"La doctrina de la Iglesia no se aprende en los titulares de la prensa; la transmisión de la fe no se hace en los periódicos". Así de radical se mostró, ante docenas de periodistas (algunos católicos, otros más bien anticatólicos), el portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, el pasado 26 de noviembre.
 
Se puede entender un poco mejor mejor su vehemente comentario al recordar que estaba reaccionando a la polémica por las palabras del Papa a Peter Seewald sobre el condón en la prostitución, tema sin duda muy mal explicado en la prensa generalista (y también, hay que admitirlo, en la católica: el Papa ni "justificó" ni "admitió" el condón; sólo hizo una valoración psicológica: en un prostituto o prostituta infecatdo o que se puede infectar, usarlo puede ser una cierta mejoría psicológica e incluso moral, pero no por eso dejar de estar mal.)

Con todo, las palabras de Martínez Camino sobre la prensa, tampoco son doctrina ni tradición de la Iglesia y, de hecho, parecen contradecirla. El obispo dijo que: "los fieles saben que la doctrina de la Iglesia no se aprende en los titulares de la prensa; la transmisión de la fe no se hace en los periódicos, sino en la catequesis, la dirección espiritual" y otros medios. "Los católicos saben que conocen su fe por los cauces habituales de la fe y de la Iglesia", afirmó.
 
Pero en la Instrucción pastoral "Aetatis Novae" de 1992, del Pontificio Consejo de las Comunicaciones Sociales leemos algo muy claro:

"El trabajo de los medios de comunicación católicos no es sólo una actividad suplementaria y añadida a las demás de la Iglesia: ciertamente las comunicaciones sociales tienen que desempeñar un papel en TODOS los aspectos de la misión de la Iglesia. Por ello, no hay que contentarse con tener un plan pastoral de comunicaciones, sino que es preciso que las comunicaciones formen parte integrante de TODO plan pastoral, ya que ellas tienen una contribución que dar a TODO apostolado, ministerio o programa".
 
Obsérvese que en un párrafo se afirma tres veces que los medios deben emplearse en TODO lo pastoral y se niega explícitamente que sean "sólo una actividad suplementaria". Esa encaja muy mal con lo de Martínez Camino, cuando dice que "la transmisión de la fe no se hace en los periódicos". Porque la Iglesia pide que sí se haga: pide que los medios se usen para la pastoral y al apostolado. Claro que el texto habla de "medios católicos", y podríamos debatir sobre si se debería aplicar también a medios no católicos y a "católicos en los medios": lo que está claro es que los medios se deben usar. 
 
El mismo documento pide, de hecho, que las Conferencias Episcopales, o al menos los obispos, tengan un "plan pastoral de comunicaciones", algo que en España no parece haberse concretado mucho.

 
Planteamos el tema al padre Juan Antonio Carrera, director general de los paulinos en España. ¿Por qué a él? Porque la Familia Paulina (www.alberione.org) fue fundada por el beato Santiago Alberione para evangelizar usando libros, prensa, música e imagen, usando medios de comunicación. "Evangelizar al hombre de hoy usando los medios de hoy", decía el padre Alberione, beatificado en 2003.
 
"El padre Alberione habría puntualizado a ese obispo", nos explica Carrera. "Él decía que si la gente no va a la Iglesia, salgamos al encuentro de la gente con los medios de hoy. Aunque hay medios hostiles a la Iglesia, otros de hecho amplifican la voz de los obispos, refuerzan el mensaje cristiano. Por ejemplo, en el mensaje sobre comunicaciones sociales de este año, el Papa pide a los seminarios que formen a los seminaristas en el uso de Internet. Alberione además pedía que las librerías católicas estuviesen en el centro de las ciudades, no en el campo, que fuesen como nuevos templos, no para ser vendedores, sino evangelizadores".
 
La Familia Paulina cuenta en el mundo con 18.000 miembros en 62 naciones, entre laicos, religiosos y religiosas. Su revista "Famiglia Cristiana" reparte 820.000 ejemplares semanales en Italia, y sus revistas infantiles otros 100.000.
 
Decir que "la transmisión de la fe no se hace en los periódicos" chirría con la experiencia católica. Es como si San Bernabé dijese a San Pablo, compañero de viajes evangelizadores: "deja de escribir cartas, hombre, la fe no se transmite con epístolas, sino en la predicación y la catequesis". ¿Cuánta fe se habría perdido sin las cartas de Pablo?
 
La experiencia amarga del "circo mediático" que se montó en torno al libro de Seewald (que Martínez Camino, con muy buen tino, recomendó ante los medios) no se contrarresta minusvalorando a los periódicos y la prensa sino, al contrario, dedicándoles más atención, recursos, ingenio, habilidad, personal. ¿Qué hacemos cuando comemos una almendra y está amarga? ¡Comemos más almendras para quitar el mal sabor! ¿Qué hacer cuando la prensa deforma la Buena Nueva y a la Iglesia? Invertir en una mejor prensa, unos mejores periodistas y medios, una mejor comunicación.