Este miércoles tendrá lugar en Madrid el primer acto público en torno a la figura del religioso vietnamita Marcelo Van (1928-1959), con un coloquio y presentación de sus obras (entre ellas su Autobiografía, de reciente aparición en española) en el que participarán sus traductores, Cordelia de Castellane y el sacerdote Álvaro Cárdenas, párroco de Colmenar del Arroyo, donde organiza mensualmente la frecuentada vigilia Asalto al Cielo de oración y testimonios.
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El padre Cárdenas nos avanza las razones del interés que suscita el hermano Van, cuya devoción está en auge en España desde que empezó a darse a conocer hace poco más de un año, y cuya causa de beatificación está en curso y tuvo como primer postulador al cardenal Francisco Javier Nguyen Van Thuân (1928-2002).
El actual postulador de la causa de beatificación de Marcelo Van es el monje benedictino Olivier de Roulhac, quien en la foto muestra una reliquia de Santa Teresita del Niño Jesús, tan unida al joven religioso. En el cartel puede leerse una frase característica del hermano Van: "No miro ni lejos ni cerca de mí, solo miro a Aquel que mi corazón ama".
-No parece fácil dar a conocer en España a un religioso vietnamita muerto hace sesenta años...
-Efectivamente, Marcelo Van es un total desconocido en España y en el resto del mundo hispano. Llegó aquí providencialmente.
-¿Cómo?
-La respuesta se encuentra en la misión que el cielo le confió. El mismo Jesús le aseguró que esta misión no sólo no terminaría con su muerte sino que, igual que la de su hermana Santa Teresita, se realizaría desde el cielo. Una misión dirigida no únicamente a su país natal, Vietnam, sino universal. Estoy convencido de que ha sido el mismo Marcelo Van quien ha comenzado esta misión entre nosotros.
-¿Con qué recorrido?
-El primer instrumento para realizarla fue su director espiritual, el padre Antonio Boucher, redentorista de la provincia de Santa Ana de Boupré, del Canadá francófono. Misionero en el Vietnam, conoció de forma privilegiada la intimidad de este joven redentorista, su excepcional sensibilidad sobrenatural y las extraordinarias confidencias que el cielo tenía con él y él con el cielo.
-¿Qué tipo de confidencias?
-Era un joven con una relación con Dios fuera de lo normal. Por eso el padre Boucher fue copiando y guardando, una a una, toda su correspondencia, le ordenó escribir por orden cronológico los recuerdos de su vida y, cuando Van recibió del cielo el encargo de escribir los coloquios que mantenía con Jesús, con la Virgen y Santa Teresita del Niño Jesús, él los fue recogiendo y los custodió junto con sus otros escritos hasta su retorno al Canadá en 1964. Allí los tradujo del vietnamita al francés. Más adelante, con la apertura de su causa de beatificación, comenzaron a publicarse, primero en francés y después en otros idiomas. Así llegó a nosotros. Y maravillados por él, como su director espiritual, nos pusimos manos a la obra para darlo a conocer.
La Autobiografía de Marcelo Van fue escrita por orden de su director espiritual.
-Maravillados ¿por qué? ¿Qué ha encontrado usted personalmente en la vida y en la obra de Marcelo Van que le ha llevado a implicarse en esta tarea?
-Una de las cosas que más me han maravillado de él ha sido descubrir a un joven que a pesar de ser extraordinariamente sensible y de estar marcado desde pequeño por el sufrimiento, conservó siempre un alma de niño.
-¿En qué consistía ese alma de niño?
-Se revela en su relación asombrosamente directa, trasparente y espontánea, también desde muy niño, con la Virgen y con Jesús (muy lejos de los formalismos en que tan a menudo encierra una cierta educación), y a partir de un determinado momento de su adolescencia también con Santa Teresita, quien le mostró el "pequeño camino" de la infancia espiritual, que tan perfectamente se ajustaba a su debilidad.
