El escándalo saltó a finales de 2018 tras el anuncio del científico chino He Jiankui de que había conseguido crear bebés manipulados genéticamente bajo el pretexto de hacerlos resistentes al VIH. Un año después las autoridades chinas han condenado a tres años de cárcel a este investigador por su experimento que sus colegas científicos en todo el mundo catalogaron como “monstruoso”.
He Jiankui también deberá pagar una multa de 3 millones de yuanes (384.000 euros) después de que un tribunal de Shenzhen le declarase culpable de editar de forma ilegal genes de los embriones con fines reproductivos
Las autoridades chinas, tras una investigación preliminar, aseguraron que He "llevó a cabo la investigación ilegalmente para conseguir fama personal y ganancias". También determinaron que "evitó la supervisión, recaudó fondos y organizó a investigadores por su cuenta para llevar a cabo la investigación sobre edición genética de embriones humanos con fines reproductivos, algo que está prohibido por la ley china".
Críticas de la comunidad científica a este experimento
Según recoge EFE, más de 120 académicos de la comunidad científica china hicieron entonces una declaración conjunta en la que señalaron que "cualquier intento" de hacer cambios en los embriones humanos mediante modificaciones genéticas era "una locura" y que dar a luz a estos bebés conllevaba "un alto riesgo".
Pero en todo el mundo destacados científicos criticaron este experimento por las implicaciones éticas y también por los efectos desconocidos que esta modificación genética puede acarrear a estas niñas en el futuro.
“Este experimento es monstruoso”, declaró a la agencia Reuters Julian Savulescu, director del Centro de Ética Práctica de la Universidad de Oxford. “Estas bebés están siendo utilizadas como cobayas genéticas”. Es “prematuro, peligroso e irresponsable”, dijo Joyce Harper, especialista en medicina reproductiva del University College de Londres, en la web de la revista Nature.
“Dado el estado actual de [esta] tecnología, soy partidario de una moratoria en la implantación de embriones editados”, terció en un comunicado Feng Zhang, pionero de la técnica de edición genética en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (EEUU).
Por su parte, Bruno Dallapiccola, genetista y director científico del Hospital Bambino Gesù de Roma, asegura a Tempi además que “las tijeras que se utilizan para cortar y modificar el ADN no son 100% precisas. Se sabe que no se cortan sólo en el gen de interés para realizar la corrección deseada, sino también en otras partes del genoma. Como resultado, pueden proporcionar cambios funcionales en el genoma cuyos efectos son desconocidos, y sólo se descubrirán con el paso del tiempo”. A su juicio, lo hecho por el científico chino es una “locura”.
Mutaciones indeseadas que serán transmitidas a otras generaciones
Precisamente, numerosos científicos aseguran que la técnica CRISPR-Cas9 tiene dos graves inconvenientes si se aplica a embriones. Por un lado, puede producir mutaciones indeseadas en regiones del genoma distintas a las que se quieren editar. Por otro, estas mutaciones indeseadas se transmitirán a las generaciones siguientes con consecuencias imprevisibles.
Bruno Dallapiccola denuncia además que “en prácticamente todas las legislaciones del mundo está prohibido inducir modificaciones que sean transmisibles a las generaciones futuras, como en este caso. Necesitamos hacer una reflexión muy minuciosa y muy seria”.
Este científico italiano habla de estas implicaciones éticas: “¿Quién de nosotros puede reclamar el derecho de decidir qué genoma es correcto? Todos somos imperfectos a nivel genético. Cada uno de nosotros lleva mutaciones en los genes de la enfermedad. Todos somos portadores sanos de un par de docenas de genes de enfermedades. Somos portadores sanos de cientos de variaciones genéticas que nos llevan a la susceptibilidad a las enfermedades más grandes y complejas, muchas de las cuales intervendrán en la vida adulta. Así que la utopía de poder "crear" el sujeto genéticamente perfecto no está ni en el cielo ni en la tierra”.