La filtración del borrador del Tribunal Supremo de EEUU, que ya se ha confirmado como auténtico, y que muestra que la sentencia Roe vs Wade que impuso el aborto en todo EEUU en 1973 sería revocada ha provocado una tormenta sin precedentes en Estados Unidos, pero también a escala global.
La trascendencia social, política y económica que supondría la anulación de la sentencia ha quedado de manifiesto con las exacerbadas reacciones de los proabortistas, empezando por el propio presidente de EEUU, Joe Biden, y llegando incluso a los episodios violentos protagonizados por activistas en ciudades como Washington DC o Los Ángeles.
En caso de que la sentencia coincidiese con el borrador no significaría que se prohibiera el aborto en EEUU sino que esta posibilidad regresaría a los legisladores de los estados, por lo que habría muchos de ellos que decidirían limitar hasta el extremo o incluso prohibir el aborto, y otros que tendrían leyes que permitieran acabar con el feto hasta el nacimiento, como ya es el caso de Nueva York.
Desde un principio los grupos provida temían que esta filtración fuera interesada y tuviera como objetivo principal provocar una campaña de enorme presión social y política para conseguir que alguno de los jueces que tuviera pensado votar a favor de anular Roe vs. Wade cambiara de parecer.
Todo apunta a que esta previsión se está cumpliendo. En Life News informan que esta filtración podría haber salido del entorno de la juez de la Corte Suprema, Sonia Sotomayor, nominada para el Tribunal por Barack Obama. Para ello, citan los posibles vínculos entre un miembro de su equipo más cercano y los autores del reportaje de Politico, medio que publicó este borrador filtrado.
Los poderosos ataques contra los jueces
Lo cierto es que la presión a la que están ahora sometidos los miembros del tribunal es inmensa. ¿Resistirán o conseguirán su objetivo de cambiar alguno de los votos?
“Creo que el derecho de una mujer a elegir es fundamental, Roe ha tenido el peso de la ley durante casi cincuenta años, y la equidad básica y la estabilidad de nuestro ordenamiento exigen que no sea anulada”, dijo Biden, que se autoproclama católico. Pero poco después pasó directamente al ataque asegurando que el texto del juez Alito era “radical” y llegó a llamar “extremistas de Trump” a los magistrados alineados con la posibilidad de derogar la sentencia.
La vicepresidenta de EEUU, Kamala Harris, también traspasó la línea al atacar a los magistrados. "¡Cómo se atreven a decirle a una mujer lo que puede o no puede hacer con su propio cuerpo! ¡Cómo se atreven a negar a las mujeres sus derechos y libertades!", amenazaba por televisión la que ejerce también como presidente del Senado.
Mientras tanto, la también autodeclarada católica Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, y el líder de la mayoría en el Senado, Chuck Schumer, lanzaron una serie de acusaciones durísimas y gravísimas contra los jueces que votarían contra la imposición del aborto.
En una declaración conjunta aseguran: “la Corte Suprema está preparada para infligir la mayor restricción de derechos en los últimos cincuenta años, no solo a las mujeres sino a todos los estadounidenses. Los votos informados de los jueces designados por los republicanos para anular Roe vs. Wade se considerarían una abominación, una de las peores y más dañinas decisiones de la historia moderna. Varios de estos jueces conservadores, que de ninguna manera son responsables ante el pueblo estadounidense, mintieron al Senado de los EEUU, rompieron la Constitución y profanaron tanto los precedentes como la reputación de la Corte Suprema, todo a expensas de decenas de millones de mujeres que pronto podrían ser despojados de su autonomía corporal y de los derechos constitucionales en los que han confiado durante medio siglo”.
Las presiones de otros senadores, congresistas, gobernadores y grandes empresas acaban tan sólo de comenzar. El objetivo parecía claro, asustar a los jueces para que piensen nuevamente lo que van a firmar.
