Este jueves 5 de julio, el Papa Francisco ha dado su visto bueno a un decreto de la Congregación de la Causa de los santos que reconoce las virtudes heroicas de 4 laicos del siglo XX, de los cuales dos murieron por enfermedad siendo adolescentes (la madrileña Alexia González-Barros y el italiano Carlo Acutis), otro a los 24 años (Pietro di Vitale) y solo el cuarto, Giorgio La Pira, que fue alcalde democristiano de Florencia, llegó a los 73 años, muriendo en 1977.
Así, al reconocer la Iglesia que han vivido las virtudes cristianas en grado heroico, pasan de ser "siervos de Dios" a ser "venerables", y de comprobarse un milagro por su intercesión podrían ser declarados beatos.
Alexia González-Barros, en 1984,
la Iglesia reconoce ahora sus virtudes heroicas
Alexia, una muchacha de Madrid
Alexia González-Barros (www.alexiagb.org, 1971-1985) murió a los 14 años por un tumor en la columna vertebral. Era la menor de siete hermanos en una familia del Opus Dei de Madrid. La enfermedad se le declaró a los 13 años y pronto la dejó paralítica. Las operaciones y los procesos de recuperación iban acompañados de grandes dolores. Ella edificaba y dejaba admirados a todos con su paz en la enfermedad. Desde 2004 su cuerpo descansa en la iglesia de San Martín de Tours (Calle Desengaño, 26, Madrid), sede de la Adoración Nocturna Femenina. También se la recuerda mucho en su colegio, el Jesús Maestro, de las teresianas, en cuya capilla rezó cada día muchos años.
Su hermano Francisco, cuando en 2011 se presentaba el documental "Alexia" de Pedro Delgado, explicaba: "Ella vivía una relación clara, evidente y cercana con Jesús. Allí la humanidad y la divinidad se unían. La fuerza del caso de Alexia se reduce a esto: ella creyó y no tuvo dudas".
Una carta que Alexia escribió al Diario Ya en 1983
Pedro Delgado, al estudiar su figura, la descubrió "como una persona alegre, extrovertida y muy curiosa. Acudía con regularidad a los conciertos del Teatro Real, pero también le interesaba el flamenco, disfrutaba con Eurovisión..." Su humor y fortaleza frente a la enfermedad han inspirado a muchos otros enfermos.
Carlo Acutis, un joven enfermo del s.XXI
Carlo Acutis (www.carloacutis.com, 1991-2006) murió ya en nuestro siglo, a los 15 años, de leucemia, y es el venerable de vida más reciente. Destacaba por su amor a la Eucaristía: nunca faltaba a la misa diaria desde que hizo su Primera Comunión. Y después de cada misa, rosario y adoración. A los once años dejó escrito esto: “¡Cuantas más eucaristías recibamos más nos pareceremos a Jesús y ya en esta tierra disfrutaremos del Paraíso!”.
Además, era un entusiasta de los milagros eucarísticos: creó una exposición sobre estos milagros que aún hoy se puede visitar en la web www.miracolieucaristici.org.
Su madre, Antonia Acutis recuerda que “era un muchacho experto con las computadoras, leía textos de ingeniería informática y dejaba a todos estupefactos, pero este don lo ponía al servicio del voluntariado y lo utilizaba para ayudar a sus amigos. Su gran generosidad lo hacía interesarse en todos: los extranjeros, los discapacitados, los niños, los mendigos. Estar cerca de Carlo era estar cerca de una fuente de agua fresca”.
Durante la enfermedad ofrecía sus sufrimientos por la Iglesia y por el Papa. Tras su muerte, su fama creció, con documentales y libros como "Eucaristía. Mi autopista para el cielo: Biografía de Carlo Acutis" y "Un genio de la informática en el cielo: biografía de Carlo Acutis". (Más sobre él aquí en ReL).
Pietro de Vitale, alegría franciscana en la enfermedad
Pietro di Vitale (1916-1940) es el más antiguo de los nuevos venerables, ya que murió con 23 años hace casi 8 décadas. Era de familia campesina pobre de Sicilia, el sexto de ocho hijos. Era inteligente y buen estudiante y trató de ser sacerdote, pero su mala salud le dificultó los estudios. Murió en su casa como terciario franciscano. Su alegría de estilo franciscano la vivía en el servicio a los demás (especialmente le gustaba acompañar a los niños necesitados) y en la sonrisa y el ánimo durante la enfermedad, dolorosa y lenta.
