En Australia hay estados que ya han aprobado leyes que obligan a los sacerdotes a romper el secreto de confesión en casos relacionados con abusos. Otros estados australianos ya están debatiendo leyes similares.
Esta polémica normativa choca frontalmente con la libertad religiosa y las primeras reacciones ya se han hecho notar por los sacerdotes australianos. Los obispos ya afirmaron que están dispuestos a colaborar con las autoridades en la lucha contra los abusos sexuales, pero que el secreto de confesión era intocable.
Los propios sacerdotes han ido más allá y aseguran estar dispuestos a ir a la cárcel antes que traicionar el sacramento de la reconciliación.
"No estoy dispuesto a hacerlo"
“El Estado nos exigirá a nosotros como sacerdotes católicos que cometamos lo que consideramos como el delito más grave, y no estoy dispuesto a hacerlo”, ha asegurado el padre Michael Whelan, sacerdote de Sidney al Catholic Herald.
Este religioso asegura que no cree que la Iglesia esté por encima de la ley sino que simplemente pone su fe antes que cualquier otra cosa en su vida.
“Cuando el Estado intente intervenir nuestra libertad religiosa, y socave la esencia de lo que significa ser católico, resistiremos”, agregó.
El padre Whelan expresó su preocupación sobre cómo las autoridades harán cumplir la ley y sabrán si los sacerdotes están informando o no de los supuestos casos de abusos de los que sean informados en el confesionario.
Amenaza a la libertad religiosa
El arzobispo de Canberra, Chistopher Prowse, se opuso a esta ley y asegura que apoya las medidas gubernamentales en la prevención y denuncia de los casos de abusos sexuales, pero no cuando se tratan de romper el secreto de confesión.
“Apoyo el Esquema de Conducta Denunciable del Gobierno. Cuando el plan del Gobierno para reportar todas las acusaciones de abuso infantil no incluía parroquias y comunidades de fe, pedí que se rectificara y fortaleciera esa anomalía. Pero no puedo apoyar el plan del Gobierno de romper el secreto de confesión”, señaló el arzobispo.
El prelado explicó que no apoya el plan del Gobierno de romper el secreto de confesión porque, entre otras cosas, los abusadores de niños no confiesan sus crímenes a la policía o a los sacerdotes. Además, advirtió, la nueva legislación amenazaría la libertad religiosa.
“¿Qué agresor sexual confesaría a un sacerdote sabiendo que sería denunciado? Es la experiencia cotidiana de los pastores la que señala que los abusadores de niños no confiesan el crimen a la policía o a sacerdotes. Si se retira el secreto confesional, la remota posibilidad de que confiesen y sean aconsejados a informar del hecho se habría ido”, indicó.
En ese contexto, indicó también que no hay “garantía de que un sacerdote conozca la identidad del penitente”. “Si hay una rejilla en el confesionario, el sacerdote no vería al penitente. Y si lo ve, es posible que no lo conozca. No hay ningún requisito para que una persona confiese su identidad”, explicó.