El miércoles tuvo lugar el primer cierre total a los fieles, el viernes y sábado continuó la persecución, y este domingo ha tenido lugar, a las puertas del recinto del Valle de los Caídos, la primera protesta pública de la comunidad benedictina, sometida desde hace un año a un acoso constante que inició María Teresa Fernández de la Vega y ha completado, hasta el cerrojazo definitivo, Alfredo Pérez Rubalcaba.

Todo ello, con el Papa en España y a pesar de tratarse de un templo sometido al derecho pontificio. Fuentes episcopales consultadas por ReL confirman que Benedicto XVI está al tanto de lo que está pasando en el Valle de los Caídos. La comunidad no ha recibido ninguna notificación ni explicación por escrito de las autoridades sobre las razones de esta proscripción.

Dada la prohibición gubernamental a los fieles para asistir a misa en la basílica, a las once horas de hoy domingo la comunidad en pleno, salvo algunos monjes de mayor edad, bajó desde la Cruz hasta la entrada del recinto para celebrar una misa al aire libre a la que asistieron unas trescientas personas. La Guardia Civil se limitó a controlar que no hubiese riesgo de acciente en la carretera de acceso.

El acto religioso tuvo lugar en la explanada, antes de las puertas, bajo unos pinos y junto al muro que rodea Cuelgamuros, con objeto de proteger del frío, en la medida de lo posible, a los asistentes, pues se registraron sólo siete grados centígrados.

Concelebraron diez sacerdotes de la comunidad, con Fray Santiago Cantera como oficiante principal. La escolanía en pleno asistió con sus cantos como habría hecho en el interior de la basílica.

Durante la homilía. Fray Santiago recordó las palabras de Benedicto XVI en el avión que le trajo a España sobre la agresividad del laicismo en nuestro país, y evocó las misas vigiladas que celebró en Polonia, en los estertores del comunismo, el sacerdote Jerzy Popieluszko (19471984), que acabaría siendo asesinado por sicarios del régimen.

Entre los asistentes corría desde luego el convencimiento de que el Valle de los Caídos está viviendo una situación insólita que ya adquiere caracteres de persecución abierta, ilegal e incluso ofensiva para el Vaticano. No tiene precedentes que estando el Papa en un país, sacerdotes católicos tengan que celebrar a la intemperie porque el Gobierno impide el acceso de los fieles a misa.