Las declaraciones del actor británico Rupert Everett han soliviantado al lobby rosa en su pretensión de equiparar las uniones homosexuales con el matrimonio y, en consecuencia, con la adopción. En una entrevista concedida este domingo al Sunday Times Magazine, respaldó unas recientes declaraciones de su madre: "Ella piensa que los niños necesitan un padre y una madre, y yo estoy de acuerdo con ella. No se me ocurre nada peor que ser educado por dos padres gays".
El caso es que Everett salió del armario en los años 90 y no ha tenido problema después en reconocer y explicar públicamente su homosexualidad. Por eso ahora su opinión, viniendo de un intérprete en la madurez de su carrera, triunfante a sus 53 años en el escenario y en la gran pantalla, y cuando era un referente para la comunidad gay, ha sido muy mal recibida por los grupos de presión que quieren que se facilite la adopción a parejas de hombres o de mujeres en pie de igualdad con las que forman hombre y mujer.
Recientemente, la madre de Everett afirmó que supo de la homosexualidad de su hijo desde que cumplió 18 años, y que, a pesar de que conoce a su pareja masculina, sigue con la ilusión de que se Rupert casase y le diese nietos: "Yo creo que los niños necesitan un padre y una madre. Se lo he dicho y lo acepta muy bien, no se enfada conmigo. Sólo sonríe".
Ahora hace algo más que sonreír: ha roto el tópico políticamente correcto de que todos los homosexuales apoyan la agenda del lobby homosexual. "No hablo en nombre de la comunidad gay. De hecho, no me siento parte de ninguna ´comunidad´ salvo la humanidad".
Everett declaró en 2009 que confesar su homosexualidad le había perjudicado en su carrera. Trabajo, en cualquier caso, no le ha faltado, destacando en su filmografía títulos taquilleros como Mi novia es un zombie (1994) o La novia de mi mejor amigo (1997), junto a Julia Roberts o La importancia de llamarse Ernesto (2002).