El pasado fin de semana, Roy Dreher, autor de La Opción Benedictina, se desplazó hasta Cincinnati (Ohio, Estados Unidos) para una "razón especial" que él mismo explica en su blog: "Mi amigo J.D. Vance fue bautizado y recibido en la Iglesia católica. Ha sido un largo viaje para él. Fue oficialmente incorporado a la fe católica por el padre Henry Stephan, sacerdote dominico, en el priorato de Santa Gertrudis".
Vance, junto al padre Stephan. Fotos: The American Conservative.
James David Vance acaba de cumplir 35 años y es autor de una obra de gran éxito en su país y editada también en español, Hillbilly, una elegía rural. Memorias de una familia y una cultura en crisis (Deusto), escrita y publicada en inglés antes de la victoria electoral de Donald Trump pero que en buena medida explica esa victoria.
Vance (cuyo nombre al nacer fue John Donald Bowman: Vance es el apellido de su madre) nació en Middletown (Ohio), una ciudad en el epicentro de la crisis industrial que ha empobrecido a una clase trabajadora que, pese a ello, sigue siendo fiel a la forma de vida tradicional de su país que aborrecen las élites progresistas demócratas, cuyo sectarismo ideológico les cegó tanto como para no vislumbrar primero ni entender después la derrota de Hillary Clinton en noviembre de 2016.
El autor de Hillbilly, una elegía rural vivió en primera persona la decadente transformación de Estados Unidos. Pertenece a "ese sector social que era el que representaba el Estados Unidos más típico y castizo, del que salieron los soldados que murieron en Europa y el Pacífico en la Segunda Guerra Mundial" y que ahora "está dejándose morir", explica Pedro Fernández Barbadillo en su comentario al libro en Razón Española (nº 203, mayo-junio 2017): "Sus abuelos 'tenían una fe casi religiosa en el trabajo duro y el sueño americano'", pero su madre "se casó embarazada antes de terminar la enseñanza secundaria, se convirtió en una enfermera adicta a las drogas y -una vez divorciada- en una adicta a los hombres, que entran y salen constantemente de su casa delante de sus hijos". Al mismo tiempo, la dependencia de las subvenciones del Estado del bienestar alejó del Partido Demócrata a muchos trabajadores que consideraban que tales ayudas beneficiaban a los vagos y causaban una lenta pero inexorable degradación social, imperceptible al principio pero devastadora en sus efectos a largo plazo.
El libro de Vance ha dado lugar también a un documental, Hillbilly, que ha recibido varios premios. Éste es el tráiler.
Pero, ¿qué significa "hillbilly"? Es un término despectivo para sus adversarios y orgullosamente identificador para sus destinatarios que designa, como explica Fernández Barbadillo, a esos "blancos paletos" que viven "en los que esa misma élite denomina el flyover country, los estados para sobrevolar, los que se sitúan entre las dos costas y que no les ofrecen ningún interés, salvo el electoral, a quienes viven en Bos-Wash (las ciudades que se extienden en el corredor entre Boston y Washington) y So-Cal (el sur de California: Los Ángeles, San Francisco y Hollywood)". Y que se sienten comprendidas y representadas por Trump.
Gentes que, víctimas de "la pérdida de la disciplina, la promiscuidad sexual, la desaparición de la religión y la globalización económica", aún aman a su nación y no soportan que los millonarios de la farándula desprecien su bandera, y aún distinguen el bien del mal y sienten horror ante las risas demócratas al aprobar el aborto hasta el nacimiento.
Hillbilly es también una cultura y una música originaria del sur de los Apalaches. Algunos frailes dominicos de la región crearon el grupo The Hillbilly Thomists [Los Tomistas Hillbilly]. Así de bien suena un clásico de ese estilo como Poor Wayfaring Stranger. Con esos dominicos se ha bautizado J.D. Vance.
¿Qué ha llevado a Vance a la conversión? Él mismo se lo explica a Dreher: "Hace tiempo que estaba convencido de la verdad del catolicismo. Fui criado como cristiano, pero nunca tuve grandes vínculos con ninguna denominación y no fui bautizado. Cuando empezó a interesarme más la fe, hice tabla rasa y busqué la iglesia que más me atrajese intelectualmente".
Vance descubrió que las personas (como uno de sus tíos políticos) o autores (como René Girard, a quien estudió durante tres años) que más le atraían eran católicos. Y confiesa que la crisis de los abusos retrasó su decisión: "Me obligó a entender la Iglesia como un institución divina y humana. Pero realmente en los últimos años nunca me cuestioné que acabaría siendo católico".
El momento de la Primera Comunión.
Ha elegido a San Agustín como su patrono precisamente por esa intelectualización: "Es un defensor increíblemente potente de las cosas que cree la Iglesia". Ha estudiado las Confesiones y La Ciudad de Dios, "increíblemente relevante ahora que estoy reflexionando sobre política... Agustín me abrió el camino para comprender la fe cristiana en una forma fuertemente intelectual. Tuve una fase de ser ateo furibundo. En cuanto alguien que ha pasado buena parte de su vida comprando la mentira de que tienes que ser idiota para ser cristiano, Agustín me demostraba real y conmovedoramente que eso no es verdad".
Vance no ve con aprensión excesiva la actual situación de confusión en la Iglesia: "La esperanza de la fe cristiana no hunde sus raíces en una conquista a corto plazo del mundo material, sino en el hecho de que es verdad y de que, en el largo plazo, a trompicones, triunfará".
Le atrae la doctrina social de la Iglesia y cree que debe defenderse sin temor a perder popularidad, no solo en cuestiones como el aborto, sino tampoco en cuestiones de índole económica: "Estar en la vida pública es, en parte, una competición de popularidad. Si intentas hacer cosas que gusten a la mayor cantidad de gente posible, probablemente no harás cosas coherentes con el magisterio de la Iglesia católica".
Dreher quiso posar junto a la comunidad dominica donde Vance recibió el bautismo.
Por último, Vance explica a Dreher que en la "elegía" de Hillbilly hay también un reflejo de la lucha por "ser una buena persona cuando no has tenido una infancia fácil": "Eso quiere decir ser un buen marido y un buen padre, y ser capaz de alimentar a tu familia". Algo que tiene asimismo una traducción espiritual: "Uno de los puntos más atractivos del catolicismo es que el concepto de gracia no se plantea en términos de epifanía. No es como recibir una gracia y de pronto pasas de ser una mala persona a ser una buena persona. Siempre está actuando sobre ti. Eso me gusta".