-Desde muy pequeño quiso ser sacerdote…
-Sí, ése es otro aspecto que me ha fascinado de él, su amor al sacerdocio desde niño, su deseo ardiente de ser sacerdote, de conquistar el mayor número de almas para Jesús, y su tenacidad desde muy niño, con apenas 7 años, para llegar a serlo, a pesar de los terribles sufrimientos que tuvo que arrostrar para conservar su inocencia y su consagración total a Dios, hasta la hora de ser admitido en la vida religiosa, con 16 años. Muy pronto descubrí que Van había sido elegido para una misión de asombrosa actualidad y que ésta no había podido comenzar entre nosotros, simplemente porque no lo conocíamos. Entonces me sentí llamado a hacer llegar al público hispano el tesoro que el cielo nos ha querido regalar por medido de él.
-¿Cómo definiría esa misión que le fue confiada a Marcelo Van?
-La misión de Marcelo Van es la de ser apóstol escondido del Amor Misericordioso, continuando en la tierra y en el cielo -como le indicó el mismo Jesús- la misión de Santa Teresita. Van hizo de su vida una ofrenda total de sí mismo al Amor Misericordioso, y unido íntimamente a Jesús, también una ofrenda total a Él por la salvación de los hombres, no sólo de su querido Vietnam, al que tanto amaba, sino de todos los hombres. Como lo hizo antes Santa Teresita, Van hizo su propio acto de ofrenda al Amor Misericordioso para que el Reino de su Amor llegara sin tardar al corazón de todos los sacerdotes y de todas las almas.
-Ha mencionado Vietnam, que vivía momentos muy complejos. ¿No quiso mantenerse al margen?
-Amante de su Patria, Van se ofreció, en primer lugar, por su querido Vietnam, en un cambio de época marcada por la tensión entre ser fiel a sus más genuinas tradiciones y al mismo tiempo su apertura al cristianismo y a Occidente, entre una sociedad rural y campesina y otra urbana, entre una economía familiar y otra industrial. Todo ello en medio de la guerra chino-japonesa, de la Segunda Guerra Mundial, de su deseo de independencia y a la vez del doloroso proceso descolonizador de Francia, de la expansión del comunismo y de la división del mundo en dos bloques. Van muere en 1959, cinco años antes del estallido de la Guerra de Vietnam en 1964. Se ofrece también por Francia, tan unida al Vietnam por múltiples lazos, particularmente sobrenaturales.
-¿Cómo fue capturado?
-Tras la toma del Vietnam del Norte por los comunistas, decidió volver allí para amar a Jesús entre los comunistas. Tenía 26 años. Como había hecho antes con los sacerdotes, aceptó entrar en el corazón de aquellos que, desconociendo el Amor Misericordioso de Dios, se sumían en la amargura, el resentimiento, la dialéctica que enfrentaba las clases, la lucha revolucionaria y el ateísmo, para amar a Jesús en ellos y por ellos y ofrecerse de esta manera por su salvación. Van, unido a Jesús en una existencia redentora, se ofreció a sí mismo, con todos los sufrimientos que acompañaron su vida, por la salvación de todos los hombres.
-No duró mucho en libertad…
-En 1955, con 27 años, es arrestado por la policía comunista. Al año siguiente es condenado a 15 años de "reeducación", irónico adjetivo que quería decir a trabajos forzados. Y tres años después, en 1959, muere extenuado y enfermo a los 31 años de edad a causa de los sufrimientos vividos en los terribles campos de internamiento, trabajo y adoctrinamiento, de Ho Chi Minh.
-Ha hablado varias veces del vínculo entre la espiritualidad de Van y la de Santa Teresita. ¿Cómo se estableció ese vínculo?
-Van quería ser santo, pero entre todos los santos no encontraba a ninguno que se ajustara a él. Los caminos que recorrieron eran demasiado difíciles para un chico como él. Santa Teresita fue en su ayuda. Entonces cayó en sus manos su Historia de un alma. Tenía 14 años. Nunca pudo sospechar que ese instante marcaría su vida para siempre, en este mundo y para la eternidad.
-¿Por qué?
-Porque así encontró a su hermana espiritual, su alma gemela. Loco de alegría, corre hasta una colina. Entonces escucha una voz femenina que le llama: "Van, Van, querido hermanito mío". Era Teresita, que le hablaba interiormente. Ella lo acogió como a su hermano pequeño y él a ella como a su hermana mayor. Desde ese momento Teresita lo acompañó y lo fue formando, junto con Jesús y la Virgen, que poco después también empezaron a comunicarse con él. Ella le revela la paternidad de Dios y le enseña a confiar totalmente en Él, invitándole a tener con Él un trato íntimo y familiar. Van se convierte así en discípulo del "pequeño camino".
