Un grupo de sólo catorce sacerdotes guipuzcoanos expresaron este jueves su respaldo al líder de la rebelión contra el obispo José Ignacio Munilla, el desde hace unos días ex franciscano José Arregui. Entre los clérigos se encuentran dos ex vicarios generales de la diócesis donostiarra en época de monseñor Uriarte y uno condenado por colaborar con ETA.
 
El grupo de sacerdotes han hecho público un comunicado en el que opinan que "el procedimiento seguido por los responsables de varias instituciones eclesiales" en el caso de José Arregui "no ha sido justo ni aceptable, ni desde el punto de vista evangélico ni desde el meramente humano" y reclaman "una mayor consideración a la libertad necesaria para la investigación y la formulación teológica".
 
Arregui anunció la semana pasada su intención de abandonar la orden franciscana para evitar más conflictos con esta congregación con sus críticas hacia la gestión del actual obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla.
 
"Queremos manifestar que tenemos muy presente el sufrimiento del teólogo José Arregui en esta situación dolorosa y lamentable y que apoyamos a su persona", concluye el texto.
 
Entre los firmantes del comunicado se encuentran Félix Azurmendi y Patxi Aizpitarte, ambos vicarios generales durante el gobierno del obispo Juan María Uriarte, y que nada más haber asumido Munilla el gobierno de la diócesis, formaron parte de la dimisión masiva en la curia del obispado.
 
Iñaki Zabaleta, quien fuera secretario del Consejo Presbiteriano durante el gobierno pastoral de Uriarte, y que participó en la eucaristía de despedida del ya prelado emérito, también firma el documento.
 
También firman la nota de respaldo José Luis Aperribai, Jesus Maria Arrieta, Iñaki Usabiaga, Iñaki Zabaleta, José Mari Zunzunegi, Javier Basurko, Ibon Alberdi, Jose Ignacio Eguzkitza, Juan Luis Murua, José Antonio y Ion Etxezarreta y José Ramón Treviño.
 
Este último, José Ramón Treviño, era arcipreste de Irún cuando fue condenado a prisión por colaborar con la terrorista ETA. Pasó en prisión tres años. El religioso, que nunca pidió perdón de manera pública, había alojado a dos terroristas que acababan de cometer tres asesinatos en Cantabria.