"Es evidente que hoy la prioridad es combatir por la fe. Por lo tanto nosotros no podemos perder de vista los demás principios de unidad de la Iglesia. Por ello es importante tener presente el espíritu, el papel y la misión del Papa en la Iglesia: está en juego el rostro visible de la Iglesia. La Fraternidad San Pío X, así como monseñor Lefebvre, nunca ha asumido una postura sedevacantista, según la cual ya no habría un Papa, etc. Cada vez que el Papa nos pide que hagamos algo, si no hay ningún conflicto con la fe o con los principios morales, nosotros obedecemos. ¡No tenemos elección! Es un reconocimiento de la visibilidad de la Iglesia. Hoy, yo creo que se nos ha pedido un acto de fe en la Iglesia".
El superior del distrito estadounidense subraya las posturas de los lefebvrianos sobre la libertad religiosa y el ecumenismo, que son "públicas y conocidas" y que la Fraternidad no ha hecho declaraciones de las que se pueda deducir una marcha atrás. Pero añade que la decisión con respecto al acuerdo con la Santa Sede "recae en el superior general".
"La Iglesia –afirmó Rostand– no es una democracia y tampoco lo es la Fraternidad San Pío X. Esto significa que algunos son responsables de ciertas cosas y toman las decisiones por los demás: es Nuestro Señor Jesucristo quien fundó la Iglesia de esta forma... No hay nada sorprendente en el hecho de que monseñor Fellay deba tomar decisiones que tendrán consecuencias para todos nosotros. Esto es normal".
Al final, el superior de los Estados Unidos amonesta a los que expresan su contrariedad internamente: "La Fraternidad San Pío X siempre ha atacado la colegialidad, una novedad del Vaticano II, porque disminuyó el poder del Papa... Ahora hay algunos que piden que la decisión sobre la relación con Roma no la tome solo monseñor Fellay, sino que la vote el capítulo, los mismos fieles o el conjunto de los sacerdotes... ¿Pondremos entonces en práctica algo que va en contra de aquello por lo que hemos luchado durante cuarenta años?".