Janet Smith es una de las grandes teólogas de la actualidad. Experta en la Humanae Vitae y en las enseñanzas morales de San Juan Pablo II esta estadounidense de 68 años lleva décadas enseñando a los seminaristas, los últimos 19 en el Seminario del Sagrado Corazón de Detroit. Antes fue catedrática en la Universidad de Notre Dame y en la de Dallas.

Conoce perfectamente el mundo del clero, de la formación así como sobre el estado de madurez de los seminaristas. No ha querido mantenerse callada ante los últimos escándalos de abusos que han sacudido precisamente a la Iglesia en Estados Unidos, tanto tras el caso McCarrick, el informe del Gran Jurado de Pensilvania y la reciente carta del exnuncio Viganò.

En una entrevista en el diario El Mundo, Janet Smith afirma que “el problema de los abusos no podrá resolverse sólo con la dimisión de algunos obispos, ni tampoco con nuevas directrices burocráticas. El problema son las redes homosexuales existentes en el clero, que tienen que ser erradicadas”.

Una "Mafia Lavanda"

Smith los denomina la “Mafia Lavanda”, a medio camino entre el púrpura cardenalicio y el rosa. Esta teóloga advierte que “es un grupo de homosexuales activos que se protegen entre ellos para tomar el control de las diócesis. Y así muchos llegan a puestos de poder desde donde pueden ejercer presiones contra los muchos curas que no están de acuerdo con su forma de vida. Y les boicotean. Luego ayudan a los suyos a llegar más lejos en la jerarquía eclesiástica. Este tipo de gente son Harvey Weinsteins (homosexuales) con sotana. Muchos de ellos se aprovechan de los seminaristas, de los curas jóvenes o de cualquier chico que se acerque a la parroquia. Son depredadores que abusan de su situación de poder para obligar a otros miembros de la Iglesia a mantener relaciones con ellos”.

Esta profesora llega a asegurar en la entrevista que en algunas diócesis el porcentaje de religiosos homosexuales asciende al 50% del total. Por ello, añade, “algunos temen actuar. Les da miedo exigirles que respeten sus votos y quedarse sin curas. Pero la Iglesia y sus feligreses tienen derecho a que los sacerdotes crean en sus propias enseñanzas”.

A su juicio, la Iglesia tiene “un problema” y es que hay “muchos homosexuales activos que no están respetando el voto de castidad. Están los que son pederastas, que son una minoría. Pero por otro lado están otros que tienen relaciones consentidas con jóvenes seminaristas. (Un estudio 1950-2002. The Nature and scope of sexual abuse of minors by catholic priests adn deacons in USA sostiene que el porcentaje de abusos homosexuales en la Iglesia asciende al 80% del total. O incluso están los que tienen una pareja estable (ya sea hombre o mujer). Y esto es un problema porque evidencia que no creen en las enseñanzas de la Iglesia. Llevan sus vidas como si fueran libres. Por supuesto que también hay homosexuales que se mantienen castos”.

"Lo de menos es perder sacerdotes"

“Hay que hacer todo lo posible para que los feligreses vuelvan a confiar en la Iglesia y sepan que si su hijo quiere ser monaguillo o se decide a tomar los hábitos estén seguros de que no sufrirán acoso alguno. Por eso es tan importante que se llegue hasta el final. Es una pena que pese a todo lo que hace la Iglesia sólo se hable de abusos sexuales. Lo de menos es perder sacerdotes. Ya sea porque pertenezcan a la Mafia Lavanda, porque abusen de sustancias tóxicas o porque sean unos narcisistas ambiciosos. Lo importante es que los católicos puedan volver a confiar en su Iglesia”, expone Janet Smith.

Sobre el caso McCarrick, la teóloga estadounidense explica que “personalmente, nunca escuché nada aunque tengo entendido que eran la comidilla. Ahora es cuando estoy empezando a recibir denuncias respecto a este tipo de comportamientos. Me han contado estudiantes como un cura  les amenazó con destruirles si revelaban sus prácticas homosexuales. O por simplemente negarse a pasar el fin de semana con el sacerdote de marras. Así es imposible que los chicos lleguen a admirar a la persona que debe convertirse en un mentor, en su persona de confianza. En cualquier caso, éste no es un tema que afecte únicamente a la Iglesia. El otro día recibí la carta de un chico que me comentaba que su entrenador de baseball le había violado 700 veces”.