararon en el juicio que ellos querían específicamente para el pequeño Zack una "familia sin madre", que lo estaban criando, dijeron, "en la comunidad LGTB".
Era una decisión directa y deliberada de los dos homosexuales de impedir al bebé su derecho a una madre (a su madre, de hecho). Ellos insistían en que no había espacio "para ella" porque "él sólo tiene padres del mismo sexo".
Gala dijo que el niño la reconocía e intuía que ella era su madre. Los dos homosexuales respondieron que atreverse a decir eso era homofóbico. Los gays insistieron en que ella buscaba una "relación inapropiada" (de cercanía al bebé que gestó 9 meses y lleva su genética).
Xenos y Yegor alegaron que si ella tuviera un contacto regular con el bebé, daría a Zack la impresión de que tener dos padres varones hacía que su familia estuviera incompleta... lo cual es completamente cierto, y más que evidente.
Cabe entender que el negocio del vientre de alquiler orientado a varones homosexuales necesite invisibilizar a las gestantes aún más que en el negocio con parejas de hombre y mujer. Según esto, una mujer "por compra/adquisición" puede intentar competir con la mujer que es madre biológica, pero un par de hombres no tienen ni por donde empezar a competir con una madre biológica.
Ser "sin madre" como una identidad a reivindicar
Insistían en que Zack tenía ya una identidad: ser hijo de "padres del mismo sexo", criado en el seno de la comunidad LGBT y que pertenecía a una “familia sin madre”. Acusaron a Gala de homofobia. Le dijeron: "No hay ninguna vacante que llenar sólo porque [el bebé] tenga padres del mismo sexo”.
Según los dos gays, si Gala ejercía cualquier rol maternal (simplemente estando a la vista o cerca) enviaría el mensaje de que una familia gay está incompleta o es inadecuada, argumentaron. Y, por supuesto, osar incluso sugerirlo es tabú para el lobby LGTB.
El tribunal designó un "portavoz del menor" que repetía el mismo discurso: era importante transmitir "el mensaje correcto", y el "mensaje correcto" es que no se puede cuestionar de ninguna manera la entrega de bebés a parejas gays, y la presencia de una mujer desafiaba ese mensaje.
Hay que tener en cuenta que Xenos y Yegor no eran "padres adoptivos": no habían pasado los largos requisitos para tal cosa. El vientre de alquiler es atractivo y un gran negocio, precisamente, porque pagando a la empresa cualquiera puede adquirir un bebé sin pasar por tribunales ni exámenes de idoneidad.
La victoria de la madre: derecho a visitar al niño
Gala insistió, acudió al despacho de abogados 1GC Family Law, dio la batalla legal y ahora la juez Theis dictaminó que Gala mantendrá responsabilidad parental sobre el niño, estableciendo que el niño "vive con" Xenos y Yegor pero "pasará tiempo" con Gala.
La juez considera que Zack "prospera al cuidado de Xenos y Yegor, eso no se cuestiona, y Gala nunca ha sugerido que no debería vivir con ellos".
El niño tiene apenas 4 años, pero la juez lo consultó y dijo: "Zack ha visto a Gala recientemente y ha expresado el deseo de verla de nuevo". Eso fue un elemento importante para la sentencia.
Otro elemento importante es que un psicólogo infantil dijo al tribunal que los dos gays intentaban "borrar a la madre" de su familia, lo que, según él, no reflejaba la realidad (porque la madre existe) y no era lo mejor para el niño.
"La juez criticó a los hombres por culpar a G. de todo lo que salía mal", detalla Bindel. Y añade que "la sentencia también planteó preguntas sobre cómo se le explicaría al niño una orden de adopción, dado que se habría emitido sin el consentimiento de su madre".
La juez animó a los tres adultos implicados a buscar "terapia" para "reparar sus relaciones" para trabajar por las "necesidades de bienestar" del niño.
A la industria del vientre de alquiler y a los gays varones que adquieren (compran) bebés, les interesa minimizar e invisibilizar a las madres y su lazo con el bebé.
Educados en la fantasía del negocio: que las madres no existen
La periodista Julie Bindel, que con frecuencia explica que ella misma es lesbiana, está a favor de entregar niños en adopción a parejas del mismo sexo, pero a través del sistema de adopción, que busca familias idóneas, y no a través del negocio del vientre de alquiler, un negocio dañino que Bindel critica.
Bindel cita al psicólogo del juicio y señala el "elefante en la habitación": a los dos gays les da miedo que Gala, la verdadera madre, exista, que Gala se relacione con el niño, que tenga un vínculo maternal. "El psicólogo descubrió que los hombres tenían dificultades para 'aceptar la realidad' de la concepción del niño y para considerar qué sentido podría darle el niño a la situación cuando creciera".
Ellos se educaron en la industria del vientre de alquiler y creyeron la fantasía mentirosa que allí se repite: que no hay mujer, que no hay madre, que la gestante es una "subrogada", algo invisible, casi inexistente, sin sentimientos implicados. Bindel denuncia que "los profesionales que intervinieron en su nombre los apoyaron en esta fantasía". Fue el psicólogo quien dijo que ellos querían "borrar a la madre" (y la realidad).
Bindel también señala otra cosa que le parece novedosa y preocupante: "En el espacio de unos pocos años, la frase 'sin madre' ha dejado de ser una triste descripción de ausencia para ser ¡una identidad en positivo!, y defendida en los tribunales". Y la industria del vientre de alquiler está encantada: ellos venden distintos productos, especialmente "niños sin madre". Pero la madre existe, y borrarla es injusto y fuente de más injusticias.
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