En su diario había escrito: "El Señor me ha dado una mente abierta y una fuerte voluntad, es necesario que haga un buen uso de ellas para hacerme santo y aprender para su gloria". En Sicilia cuentan de él muchas cosas maravillosas: por ejemplo, que en sus éxtasis de oración en la sacristía de Castronovo flotaba sobre el suelo, o que su cadáver no tenía rigor mortis y que en su funeral cayeron pétalos del cielo. Su causa de beatificación se abrió en 1987.
Giorgio La Pira: un político democristiano santo
La Pira (www.giorgiolapira.org) es, de los nuevos venerables, el que vivió más años (de 1904 a 1973, murió con 73 años) y es el que llegó a más gente con su acción como político, dejando una huella memorable en muchas personas.
En la universidad dejó un tiempo la fe al acercarse al marxismo, pero a los 20 años, en la Pascua de 1924 volvió a la Iglesia al darse cuenta que el vacío que sentía solo podía llenarlo Dios. Al año siguiente, se hizo laico dominico. Fue profesor en la Universidad de Florencia en 1927 y en su Acción Católica, trabajando con los pobres, conoció a Montini, futuro Pablo VI. El grupo cristiano que fundó para ayudar a los pobres, la Obra de San Procolo, aún funciona.
En 1939 fundó la revista “Principi” -suplemento en la revista “Vida Cristiana”- que criticaba al fascismo y el nazismo, a los que consideraba radicalmente anticristianos. El régimen fascista prohibió su publicación. La Pira huyó en 1940 primero a Siena y luego a Roma. En 1943, crea la publicación clandestina «San Marco». La policía secreta intentó arrestarlo, sin éxito.
Tras la guerra, fue uno de los padres de la Constitución italiana, miembro de la asamblea constituyente de 1946, y uno de los fundadores del Partido Demócrata Cristiano de Italia.
Giorgio La Pira, alcalde de Florencia, venerable en la Iglesia Católica por
sus virtudes reconocidas en grado heroico
Fue alcalde de Florencia de 1951 a 1957 y de 1961 a 1964. Como alcalde, promovió instituciones de ayuda a los pobres, reconstruyó las infraestructuras destruidas en la guerra (puentes, teatro municipal, la central de leche, fábricas, etc.), construyó viviendas sociales, mejoró las escuelas... Luchó especialmente contra el problema de la vivienda, haciéndose cargo el ayuntamiento del alquiler de viviendas de realojo e incluso expropiando, cuando no quedaba otra solución, viviendas desocupadas para darlas este fin recurriendo a una ley de 1865 que nunca había sido derogada. Hubo quienes le acusaron de comunista y totalitario, pero él solía responder que “el pan y el trabajo son sagrados, tener un hogar también, eso no es marxismo sino Evangelio”.
En 1955 organizó en Florencia una cumbre de alcaldes del mundo, a la que acudían países enemistados. Después de eso, el alcalde de Moscú le invitó a visitar la megaurbe soviética. Lo hizo en 1959, en plena Guerra Fría. Allí habló ante el Soviet Supremo, en el Kremlin. Defendió la distensión y el desarme (temas que las autoridades comunistas alentaban) pero también defendió allí la libertad religiosa, como algo esencial para construir la paz.
En 1965 fue a Hanoi, en Vietnam, pasando por Varsovia, Moscú y Pekín, a entrevistarse con Ho Chi Minh para buscar el fin de la recién iniciada guerra de Vietnam. Tuvo éxito, ya que logró que Ho Chi Minh aceptara negociar la paz antes de la retirada de las tropas norteamericanas, pero los norteamericanos no aceptaron. La guerra acababa de empezar y los planes de EEUU eran otros. La prensa americana filtró el encuentro anunciando que Ho Chi Minh quería negociar la paz dando al traste con la mediación de La Pira. La guerra duraría siete años más. Tampoco abandonó nunca sus esfuerzos por llevar la paz a Oriente Medio defendiendo la convivencia de israelíes, palestinos y árabes.
Giorgio La Pira murió el 5 de noviembre de 1977. Su funeral, multitudinario, se celebró en la iglesia de los dominicos de San Marcos, en Florencia, donde descansan sus restos desde octubre de 2007. En 1986 se inició su proceso de beatificación.