Este miércoles se cumplen 52 años de la muerte del Padre Pío, el capuchino de los estigmas que acabaría siendo canonizado en 2002 por San Juan Pablo II. Y pese al medio siglo que ha pasado de su fallecimiento la figura de San Pío de Pieltrecina es cada vez más grande, siendo su vida un ejemplo para los cristianos de hoy.
Además de los estigmas que sufrió, su lucha feroz contra Satanás y su capacidad para leer las almas el Padre Pío es también muy venerado debido a las numerosas gracias obtenidas por su intercesión, algunas de ellas producidas en vida del capuchino.
Uno de estos milagros se produjo en Estados Unidos pocos meses antes de la muerte del Padre Pío en 1968. Y como agradecimiento por salvar la vida de Vera Marie, una niña de dos años, la familia Calandra se dedicó a llevar almas a Dios a través de este santo y creó en Pensilvania el Centro Nacional del Padre Pío, que recibe cada año a miles de peregrinos.
Este centro fue construido por Harry y Vera Calandra, propietarios de una tienda de alimentación de productos italianos y padre de seis hijos. Fue la quinta, Vera Marie, la que en 1966 nació con defectos congénitos del tracto urinario. Esta grave enfermedad ponía en peligro la vida de la pequeña.
Sus padres visitaron a los mejores médicos hasta llegar al doctor Everett Kopp, cirujano pediátrico conocido en todo el mundo por separar con éxito a dos gemelas siamesas. Tras varias operaciones a la pequeña Vera Marie, este doctor se vio obligado a extirpar la vejiga de la pequeña ante la desolación de sus padres ante el poco y sufriente tiempo que le quedaba a su hija.
Ante una muerte cercana e irreversible necesitaban un milagro. Y lo pidieron. Era el año 1968 y el Padre Pío todavía estaba vivo. Aunque su fama de santidad era grande no era tan conocido como lo es hoy en día. Pero llegó a manos de Vera una biografía del fraile capuchino.
Tal y como recoge Catholic World Report, mientras esta madre leía la vida del Padre Pío tuvo una experiencia mística y escuchó una voz interior que decía: “Tráeme a tu niña aquí a Italia y no te demores, ven de inmediato”.
Vera Marie, aquella niña curada por el Padre Pío, extiende la espiritualidad de este santo por el mundo
Ella no dudó aunque pudiera parecer ridículo para muchos que llevara a su hija gravemente enferma al otro lado del mundo. Su marido aceptó, pero él se quedó en casa atendiendo a los otros niños y la tienda. Por su parte, Vera viajó a Italia con la pequeña Vera Marie y la recién nacida Christina debido a que era lactante. Para ayudarla fue con ellas Michael, el mayor de sus hijos, con tan sólo once años.
Su primer encuentro con el Padre Pío no fue como esperaba. El capuchino estaba ya postrado en silla de ruedas. Ocurrió el 31 de agosto de 1968. El religioso pasó delante de ellos y tocó en la cabeza de Vera Marie y de la recién nacida.
Pero esto no era suficiente para esta mujer que necesitaba un milagro para su hija. Por ello, se acercó al hermano portero y le pidió una segunda audiencia con el Padre Pío. La emplazaron para la misa del día siguiente.
Vera falleció en 2004 y Harri lo hizo en 2018
Cuando llegó el momento se encontró la iglesia repleta de peregrinos por lo que tuvieron que sentarse en la última fila. Tras la misa le indicaron que esperaran junto a la sacristía. Nuevamente, pasó delante de ellas y con su mano estigmatizada bendijo a cada uno de los niños y esta vez se acercó a la madre, y ella le tomó de la mano y la besó. A través de su corazón le dijo: “Por favor Dios, haz un milagro para que toda la gente crea”. E hizo la promesa de que si su hija vivía ayudaría a que todo el mundo conociera a aquel fraile capuchino.
A su regreso a Estados Unidos, los médicos del hospital que trataban a Vera Marie examinaron de nuevo a la niña y no dieron crédito a lo que vieron. Tenía una “vejiga rudimentaria” creciendo en lugar de la que había extirpado el doctor Koop. Sin embargo, una vejiga extirpada no puede volver a crecer, por lo que no había explicación médica posible.
Los Calandra vieron claro que era un milagro por intercesión del Padre Pío, que falleció semanas después de haber bendecido a la niña. Vera Marie fue mejorando hasta tener una vida normal.
Sus padres no se olvidaron de cumplir la promesa que hicieron y se dedicaron a promover la figura del capuchino y crearon el Centro Nacional del Padre Pío, que rápidamente empezó a recibir a miles de peregrinos.
Imagen del Centro Nacional del Padre Pío situado en Barto (EEUU)
Dado que el Padre Pío todavía estaba vivo cuando por su intercesión esta niña fue curada, no se pudo utilizar como uno de los milagros necesarios para la canonización. Sin embargo, cuando en 1999 fue beatificado Vera leyó la primera lectura de la misa en reconocimiento a su infatigable labor en la promoción de la causa. Mientras Vera estaba en Roma, en el Centro Nacional del Padre Pío más de 20.000 personas siguieron en directo el acto por televisión.
Vera Marie, aquella niña curada, sabe que debe mucho al Padre Pío, al que venera con especial devoción. “Sus batallas con el diablo, la del bien contra el mal, están muy bien reflejadas en la sociedad actual. Fue persistente e inflexible en su fe, incluso cuando fue condenado al ostracismo por las cosas sobrenaturales que le sucedieron. En estos tiempos modernos, los católicos también son condenados al ostracismo por sus creencias. Dios ha sido expulsado de las escuelas, del gobierno… Podría seguir y seguir. Podemos mirar al Padre Pío como nuestro ejemplo, en busca de la fuerza para perseverar igualmente en la fe”.