James Benton, doctor en Historia, necesitó la pandemia del coronavirus para pararse a reflexionar y dar el paso de hacerse católico. Ha contado su testimonio en el Catholic Standard de Washington.
Un historiador de tradición metodista
James se crio en una familia protestante de Carolina del Norte de tradición metodista. De hecho, su familia fundó una comunidad metodista en 1860.
Benton obtuvo un doctorado en Historia de los Estados Unidos. Trabajó en la Universidad de Georgetown, ligada a los jesuitas. Durante años colaboró como historiador ayudando al centro educativo y a la Compañía de Jesús a investigar acerca de los esclavos que la compañía tuvo hace siglos y localizando a sus descendientes.
A lo largo de la investigación, a Benton le llamó la atención que “algunos descendientes de esclavos ya habían investigado esa historia”. Mientras algunos descendientes de esclavos vivían "una verdadera crisis de fe" al saber la historia de sus familias, otros recibían esa información con indiferencia.
Al historiador le impresionó “la determinación de los jesuitas por avanzar hacia la reconciliación. Los descendientes de esclavos, los funcionarios de Georgetown y los jesuitas se unieron de una manera que no habíamos visto antes”, afirmó Benton en Catholic Standard.
James Benton es doctor en historia de Estados Unidos por la Universidad de Georgetown.
La pandemia le dio que pensar… y que agradecer
Con la llegada de la pandemia, “tuve mucho tiempo libre, y comencé a darme cuenta de lo afortunado que era por tener buena salud”.
Benton elaboró un plan de cuidado y crecimiento personal y quiso “conocer mejor la Doctrina Social católica sobre mi trabajo”.
Durante este tiempo, "la pandemia me llevó a hacer un balance de lo que era verdaderamente importante en mi vida y a reconocer la importancia de las pequeñas cosas".
El historiador reflexionó, por ejemplo, sobre "cómo un buen o un mal gesto hacia otra persona puede tener un efecto dominó a largo plazo, aunque nunca lo veamos".
Vio que era importante "ayudar y mejorar la vida de las personas que te rodean", y que no eran importantes los títulos o trabajos prestigiosos.
La misa se convirtió en lo importante
Todo ello le llevó a la oración. “Tenía dudas sobre lo que debía hacer”. Aunque no era católico, comenzó a asistir a misa por las mañanas en la iglesia de Santa Ana en Washington DC.
“Iba a misa como si se tratase de una experiencia personal, como una forma de conectarme con los demás”, explica.
“Cuando la pandemia nos golpeó y todos estábamos encerrados, me conecté a internet e investigué y descubrí nuevos aspectos sobre la liturgia. Cuando volvieron a abrir, comencé a ir a misa de nuevo”.
Como voluntario, “he llegado a conocer en profundidad a los miembros de la congregación, y todo el grupo de voluntarios con los que he trabajado nos hemos compenetrado mucho. Se abrió para mí una comunidad de gente completamente nueva, con la que he podido desarrollar unos propósitos y objetivos comunes”.
James D. Watkins, párroco de la iglesia de Santa Ana.
Espera lo que sucederá tras su conversión
En la Vigilia Pascual, el 3 de abril, Benton recibió los primeros sacramentos y pasó a ser parroquiano de Santa Ana.
“Al aprender más sobre el catolicismo y mi propia fe, he podido conocer a grandes personas en el camino, que me han apoyado, y han hecho que este momento de transición sea sorprendente”, afirma.
“Ha habido muchas personas involucradas en este viaje, solo ha sido posible gracias a amigos y conocidos que me han ayudado a encontrar las respuestas que estaba buscando. Los aprecio, y aprecio que estén en mi vida”.
James Benton, tras recibir los sacramentos de iniciación en la Iglesia de Santa Ana (Washington).
“Este ha sido un viaje muy importante. Puede parecer una larga historia”, pero visto con perspectiva, “no es raro para alguien que ha estado con los jesuitas durante los últimos 16 años”, aunque “todo se aceleró durante los últimos 15 meses. Espero con ansia lo que sucederá ahora”, concluye..