A sus 33 años, Abigail Favale es uno de los mayores azotes del feminismo y la ideología de género. Y lo es gracias a los largos años de su vida que dedicó a la militancia en ambas corrientes hasta que en 2014 tuvo una conversión eucarística tumbativa.
Educada en el seno de una familia evangélica, desde su conversión a la fe católica nunca ha renegado de sus orígenes, pues como explica, no considera su fe católica como un rechazo a su educación evangélica, sino la "culminación" de la misma.
Sin embargo, Favale si encuentra cierta relación de su militancia feminista con su primera educación cristiana.
“Una faceta de esto fue la ausencia de cualquier sentido de genealogía femenina, mujeres que habían vivido vidas heroicas de fe que ayudaron a dar forma a la Iglesia. En el mundo del protestantismo evangélico todos los aspectos claramente femeninos del cosmos cristiano -María, la Iglesia como madre, las santas- se han eliminado, dejando sólo los aspectos masculinos. Sin el equilibrio complementario, esos aspectos masculinos se hicieron grandes y despertaron en mí un deseo de buscar el significado sagrado de la feminidad”, relató a Catholic World Report.
Durante su etapa feminista evangélica, no tardó en considerarse a sí misma como su propia "autoridad interpretativa", en "rezarle a Dios como madre -y perder poco después el deseo de rezar- y finalmente a convencerse de que la promiscuidad sexual y el aborto eran "buenos para la mujer".
Tras años de adoctrinamiento, Favale comenzó a sentirse prisionera de los encasillamientos ideológicos a los que estaba sometida, como si todo fuese "blanco o negro". Y, paradójicamente, encontró en el catolicismo, la maternidad y el matrimonio y la Eucaristía su fuente de liberación: "El cosmos católico abrió una nueva forma de ver [el mundo]. Era mucho más colorido, variado, complejo y hermoso", relató al narrar su conversión.
Desde entonces, comenzó a orientar todo su potencial entregado durante años a la dialéctica y la confrontación a la defensa de la vida y la fe, el matrimonio y la maternidad.
Lo hace escribiendo -como muestran sus libros Into the Deep: An Improved Catholic Conversion o The Genesis of Gender: A Christian Theory, donde derriba la ideología y el paradigma de género. También como articulista en portales católicos como The Atlantic, First Things, Church Life, The Pillar, Catholic World Report o en su propio blog, como profesora en el Instituto McGrath para la Vida de la Iglesia en la Universidad de Notre Dame o como directora y doctorada del Programa de Honor Willam Penn en la Universidad Georg Fox, en Oregón.
En una serie de entrevistas concedidas durante las últimas semanas a The Pillar y a Catholic World Report, Favale ha dirigido una serie de consejos para enfrentar la ideología de género desde su cosmovisión católica, pero sin renegar de algunos aspectos prácticos que considera útiles y razonables de algunas corrientes que ha profesado:
1º Las ideologías no surgen "de la nada": es necesario conocerlas
Para Favale, no es solo útil -"es incluso vital"- tener una visión dimensionada y completa del mundo y cuestionarla, en la que doctrinas como el posmodernismo o la ideología de género "no surgen de la nada" sino que tienen sus fundamentos y argumentaciones. Por ello, explica, uno de los primeros pasos para enfrentar las nuevas ideologías desde la fe pasa por conocer los "cambios culturales y filosóficos que han estado ocurriendo durante mucho tiempo". Un proceso que ha conducido a que hoy "se den por sentadas premisas -en el paradigma de género-" que deben ser primero conocidas para poder ser enfrentadas.
2º Fundamentar la identidad en los orígenes
Para Favale, el Génesis es de gran importancia. No solo porque diga "de dónde venimos, sino porque define quiénes somos y nuestro objetivo final. El mundo contemporáneo está obsesionado con la identidad y trata de fundamentarla en algún terreno sólido. Para el cristiano, el debate sobre la identidad debe comenzar en el Génesis", explica. Especialmente, sus primeros tres capítulos, que exponen los elementos esenciales de la antropología católica: los seres humanos somos unidades de cuerpo y alma hechos a imagen de Dios". Con esta base, la alteridad sexual no puede ser presentada como dialéctica, sino que de hecho "es el broche de oro de la creación y una parte de cómo representamos de manera única el amor universal y dador de vida de Dios".
3º Conocer el origen ideológico del feminismo
Aunque el feminismo ha buscado dar respuestas "a problemas reales", Favale llama la atención de que en sus tres olas, el feminismo ha estado fuertemente influido por las ideologías dominantes -"la primera por el liberalismo político, la segunda por el marxismo y la tercera por el posmodernismo"- y por ello "también ha creado otros problemas reales".
4º Es importante tener claros los conceptos
Favale incide en la importancia de tener claros los conceptos a la hora de enfrentarse a la ideología de género y el feminismo contemporáneo. Así, define a una mujer como "un ser humano cuyo cuerpo está organizado en torno al potencial de gestar la vida dentro de sí mismo", mientras que considera definitivo del hombre su "potencial de crear vida en otro cuerpo". La palabra "potencial" es importante en este debate, pues [su capacidad] existe incluso si no se puede llevar a término y los hombres y mujeres que son infértiles siguen considerándose como hombres y mujeres -lo que ya excluye del debate numerosos géneros inventados-.
