El cardenal de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, se pronunció ayer por primera vez respecto al proyecto de macrocasinos de Eurovegas y pidió que se analicen sus efectos en las familias y las personas.

Lo hizo en una entrevista ayer viernes 31 de agosto en la emisora catalana COMRàdio, convirtiéndose en el primer cardenal español en tratar el tema.

"El dinero no lo es todo; es necesario, pero también hay que sopesar las consecuencias", respondió cuando se le preguntó por el proyecto y sus supuestos beneficios económicos.

El cardenal no quiso oponerse expresamente a Eurovegas, porque aseguró que aún no se tienen todos los datos sobre este proyecto, pero ha pedido que se analicen las consecuencias que puede tener el juego en determinadas personas y familias, "las incidencias, las limitaciones, las condiciones y los frutos económicos".


En junio se pronunció el obispo de la vecina diócesis de Sant Feliu, Agustín Cortés, en un documento en una línea cercana, pidiendo que se tenga en cuenta el "precio humano".

"El precio humano, la pérdida de calidad humana que supondría, sería real y profunda, aunque permanezca escondida junto al espejismo de un posible beneficio. [...] El conjunto de elementos que rodean este tipo de negocio con una tal magnitud, de hecho, determinan todo un mundo, un estilo de vida, que podemos calificar de "degradante" para la persona humana. El dinero fácil, la falta de escrúpulos, los abusos de todo tipo, el consumo y el desenfreno sin freno, acaban ofreciendo un terreno abonado para todo tipo de agresiones a la dignidad de las personas e, incluso, de enfermedades con graves repercusiones sociales, como ludopatías, drogadicciones, dependencias, depresiones ..."


Sistach pide analizar los efectos en familias y personas, algo que han hecho los obispos de otros países enfrentados a macrocasinos. Los obispos de Ontario en 1998 enumeraron los problemas que causaban los casinos en su región: empleo de poca calidad, sueldos bajísimos, generan adictos, dañan más a los más pobres, no es posible proteger a los menores de ese ambiente, a menudo representa una adicción secreta, que se descubre muy tarde, cuando está muy arraigada en la persona... Entre 1998 y 2008 los obispos canadienses escribieron mucho del tema. El arzobispo Richard Smith lo resumía en 2010 hablando del “falso Edén del juego” en su ‘Pequeño catecismo sobre el juego’.

En noviembre de 2011, el obispo de Pensacola, portavoz de la alianza de iglesias contra los macrocasinos, insistía en que “victimizan a los pobres y fomentan la adicción al juego. A medida que aumentan los ingresos del juego, los ingresos regulares dependerán de los que son adictos a los juegos de azar, muchos de los cuales ya se encuentran entre las filas de los más pobres de la comunidad”. Y el obispo de South Bend, Indiana, recordaba en 2010 los datos de los estudios que envuelven al juego: el juego compulsivo es una enfermedad reconocida por la asociación de Psiquiatría; el 30% de lo gastado en juego en Louisiana provenía de jugadores compulsivos y enfermos; y el 36% de lo recaudado en las tragaperras en Montana venía de jugadores compulsivos y enfermos.


Mientras tanto, en España este tipo de datos apenas circulan en los medios, y menos aún en la prensa "de derechas". TripAdvisor ha realizado una encuesta bastante modesta preguntando sobre Eurovegas a 743 españoles (no necesariamente de las regiones implicadas), del 26 de julio al 6 de agosto. Esta primera encuesta revela que las promesas de empleo y riqueza de Eurovegas habrían seducido a la mitad de la población (un 49%), mientras que un 36% de la ciudadanía está en contra del macrocomplejo de juego y un 15% no se atreve a pronunciarse sobre el tema.

A los encuestados se les preguntó básicamente por cómo creen que afectará "Eurovegas" al turismo en España. Los favorables a Eurovegas creen que atraerá turismo (77%), generará empleo (85%), atraerá inversiones (64%) y reforzará la imagen de la región como destino turístico (43%).

Los que mostraron su rechazo al macrocasino consideran que generará más crimen e inseguridad (69%), perjudicará la imagen turística de la región (55%), atraerá turismo de poca calidad (44%) y generará más gastos que ingresos (38%).