Una mujer identificada como Rose Doe ha presentado una demanda contra las autoridades de Nueva York y el personal de la cárcel de mujeres de Rikers Island tras haber sido presuntamente violada a los 21 años por un hombre, informa Voz Media.
Según las palabras de la demandante ya no sería necesario llevar a cabo ninguna alteración física ni registral para que un preso pueda ser considerado transgénero y, por tanto, una supuesta mujer.
Tal y como confirmó al New York Post el abogado de la víctima, Nicholas Liakas, la demandante dispondría de pruebas y relatos desde dentro de la prisión que muestran que "mientras el recluso hacía la solicitud [de transferencia] "el oficial dijo algo como 'si quieres entrar al centro de mujeres, todo lo que tienes que hacer es decir que 'eres trans'".
El presunto agresor ya habría estado implicado en al menos cinco reclamaciones abiertas sobre violaciones e incidentes sexuales antes de cometer la violación denunciada por Doe.
"No soy transgénero, me gustan las mujeres"
El mismo saludo del hombre a la reclusa y víctima fue toda una declaración de intenciones, según Doe, que recuerda las palabras de presentación: 'No soy transgénero. Soy heterosexual. Me gustan las mujeres'".
Las autoridades de la prisión no solo habrían "levantado la mano" con el recluso trans, sino que tampoco habrían puesto medidas para impedir el incidente.
Por ello, la víctima ha incluido en la demanda a agentes del correccional, al director interino y a otros funcionarios que no proporcionaron las medidas de seguridad pertinentes.
Entre otros nombres, la demanda incluiría a las oficiales Jennifer Cruz y Rashida King, por haberse negado a sacar al agresor y a impedir que Doe recibiera la atención médica adecuada tras las agresiones.
"Me importa un carajo"
En el caso de Cruz le habría dicho a Doe y otras reclusas que no lo que pudiera pasarles le "importaba un carajo".
El Post describe cómo el episodio sucedió ante la permisividad de las autoridades. La reclusa alegaba que "los oficiales rara vez estaban en sus puestos" durante los primeros compartiendo celda con el hombre, cuando comenzaron los actos intimidatorios. Durante el último de los episodios antes de la violación, la reclusa recuerda que el guardia "no hizo nada más aparte de gritarle que saliera del baño".
Cuando el director interino de prisión, Floyd Phipps, admitió por escrito que el hombre no era "adecuado" para el módulo y que Rose Doe no quería "permanecer en la unidad al sentirse insegura"; ya era tarde.
El personal penitenciario no logró sacar al depredador sexual del módulo de mujeres antes de que atacase una vez más: durante la mañana del 7 de abril, la agredió nuevamente hasta violarla. La víctima solo fue separada de su agresor gracias a sus compañeras de módulo, al que alejaron e invitaron a marcharse tirando sus pertenencias.
Más de dos meses después del incidente del 7 de abril, los investigadores de la cárcel le dijeron a Doe que no había "pruebas suficientes" para pronunciarse sobre lo que había ocurrido, según los documentos judiciales.
En declaraciones a NBC New York, que informó por primera vez sobre su demanda, Doe dijo que todavía vive con miedo.