Irene Lozano, periodista y diputada nacional de UPyD al Congreso de los Diputados, ha sido de las primeras en levantar su voz contra la censura que quiere imponer el colectivo de gays y lesbianas contra el libro de Richard Cohen, Comprender y sanar la homosexualidad.
En su columna semanal del diario digital El Confidencial.com, Lozano titula su artículo La ofensa, y tras señalar que aunque no ha leído el libro de Cohen está en contra de las tesis que defiende, se muestra contraria a la campaña de censura promovida por el colectivo gay: "Tiemblo al imaginar que el jefe de planta de El Corte Inglés decida qué contenidos pueden ser leídos por el pobre pueblo ignorante".
"En una primera interpretación del acontecimiento, aparecen como vencedores los gays cuyo honor había sido mancillado. El ofensor resulta castigado con la expulsión del paraíso del mercado, en el caso de que la campaña no haya contribuido a agotar la edición".
"Sin embargo, -dice Lozano- esa aparente victoria se me antoja una derrota. En primer lugar, porque creo que ofenderse casi siempre lo es. En una sociedad abierta, donde las ideas se intercambian libremente, uno encuentra motivos para ofenderse varias veces al día. Resulta incómodo, no lo niego, pero basta con desarrollar el hábito de desofenderse, lo que se logra exponiéndose a ideas contrarias, incluso extremas"
"Pedir la retirada (del libro) es una derrota -subraya Lozano-. Resultaba fácil desbaratar sus pobres y obsoletos desvaríos, y sin embargo, al propiciar la semiclandestinidad da la impresión contraria: era un libro sólido, fundado, y como no pudimos oponerle razones, lo hicimos desaparecer. ¿Tan escasa confianza tenemos en las razones que nos llevan a defender la libertad sexual? ¿No es mejor que los ridículos se desacrediten por sí mismos?".
"Hasta la gente más penosa tiene derecho a escribir un alegato en defensa de sus prejuicios –que no debe confundirse con darles una relevancia mediática inmerecida (véase el caso de Sostres en El Mundo)-. Hasta el editor más reaccionario tiene derecho a publicarlo. Y hasta El Corte Inglés, a venderlo. Por supuesto, también los gays están en su derecho de organizar una campaña. Son todos esos derechos los que conforman una sociedad libre digna de tal nombre. Pero no hablo del derecho. Me pregunto si la ofensa es la respuesta intelectual que necesitamos para defender causas tan nobles como el respeto a la vida sexual de cada cual o la igualdad de los homosexuales".
Por su parte, el periodista de El Correo, Luis Alfonso Gámez, autor del blog ´magonia´ y del libro ´La cara oculta del misterio´, además de miembro del Círculo Escéptico y asesor del Comité para la Investigación Escéptica (CSI), ha escrito un artículo de opinión en El Correo con el título ¿Y si mañana la ‘masa enfurecida’ pide a El Corte Inglés y la Casa del Libro que no vendan obras ateas y escépticas?
Gámez se pregunta si la retirada del libro de Cohen de El Corte Inglés es para celebrala. "¿Una victoria del pensamiento crítico y de la racionalidad? Me parece que no. Creo que estamos ante un peligroso precedente. Hemos abierto las puertas a un monstruo que a ningún librepensador le gustaría dejar suelto: la censura".
Gámez considera que “la tesis de Cohen -que la homosexualidad es una enfermedad- es aberrante, un disparate anticientífico y algo que hay que combatir desde la razón; pero ni él ni el libro hacen apología de ningún tipo de delito".
"Entiendo que el colectivo homosexual se sienta ofendido por lo que dice Cohen -dice Gámez-. A mí también me desagrada. Pero, si cada uno vamos pidiendo la retirada de la venta de los títulos que nos ofenden, si las masas enfurecidas de todos los colores se ponen manos a la tea, acabaremos sin libros”.
"Recurrir al boicot para sacar del mercado un producto intelectual que no nos gusta es algo que, a mi juicio, raya con la censura. Hoy, algunos estarán satisfechos por la victoria: han conseguido que El Corte Inglés y la Casa del Libro retiren el título de sus catálogos, aunque Amazon sigue vendiéndolo. Un libro, por lo demás, que está dentro de la Ley mientras no se demuestre lo contrario. ¿Y si mañana una masa enfurecida creyente pide a esas tres compañías que dejen de comercializar títulos ateos y escépticos, y esas firmas ceden a la presión porque son muchos clientes los que pueden perder? Me da que, entonces, los mismos que hoy están alegres hablarían de censura, de ataque a la libertad de expresión".
Por último, Gámez manifiesta que "cuando supe de la movilización, no dudé ni un segundo de cuál iba a ser mi postura, de que aquello no me gustaba nada. Cohen y su editorial tienen que estar, por otro lado, muy contentos porque el efecto Streisand ha funcionado una vez más: el intento de quema popular ha dado una impensable publicidad gratuita a un libro publicado en España ¡hace casi doce años! y que hasta ahora, seguramente, conocían cuatro gatos".