Quien fuera mano derecha del cardenal austríaco Christoph Schönborn en Viena, el sacerdote Helmut Schüller, vicario general de la archidiócesis entre 1995 y 1999, se ha convertido en el principal líder de una revuelta de sacerdotes que llaman a la desobediencia y exigen la abolición del celibato sacerdotal, la Comunión a los divorciados, entre otras cosas.
Schüller, que también ha sido el director de Cáritas de Austria y actualmente es párroco y capellán en una universidad lidera a más de 300 religiosos que apoyan la "Llamada a la desobediencia", un manifiesto publicado en Internet desde el pasado junio, en la que que se muestran partidarios de los sacerdotes casados, la ordenación de mujeres, el acceso a la Eucaristía de los divorciados vueltos a casar y que, además, puedan volver a contraer un segundo matrimonio religioso, que los protestantes puedan recibir la Comunión y, finalmente, que los laicos prediquen y dirijan parroquias.
Respecto al celibato se dice textualmente: "Nos sentimos solidarios con aquellos que a causa de su casamiento no pueden seguir ejerciendo sus funciones y también con quienes, a pesar de mantener una relación, continúan prestando su servicio como sacerdotes".
Según Schüller se han visto forzados a hacer pública su posición ante la inacción de la jerarquía eclesiástica ante una serie de reclamos, y calcula que dos tercios de los 2.000 sacerdotes del país comparten las ideas de la medida.
Ante la revuelta de los religiosos disidentes, el arzobispo cardenal ha declarado al respecto a la prensa local que "esto no puede continuar" y ha comparado a los contestatarios a jugadores de fútbol que entran en el campo pero se niegan a respetar las reglas del juego. "Si alguien decide ser disidente, evidentemente eso tendrá consecuencias", ha sentenciado el purpurado.
Según el promotor de la iniciativa y líder de los disidentes, el también presidente de la Conferencia Episcopal Austriaca habría dicho que "no comparte la iniciativa" y que "no la defendería ante Roma".
El cardenal expresó su sorpresa por la iniciativa y recordó a los rebeldes que han hecho libremente voto de obediencia a su obispo cuando fueron ordenados, "por lo que quien rompa este principio disuelve la unidad".
De otro lado, el obispo de la ciudad austriaca de Graz, Egon Kapellari, ha declarado que "la llamada es un peligro para la unidad de la Iglesia".
El manifiesto aparece antes de la visita del Papa Benedicto XVI a Austria, programada para el 22-25 de septiembre.