-¿En qué consiste?
-Van descubre tres cosas. Primera, el amor absolutamente gratuito de Jesús. Así aprende a dejarse amar por Él con un corazón de niño. Segunda, su Amor infinitamente Misericordioso. Y aprende confiadamente a dejarse perdonar. Y tercera, su Amor de mendigo, que reclama de nosotros el pobre amor de nuestro corazón. Además, Teresita le introduce también en la actitud de ofrenda.
-Porque él tuvo que renunciar a muchas cosas…
-Fue ella quien le comunicó que debía renunciar a su deseo de ser sacerdote y quien le reveló su vocación: tener, como ella, una vida oculta para ser apóstol del Amor Misericordioso de Jesús por la oración y el sacrificio; vivir escondido en el corazón de Dios para ser así la fuerza vital de los apóstoles misioneros.
-¿Sufrió mucho Van en su vida, aparte de su periodo de reclusión?
-Las pruebas no dejarán de acompañarle hasta la hora de su muerte. No sólo las exteriores: humillaciones, rechazos, incomprensiones, y por fin la cárcel y la muerte, sino también las interiores: el silencio y la soledad de Jesús lo golpearán y el asco y el hastío se apoderarán de su alma. Él las ofrecerá una a una, unido a Jesús, por la salvación de los pecadores. Y lo hará con una sonrisa. Será el precio que habrá de ofrecer por su rescate. Esta será la ofrenda redentora de su vida al Amor Misericordioso. Su único deseo será agradar a Jesús y ganar almas para Él.
-Como Santa Teresita, que por eso es patrona de las misiones...
-Teresita y Van son almas gemelas. Ambas descubren el amor infinito de Dios por todos los hombres y su deseo de salvarlos. Ambos descubren el camino del temor a la confianza y el abandono filial en Él. Ambos descubren el amor como medio para transformar el sufrimiento en felicidad. Y ambos descubren el sufrimiento como medio para mostrar el amor a Jesús y para salvar a las almas.
La oración para pedir la intercesión del hermano Marcelo Van tiene autorización eclesiástica de la archidiócesis de París de 15 de marzo de 1993: "Señor, manifiesta a los ojos de los fieles que rezan con tu servidor Van la eficacia de su intercesión atendiendo sus súplicas, por Jesucristo Nuestro Señor. Amén".
-Un santo es un intercesor. ¿Se ha mostrado Van como tal?
-Como Santa Teresita, Van es un joven camino de los altares que cuando se le conozca va a dar mucho que hablar. De hecho se le conoce mucho, y se ha escrito mucho sobre él, en el mundo francés. Y ya está haciendo sus milagros.
-¿En qué es particularmente "eficaz"?
-Si tuviéramos que señalar algunos campos en los que su intercesión se deja sentir más, no dudaría en afirmar que Van escucha especialmente cuando le pedimos por los sacerdotes y ministros del Señor, por los niños, por los enfermos, por los que sufren, y por aquellos que no conocen a Dios.
-¿Cuál es el objetivo de la edición de sus obras?
-Van tiene una misión de extraordinaria actualidad que el cielo le ha confiado. Es una misión que necesita tanto España como nuestros pueblos hermanos de América. El objetivo de la edición de sus obras en español es darle a conocer y permitirle realizar esta misión.
-¿Se va a constituir en España una asociación Amigos de Van, como la que está impulsando en Francia la edición de sus obras y de su devoción?
-Respecto a la creación en España de una asociación de Amigos de Van, sería precioso. Por ahora Van es prácticamente desconocido en España. Pero es un joven que conquistaba a sus compañeros y ejercía un potente magnetismo con ellos. Lo sé también por experiencia propia. Como su hermana Santa Teresita, tiene una capacidad muy grande de hacer amigos. Estoy convencido de que su descubrimiento y su entrada en la vida de quienes le conozcan llevará a muchos a hacerse amigos de él, a querer saber más de él y a desear verlo un día en los altares.
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