Cuando la religiosa Tresa Palakudy llegó a Kenia en 1995, la realidad de los niños enfermos de SIDA y el estigma al que hacían frente superó sus expectativas. Desde entonces, ha dedicado su vida a erradicar este prejuicio y revolucionar el acceso infantil a los medicamentos. Hoy, puede afirmar que gracias a su labor, desde 2008 ninguno niño ha muerto por SIDA en su centro para huérfanos, el Hogar Nyumbani.
En una entrevista concedida al Berkley Center, la hermana Palakudy afirmó que a su llegada a Kenia lo normal era que los padres de niños con SIDA los abandonasen a su suerte para no ser estigmatizados.
Al ser consciente de ello, explica a Global Sisters Report, sintió "una llamada" a la que tenía que responder: "Ayudar a estos niños en medio de la pandemia [de SIDA]".
Tras más de 25 años dedicándose a la atención hospitalaria en la India, la religiosa fue invitada a Kenia por el padre D`Agostino para conocer el Hogar de Niños Nyumbani. En aquella visita supo que los niños la necesitaban y en 1996 se incorporó al proyecto del Hogar.
"Ver a Jesús en los niños", una fuerza para seguir
Palakudy pronto supo que "habría sido más fácil elegir otro lugar, con responsabilidades más fáciles", pero tanto por su profesión como por su vocación sabía que debía quedarse.
Entonces, el Hogar Nyumbani constaba únicamente de un edificio donde la religiosa y sus superiores prácticamente se limitaban a acompañar hasta la muerte 19 niños "enfermos y en terribles condiciones".
"En los primeros días cuidé de muchos niños. Los antirretrovirales no estaban tan disponibles como hoy, y uno tras otro -cerca de 60- fueron a Dios", explica.
Muchos de ellos eran muy cercanos a la religiosa y sus superiores y recuerda como algo "desgarrador" verlos morir ante la falta de medicamentos: "Cuando los perdíamos dolía, especialmente al haber hecho la promesa de salvar y proteger la vida como médico".
"Cuidar de esos niños fue la razón por la que me quedé", afirma la religiosa. "Ver la gracia de Jesús en sus rostros sufrientes" se convirtió en su motivación para seguir, una "gracia del Señor sin la que no habría durado mucho".
La iniciativa de Nyumbani integra a los niños en familias sustitutivas que les cuidan y acogen en el establecimiento, para que encuentren "algo más que una cama y un techo": un hogar (Imagen: Hogar Nyumbani).
Movilizando a un gobierno por los huérfanos con SIDA
Cansado de enterrar niños, el padre D`Agostino y tras él la propia Palakudy como directora del Hogar impulsaron varias campañas que lograron que el gobierno distribuyera tratamientos antirretrovirales para pacientes y huérfanos con SIDA.
Tras su éxito, el sacerdote y la religiosa obtuvieron acceder al tratamiento médico para los alumnos hasta que completasen la construcción del Hogar, y hoy la institución nacional KEMSA es su principal proveedora de antirretrovirales contra el SIDA.
Gracias a su labor, la religiosa confirma que "la tasa de mortalidad de los niños que tienen SIDA ha disminuido", y data la última muerte por esta enfermedad en el Hogar en 2008.
Más de 33.000 niños beneficiados
La religiosa expresa con agradecimiento el éxito que supone para ella ver a cada vez más niños a salvo de la enfermedad. "Cuando comencé, nunca pensamos que se convertirían en adultos y ahora, cuando los miro, están todos sanos", expresa.
Actualmente, el hogar infantil de Nyumbani brinda atención vital y un hogar a más de 100 niños seropositivos en Kenia. Desde que son recién nacidos hasta los 23 años, pueden vivir en el Hogar hasta que estén sanos y sean autosuficientes. Además, el proyecto de la religiosa apoya a más de 33.000 niños vulnerables o con SIDA desde de Nairobi.
En la misma ciudad disponen de escuelas, hospitales, un albergue con capacidad para 2.000 huérfanos y ancianos seropositivos abandonados y el Laboratorio de Diagnóstico Nyumbani para monitorear la salud de los niños y generar ingresos económicos.
La iniciativa dispone de un avanzado laboratorio que permite a los científicos y al personal médico de Nyumbani diagnosticar y tratar mejor a los pacientes con SIDA de Kenia (Imagen: Hogar Nyumbani).
Su objetivo, que los enfermos encuentren a Dios
Si como doctora su principal misión es salvar al mayor número posible de niños, Palakudy afirma que, como religiosa es "que puedan ir a la Iglesia y encontrar a Dios en sus vidas".
Para ello, una parte fundamental de su proyecto es "enseñar el catecismo de la Iglesia desde muy temprano" y enseñarles "la fe en Dios" tan pronto como llegan a Nyumbani.
"Les enseñamos la fe y los preparamos para recibir los sacramentos, les impartimos formación para que el catolicismo les ayude cuando tengan problemas y los niños comienzan a asistir a misa", explica.
Paliando "la pandemia olvidada"
Tras dos años de pandemia, la religiosa ha constatado como los enfermos de SIDA han quedado completamente olvidados y las autoridades han llegado a desviar las donaciones destinadas a los enfermos de VIH para hacer frente a la pandemia.
Además, Kenia ha experimentado una escasez masiva de medicamentos antirretrovirales, lo que ha puesto en peligro la vida de muchos de los pacientes. Muchos también han perdido sus trabajos y la posibilidad de tener una dieta adecuada para su sistema inmunitario.
Con todo, la religiosa se muestra decidida a continuar paliando "la pandemia olvidada" y confía en que, de seguir disminuyendo los niños que nacen con SIDA, algún día dejará de ser necesaria su labor.
Palakudy también dedica gran parte de su tiempo a la oración "para que ningún niño contraiga el virus de la madre y no tenga que sufrir" y anima a otros a continuar su labor: "Si un religioso recibe la vocación de atender a niños con SIDA le aconsejo que lo haga y no abandone por las dificultades. Estas, concluye, siempre estarán ahí, pero Dios estará contigo".
Puede apoyar al Hogar Nyumbani con su donativo en este enlace.