Audrey Cole es diseñadora y una de las creadoras de la marca Paris Bloom, cuyo lema, Be timeless [Sé intemporal] delata su apuesta por lo clásico y su desaire a las corrientes de la moda más volátiles.
Publicó en Crisis Magazine una reflexión sobre una de las grandes contradicciones del feminismo contemporáneo: pretender que la hipersexualización de la mujer la "empodera".
Como mujer y profesional de la moda ella no piensa lo mismo, y además añade que diversos estudios científicos... tampoco.
Audrey Cole dirige Paris Bloom, que fundó junto con Mary Kunkel en Fort Worth (Texas), buscando cubrir un hueco en el vestido clásico, bajo un principio: "Comprar un vestido es una decisión muy personal y una declaración pública".
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Desvestir es ahora "empoderar"
de Audrey Cole
En palabras de Jennifer López, su nueva película Hustlers es "una historia feminista y empoderadora".
Lo que quiere decir es que las strippers -las protagonistas de la película- utilizan la sexualización de sus cuerpos para controlar a sus clientes masculinos.
Este es, ahora, el mensaje habitual para las mujeres. La industria del entretenimiento ya no retrata a las mujeres como objetos sexuales sin más; no, ahora las protagonistas acentúan su poder sexual y son ellas las que se proponen a los hombres.
Sin embargo, este es el método más claro y evidente de explotar a las mujeres: se nos ha convencido de que interiorizar y representar nuestras fantasías pornográficas no sólo es deseable, sino que es "empoderador".
La industria de la moda acepta este mensaje sin dudarlo. Las opciones de moda femenina están dominadas por escotes profundos, por largos cada vez más cortos y ropa que marca la silueta.
Y lo que es peor, nuestras hijas están siendo condicionadas para ser objetos sexuales a una edad muy temprana. Basta entrar en una de las tiendas de The Children’s Place para ver tops con escote halter y faldas minis para niñas.
Irónicamente, en una era de supuesta emancipación progresista para las mujeres, estamos diseñando ropa para mujer con el fin de que su objetivo principal sea dar placer carnal a los hombres.
Tres estudios sobre la moda y la cosificación de la mujer
¿De qué modo esta ropa afecta a las mujeres y las niñas que la llevan? Frontiers of Psychology (ver Fig. 1) ha revisado una amplia serie de estudios sobre este tema. Cuando una mujer es cosificada por su vestimenta, los observadores tienen más tendencia a sentir menos preocupación moral por la mujer y a percibirla como menos competente y menos humana.
Fig. 1. "De la atracción a la agresión: el vestido, la cosificación y la deshumanización. ¿Un posible preludio de la violencia sexual?", artículo publicado en 2017 en Frontiers in Psychology. El autor es investigador del Instituto de Neurociencia y Psicología de la Universidad de Glasgow (Escocia, Reino Unido).
Y no son sólo los hombres lo que deshumanizan a las mujeres sexualizadas. A un nivel cognitivo básico, es una práctica muy difundida tanto entre hombres como entre mujeres reducir la personalidad humana de la mujer cosificada y considerarla como objeto para el placer, aunque no sea para el propio.
Las mujeres vestidas provocativamente no sólo tienen que luchar contra el hecho de que los demás las consideren objetos.
Los estudios demuestran que las mujeres tienden a cosificarse a ellas mismas cuando visten poca ropa, o ropa demasiado ajustada. Se ha demostrado que las personas con vestimenta ajustada (como un maillot de ballet) o poca ropa (como un traje de baño de una pieza) tienen mayores sentimientos negativos hacia ellas mismas y sus capacidades.
Esta negatividad afecta a su realización intelectual. En un estudio (ver Fig. 2), las mujeres que llevaban trajes de baño tuvieron peores resultados en los test de matemáticas que las mujeres que llevaban jersey.
Fig. 2. "Este bañador te sienta bien: diferencias sexuales en la auto-cosificación, las restricciones en la alimentación y la capacidad matemática", artículo publicado en 1998 en Journal of Personality and Social Psychology. Los autores son investigadores de la Universidad de Michigan, de la Duke University y del Colorado College.
Sentirse cosificada hace que disminuya la salud mental de la mujer, lleva a la depresión y puede causar que se comporte como un ser inferior en las interacciones sociales.
¿Y qué decir sobre condicionar a los hombres para que vean a las mujeres como objetos de usar y tirar? Debido a que las mujeres cosificadas son consideradas menos humanas, no son objeto de preocupación moral y son culpabilizadas, los hombres se sienten con más derechos sobre ellas.
Otro estudio (ver Fig. 3) demostró que los hombres que veían programas de televisión en los que se mostraba una imagen de la mujer cosificada eran más proclives a tener un comportamiento de coacción sexual y acoso sexual que los hombres que veían programas en los que se trasmitía una imagen de la mujer más profesional o neutral.
Fig. 3. "Los medios cosificadores: su efecto en los roles de género y en el acoso sexual a las mujeres": artículo publicado en 2013 en Psychology of Women Quarterly, que publica la asociación de psicología feminista Society for the Psychology of Women. Las autoras son tres investigadoras del Departamento de Psicología del Desarrollo y de la Socialización de la Universidad de Padua (Italia).
Curiosamente, nuestra sociedad culpabiliza la "masculinidad tóxica", a la vez que fomenta un imaginario que retrata a las mujeres como objetos que deben ser utilizados para la propia satisfacción sexual.
Hollywood es, nuevamente, hipócrita. Ensalza la violencia y la explotación de las mujeres, pero señala con el dedo a otra parte cuando nuestra sociedad saturada por los medios recoge los malos frutos.
Algunos vestidos femeninos en la gala de los Oscar de 2022.
A imagen de Dios
Sólo un desprecio total por la ciencia, la moral y la decencia natural puede llevar a las industrias del entretenimiento y de la moda a reducir a la mujer a ser meramente un cuerpo.
Les dicen a sus hijas que es "empoderador" autocosificarse y utilizar su desnudez como un instrumento. Menosprecian la modestia como algo antiguo y pasado de moda, un concepto vergonzoso que hace que las mujeres se repriman.
Son ellos, sin embargo, los que ensalzan un camino al "empoderamiento" que es científicamente cuestionable; que, claro está, gusta a los hombres; y que no tiene integridad ni es indicativo de progreso genuino.
El único modo sano para que las mujeres sean conscientes de su valía y puedan influir en los resultados es elevarse por encima del vestido provocativo.
Debemos animar a nuestras hijas a vestirse de modo que recuerden, ellas y los demás, su dignidad como persona hecha a imagen de Dios.
Defendemos la modestia porque realmente valoramos a las mujeres y las vemos como mucho más que la suma de las partes de su cuerpo. Valoramos a las mujeres por la valía de su alma, intelecto, personalidad, inteligencia y talento.
Con gran lucidez, Juan Pablo II escribió: "No hay dignidad cuando se elimina la dimensión humana de la persona. En resumen, el problema con la pornografía no es que muestra mucho de la persona, sino que muestra demasiado poco".
Es la modestia, no la cosificación, lo que revela a la mujer por lo que es y lo que la empodera.
(Traducido por Elena Faccia Serrano para publicarlo en ReL en octubre de 2019.)