Si el pasado 14 de diciembre, el Gobierno español daba su apoyo a la causa de Asia Bibi, la cristiana encarcelada y condenada a muerte en Pakistán tras ser acusada de blasfemia, ahora es el Ejecutivo italiano el que ha dado un paso al frente.

«Su historia es un ejemplo notable de cómo hoy en día ser seguidores de la palabra de Cristo puede llegar a convertirse en un crimen, cuando el extremismo no vacila en detenerse ni siquiera ante una mujer sola e indefensa», publicó en un artículo antes de finalizar el año el primer ministro italiano Mario Monti, en el que hace un llamamiento al presidente paquistaní, Asif Ali Zardari, para pedir su liberación.

Ayer, el ministro italiano de Exteriores, Giulio Terzi, daba un paso más al ordenar a la Embajada en Islamabad que intervenga ante las autoridades paquistaníes para que se revoque tan pronto como sea posible la pena de muerte contra ella.

Tal es la implicación del Ejecutivo de Monti, que Terzi aprovechó la reciente Cumbre de la OTAN en Chicago para reunirse con su homólogo de Pakistán, Rabbani Khar, para tratar únicamente este asunto.

«Como cristiano y como ciudadano doy las gracias a los presidentes del Senado y de la Cámara de Representantes y al primer ministro Monti por haber dado pruebas de gran unidad nacional al sumarse a la campaña para salvar a Asia Bibi», señaló el ministro de Cooperación e Integración, Andrea Riccardi, también fundador de la Comunidad de San Egidio, dedicada a promover el diálogo y el ecumenismo en todo el mundo y que cuenta con más de 30.000 miembros en al menos 34 países.