¿Qué piensa el Papa acerca de que se celebre la confirmación antes de la Primera Comunión, a los 7 u 8 años? El obispo Samuel Aquila, de Fargo (EEUU), que aplica este orden, ha explicado que le sorprendió "lo que el Papa me dijo, al comentarme lo feliz que le hacía que los sacramentos de iniciación cristiana hubieran recuperado el orden apropiado: bautismo, confirmación y primera comunión”.

Aquila y otros cuatro obispos provenientes de Dakota del Norte y Dakota del Sur se han encontrado con el Papa en visita “ad limina” junto con otros obispos norteamericanos este 8 de marzo.

El Santo Padre preguntó al obispo de Fargo si “había empezado a hablar de este tema con otros obispos”. El obispo le explicó que él y algunos obispos de las dos Dakotas estaban tratando de conseguir “la restauración de este orden de los sacramentos”.

En los últimos 7 años la dócesis de Fargo ha cambiado el típico orden de los sacramentos de iniciación: en vez de recibir la confirmación en tercer lugar y con más años, ahora los niños la reciben antes de celebrar la primera comunión. Aquila justifica estos cambios porque “realmente de esta manera se pone el énfasis en la Eucaristía como culminación de los sacramentos de iniciación” y la confirmación se entiende como “una forma de completar y sellar el sacramento del Bautismo”.

El prelado de la diócesis de Fargo afirma que cuando los sacramentos se imparten en este orden, se convierte en algo obvio que “tanto bautismo como confirmación conducen a la Eucaristía”. Para él, esta asistencia sacramental ayuda a los católicos a vivir “esa relación íntima al ser los hijos e hijas amados por el Padre en nuestro día a día” y cree que los cambios evitan “algunas teologías falsas que ven la Confirmación como el sacramento de la madurez o el sacramento por el cual yo elijo a Dios”.

Así, afirma, los más jóvenes en Fargo ahora tienen “la plenitud del Espíritu Santo y la culminación de los dones del Espíritu Santo para que les asista en su vida dentro del mundo, especialmente “en los juicios y pruebas que tienen que afrontar en el colegio y el instituto”.

Hace unos años Aquila apoyaba la idea de que la confirmación es un “sacramento de madurez” que debería reservarse para los adolescentes. Pero su visión cambió tras estudiar más a fondo el tema, trabajar con los sacramentos de iniciación a la vida cristiana y experimentar con niños que fueron confirmados al entrar en la Iglesia.

Este obispo ha explicado en numerosas ocasiones que, originalmente, la confirmación formaba parte del “continuo rito de iniciación” que desembocaba en la Sagrada Eucaristía, y éste método todavía se practica en algunas iglesias orientales católicas. Después del siglo V, empezó a ser más difícil en occidente que un obispo viajara a todas las parroquias para bautizar y confirmar a la vez a los fieles, por lo que la administración de estos sacramentos se separó.

Además recalca que la costumbre de recibir la Primera Comunión durante la educación primaria y posteriormente recibir la confirmación durante los años de instituto es una “práctica reciente de la Iglesia” y el Concilio Vaticano Segundo ha pedido que se revise el rito de la confirmación.

Así, la confirmación para adolescentes parece ser, afirma, “como una recompensa, o peor, como algo que te has ganado o que te mereces por haber atendido y haber trabajado en el programa catequético de la parroquia. ¿Debería el miedo a no recibir un sacramento ser usado como un medio para mantener a una persona joven involucrada en la vida parroquial? ¿Debería el don y la fuerza del Espíritu Santo negársele a un joven en sus años formativos?” critica el obispo.

Opina que la visión de que la confirmación es un camino para la gente joven que les ayuda a realizar un compromiso personal con su fe, distorsiona el sacramento: “La confirmación no está marcada por la elección de creer o no creer en la fe católica. Como discípulos somos elegidos por Dios para recibir la plenitud del Espíritu Santo, para ser sellados con el don del Espíritu Santo generosamente otorgado por Dios, y estamos llamados a cooperar con esa Gracia”.

Aquila ha encontrado seguidores pero también hay detractores de esta idea. Los que se oponen argumentan que:

- El razonamiento de que “la confirmación a una edad temprana es mejor porque los a adolescentes no les interesa o son incluso antagonistas a la Iglesia” es irrelevante. Si hay alguien que no está adecuadamente preparado para recibir el sacramento, entonces no debería recibir el sacramento (cualquiera que sea su edad). Tampoco se ve que la Iglesia elija una edad sólo por los inconvenientes de retrasarla: por ejemplo, no cambia la edad del matrimonio simplemente porque muchos adolescentes mantengan relaciones sexuales antes de haber alcanzado la edad canónica para casarse.

- Una de las razones dadas por el obispo para justificar esta práctica es que los primeros cristianos lo hacían así, pero es un argumento problemático porque prácticamente todas las referencias a los sacramentos de iniciación de los primeros siglos se refiere a la iniciación de adultos. Es sabido que se realizaba la iniciación de hogares enteros gracias a las Escrituras (Hechos de los Apóstoles) pero se refieren específicamente al Bautismo.

-El obispo defiende la confirmación temprana explicando que en las iglesias orientales católicas y en las ortodoxas se sigue este proceso. Pero eso no es aplicable, puesto que lo que en la práctica hacen los ritos orientales y los ortodoxos es impartir la confirmación al bautizar, cosa que se hace, sobre todo, con los bebés, siendo muy inusual el bautizar y confirmar a los 7 u 8 años.

- Si recibimos el Espíritu Santo en el Bautismo, se plantea, ¿qué sentido tiene entonces la confirmación? El catecismo nos dice que en los sacramentos “los ritos visibles por los cuales los sacramentos se celebran significan y hacen presentes las gracias propias de cada sacramento”. Lo propio de los niños es crecer en estas gracias en el contexto familiar pero en los adolescentes lo propio es ampliar las relaciones y ser llamado a evangelizarlas. Si este es el caso, la confirmación entonces es más apropiada unos años más tarde.