Mientras tanto, el presidente del Supremo, John Roberts, asegura que estas presiones no socavarán la independencia del tribunal, los disturbios se han producido en varias partes del país, donde manifestantes proabortistas agredieron a agentes de Policía en Los Ángeles, y los obligaban a intervenir en Washington.
Incluso en Manhattan, la fiscal general del estado de Nueva York, Letitia James, acaba de afirmar y presumir públicamente que hace 20 años “entró con orgullo en Planned Parenthood” para abortar a su bebé.
El aborto, una nueva “religión”
Por el contrario, desde el ámbito provida consideran que la furibunda y agresiva reacción por parte de las más altas esferas del poder en defensa del aborto muestra hasta qué punto se ha convertido para ellos en una especie de pseudoreligión.
Así lo cree que el senador por Misuri, Josh Hawley. En declaraciones a Fox News ha llegado a asegurar que “el aborto es una religión para la extrema izquierda” en Estados Unidos.
Este nivel de hostilidad y violencia potencial demuestra –según asegura el senador republicano- que “están dispuestos a hacer cualquier cosa para defender esa religión e imponerla a todos los demás. Y es por eso que están dispuestos a quemar la Corte como institución”.
De hecho, recordó como Pelosi llegó a definir como “tierra sagrada” el permiso de que existan abortos tardíos.
De este modo, Hawley advirtió que este fervor “religioso” a favor del aborto puede desembocar en violencia, algo que ya ha empezado a ocurrir. “Estamos en ese punto”, insistió, pues cree que el objetivo final de esta deriva de los últimos días es “secuestrar la institución (el Tribunal Supremo)” e imponer su “religión” abortista al conjunto de la nación.
¿Cuántos estados podrían llegar a prohibir el aborto?
En el borrador filtrado a Politico el juez Alito dejaba constancia de que “es hora de hacer caso a la Constitución y devolver el tema del aborto a los representantes electos del pueblo”. Esto significa que sería cada estado el que legislase sobre el aborto, lo que abriría la posibilidad de que haya unos que lo prohíban y otros que mantengan sus actuales legislaciones.
Desde que se produjo el escándalo se ha especulado mucho sobre este asunto. El aborto no se prohibirá en todo el país pues hay estados grandes y tradicionalmente demócratas como Nueva York o California donde las legislaciones abortistas lejos de restringirlo lo han ampliado.
Los estados de la costa este y oeste, la mayoría en azul oscuro o gris, serían los que seguirían manteniendo el aborto. Los estados con un color naranja intenso serían los que prohibirían el aborto, mientras que los de color menos intenso podrían hacerlo si se cumplieran ciertas circunstancias en el futuro.
Sin embargo, tanto grupos provida como abortistas coinciden en que el aborto podría llegar a prohibirse, si se llegara el caso, en algo más de 20 estados, menos de la mitad del total. Incluso en estos estados provida habría que ver si todos los gobernadores llegarían a promulgar leyes que prohibieran totalmente el aborto.
Estos serían los estados que sí podrían llegar a prohibirlo: Texas (29 millones de habitantes), Idaho (1,8), Utah (3,2), Arizona (7,1), Dakota del Norte (700.000), Dakota del Sur (800.000) Oklahoma (4), Iowa (3,1), Misuri (6,1), Arkansas (3), Luisiana (4,6), Wisconsin (5,9), Michigan (10), Ohio (11,8), Virginia Occidental (1,8), Kentucky (4,5), Tenneesse (6,9), Carolina del Sur (5,1), Georgia (10,1), Alabama (5) y Misisipi (3).
En total, en estos estados viven 127 millones de personas, algo menos de un tercio de la población de Estados Unidos.
Sin embargo, en estas clasificaciones incluyen también como estados que en un momento dado el clima social pudieran en un futuro prohibir el aborto a Florida (21,5 millones de habitantes), Indiana (6,8), Montana (1), Wyoming (570.000) y Nebraska (1,9), que suman casi otros 32 millones de habitantes más.