La definición terminológica a emplear en el debate no concluye con la "potencialidad": ser mujer -u hombre- se incluye en la biología, pero no solo en ella: "Es una persona completa que también tiene dimensiones psicológicas, espirituales, sociales y experienciales. En un nivel más profundo, feminidad y masculinidad tienen un significado sacramental, y la diferencia sexual es una característica dada por Dios".
5º Sacar al enemigo de casa: los peligros del porno y las redes
Preguntada por el creciente fenómeno trans, destaca que este puede ser una respuesta parcial "a narrativas negativas y reduccionistas" de la masculinidad y feminidad, que se muestran, por ejemplo, en la pornografía en edades tempranas y su consiguiente "imagen de los hombres como depredadores y las mujeres como víctimas".
"¿Qué les está enseñando eso a los jóvenes? No es extraño que tantas mujeres quieran dejar de serlo, si lo que las define es ser dominadas, explotadas y cosificadas. Por el contrario, veo en hombres dentransitioners -transexuales arrepentidos- una huida de la virilidad. ¿Quién querría crecer para ser un hombre su la masculinidad es tóxica? Vivimos en una sociedad desesperada por relatos positivos de cómo se puede crecer como hombre y mujer y que muestren la forma de vivir la sexualidad de una manera significativa en el mundo", plantea.
"Y quizá lo más importante, las redes sociales: los jóvenes viven cada vez más en Internet, un mundo incorpóreo donde es posible construir los propios avatares -asexuados o con un sexo diferente al real y biológico- y donde la realidad puede alterarse fácilmente. Las redes sociales están repletas de gente que difunde las virtudes de la transición de género y ofrecen `consejos´ para que otros jóvenes les sigan", añade.
6º Ni reaccionarios ni buenistas: amar y escuchar a la persona
Favale también destacó a The Pillar que, como católicos, es esencial en los debates de género "no alarmarse ni reaccionar de forma exagerada reforzando [lo que llaman] estereotipos de género tradicional". En lugar de ello, es preferible enfocar la conversación "en la encarnación y la bondad del cuerpo humano", así como "ayudar a los jóvenes a desarrollar su personalidad al mismo tiempo que se afirma la bondad y virtudes de su identidad sexuada".
Al mismo tiempo, previene de no confundir los defectos de la teoría de género con las personas que se adscriben a este lobby, de modo que "cada intervención sea caritativa, enfocada a la persona que tienes en frente y no a una categoría o una identidad abstracta": "Ama y di la verdad cuando se te pida y recuerda que todos somos un diamante en bruto, que Dios es infinitamente paciente con nosotros".
7º Agarrarse firmemente a la Verdad… y poner límites
Sin embargo, el amor por la persona no debe confundirse con renunciar a la Verdad. Por ello, urge a llamar a las cosas por su nombre y negarse a hacerlo de un modo "que no concuerde con la realidad".
Explica que, en casos controvertidos, opta por un "inconformismo silencioso": "Si me piden que ponga pronombres neutros o distintos al origen biológico, me niego a hacerlo. Y si me preguntan de manera directa podría expresar mi objeción de conciencia a la creencia de que mi género es una `preferencia´".
También menciona la importancia de mantener los límites basados en la Verdad, especialmente en el caso de padres con hijos que desean hacer la transición de género o les piden usar nuevos nombres.
"Creo que es crucial que los padres mantengan límites basados en la realidad. Los adolescentes necesitan superar los límites; necesitan explorar, cuestionar y luchar. Pero los padres deben mantener ciertos límites con amor y paciencia durante ese proceso de exploración, y mantener algunas barreras", añade.
8º Proponer algo más que un "no"
Sin embargo, no son pocos los casos en los que se alude y se confunde la fe católica con la obligación de valorar o secundar doctrinas como la feminista o de género.
Preguntada por los católicos que se ven forzados a enfrentar estas acusaciones, destaca la importancia de no quedarse en el "no a la ideología de género", de presentar una visión positiva de la persona humana y de comprometerse a acompañar a quienes enfrentan disforia de género, escuchar con compasión las difíciles experiencias, deseos y necesidades que llevan a la persona a aceptar la ideología de género".
"En respuesta a ella, debemos afirmar clara, enfática y repetidamente que cada persona es infinitamente amada. Todo el mundo necesita escucharlo. También en lo relativo al cuerpo, incluso en el contexto del sufrimiento o los límites físicos que señalan la dependencia mutua y de Dios", explica.
9º Vivir la compasión, la verdad y la valentía de la fe
Preguntada por la forma de vivir con coherencia su fe en un contexto adverso como el presente, destaca tres ayudas imprescindibles en su día a día: "Trato de equilibrar la compasión con la verdad. Para decir la verdad, me acuerdo de mi rebeldía feminista de nadar a contracorriente. Para la compasión, recurro a mi corazón de madre que ve a cada persona como merecedora de amor".
Por último, recurre a la oración en su parroquia como algo vital: "Me arrodillo en el altar y miro a María, flanqueada por Santa Inés, Santa Rita y Santa Catalina. Me miran fijamente y me siento rodeada por mis madres en la fe, mujeres increíbles valientes e imprudentemente devotas que se enfrentaron a una adversidad mucho mayor que la mía. Me encomiendo a su intercesión -especialmente a María-, esa es mi práctica espiritual fundamental, la entrega a María".
Y añade: "También me he hecho un gran tatuaje de Juana de Arco en el brazo. Pero eso no es para todos".