El primero en dar eco de la noticia fue el diario británico The Telegraph, que descubrió que, desde el 1 de enero de este año, Facebook estaba insertando una publicidad de Abortion.com proponiendo localizar al proveedor de abortos más cercano a la zona del usuario y dando un número de teléfono gratuito. El sitio se centra en Estados Unidos, pero también enumera las clínicas abortistas en el Reino Unido, Canadá y Nueva Zelanda. El sistema de inserción de anuncios de esta red social funciona de modo que el anunciante puede definir el target, es decir, el público más adecuado, para insertar en sus perfiles anuncios «adaptados» a sus preferencias: mujeres, de una edad comprendida entre los 20 y 40 años, residentes en un determinado lugar... Por desgracia, esta vez lo han hecho con escasa prudencia.

Willard Foxton, el reportero del diario británico que descubrió la noticia, se puso en contacto con Facebook para saber hasta qué punto eran conscientes de dicha publicidad. El gigante de las redes sociales alega que, teniendo en cuenta sus políticas publicitarias, los anuncios de proveedores de abortos están permitidos: «La publicidad de servicios de asesoramiento después de la concepción está permitida por las normas de Facebook, tal y como también lo está en los medios de comunicación impresos y electrónicos en el Reino Unido», señaló un portavoz. «A diferencia de otros medios de comunicación, si a la gente no le gusta un anuncio que ve en Facebook, pueden eliminarlo haciendo click en la X que se encuentra en la esquina del anuncio», se defienden.


El sistema de búsqueda y selección del público adecuado para los anuncios de Facebook ya había sido objeto de polémica anteriormente, pero ahora vuelve a estar encima de la mesa porque el tema es aún más delicado de lo habitual: ¿Qué investiga o adivina Facebook del estilo de vida del usuario para suponer que entra dentro de un target capaz de considerar la opción de abortar llegado el momento? «¿Había algo en sus fotos o en sus estados que accionó un interruptor que hizo al algoritmo asumir que estaba embarazada?», se pregunta Foxter. «Pagaría mucho dinero para saber exactamente qué términos de búsqueda o palabras clave está buscando el anuncio abortion.com». Cuando se le ha preguntado sobre esto, Facebook no quiso dar ninguna información sobre las palabras clave específicas.

Es cierto que, a diferencia de otros muchos lugares, Facebook permite eliminar el anuncio haciendo simplemente click en la esquina derecha. La opción incluye también hasta especificar la razón por la que el usuario no desea volver a ver el anuncio, y una de las posibilidades es «Va en contra de mis opiniones» (Against my views, en inglés). También hay una opción para ocultar un anuncio específico, o todos los anuncios de esa empresa en particular. Pero la pregunta es, ¿es esto suficiente? Evidentemente, no.

La diferencia fundamental es que ver un anuncio de una clínica abortista en un periódico no quiere decir que esté dirigido a toda persona que lo lee. Pero verlo en el propio perfil de Facebook significa que sí, significa que esa persona ha sido buscada, examinada y localizada como público adecuado. Y eso puede molestar, y mucho. Por ejemplo, como indica el reportero, « es una apuesta segura imaginar que las mujeres que abortado no quieren que se les recuerde este hecho al iniciar sesión para compartir una imagen o actualizar su estado». Y esto, añade, «incluso dejando a un lado a todo el que sea pro-vida o profundamente religioso».

La «doble moral» de Facebook
Por otro lado, como acusa la página LifeSiteNews.com en referencia también a esta noticia, el gigante de las redes sociales ha sido objeto de críticas por parte de activistas pro-vida en los últimos años por su supuesta parcialidad a favor del aborto: «Facebook siempre ha censurado las imágenes gráficas de aborto —incluso ha suspendido cuentas pro-vida—», asegura. «Sin embargo, en febrero de 2012, permitió un post de la fundadora de Women on Waves, Rebecca Gomperts, en el que daba instrucciones para realizarse un aborto químico do-it-yourself (háztelo tú mismo). El proceso incluía mentir a un farmacéutico para obtener los medicamentos que se necesitaban», denuncia.