Sophia Kuby es alemana, tiene 43 años y es hija de la socióloga Gabriele Kuby. Directora de relaciones estratégicas y capacitación de Alliance Defending Freedom International y actual responsable de Areté Academy, esta conversa al catolicismo es entrevistada por Javier Lozano, en la Revista Misión, para hablar de esa nueva generación de cristianos que tienen ya un papel estratégico en la sociedad, el Derecho y la política.
"Me impresiona ver la coherencia con que las voces ateas presentan su posición en el discurso público. En cambio, a menudo observamos una decepcionante superficialidad en las voces cristianas en la política y la esfera pública, que hablan difusamente de 'valores cristianos' y un segundo después aprueban leyes opuestas a esos valores. Sin embargo, esto está cambiando", comienza diciendo sobre los líderes cristianos.
Cada milímetro de nuestra vida
Un cambio que, asegura, puede demostrar. "Viajo mucho y veo a esta nueva generación en todos los continentes y aprecio que están surgiendo jóvenes cristianos bien formados, que han comprendido que no tenemos que adaptarnos al mundo secular de manera timorata, que tienen claro que podemos y debemos dar respuestas a los retos de nuestro tiempo. Tengo la suerte de dirigir programas de formación profesional para jóvenes cristianos que quieren asumir este tipo de responsabilidades en puestos estratégicos", comenta.
Una receta que parte de la idea de que se es cristiano 24 horas al día. "Ser cristiano no consiste sólo en ir a misa los domingos, sino que abarca cada milímetro cuadrado de nuestra vida. No se trata tanto de iniciativas individuales como de un estilo de vida y una convicción profunda. Lo que somos debe notarse en todo, especialmente en nuestra vida profesional", asegura Sophia.
Sobre si estos nuevos líderes cristianos llegarán a tener auténtica influencia en la sociedad, la alemana le da mucha importancia a la formación. "Dios abrirá las puertas para que puedan influir. Es más interesante preguntarse: ¿Hay cristianos dispuestos a aceptar el reto de servir con excelencia? A menudo no es así. Debemos prepararnos seriamente desde el punto de vista intelectual, espiritual y con una red estratégica. Cuándo y dónde exactamente se abra la puerta es algo que no está en nuestras manos, pero sí podemos estar preparados para cuando llegue el momento", señala.
A la hora de analizar de qué manera se ha llegado a esta nueva conciencia, Kuby apunta a que en la misma decadencia del modelo actual está la oportunidad. "Cuanto más se rompen y redefinen estructuras como el matrimonio y la familia, y más fracasan los políticos a la hora de abordar los problemas reales de la sociedad, más crece la conciencia de que tenemos que hacer cambios importantes. Así surge una nueva generación que está despertando y quiere asumir responsabilidades. Son una minoría en términos numéricos, pero la historia nunca ha sido forjada por mayorías, sino por minorías creativas que han comprendido lo que realmente está en juego", explica.
En este punto de la entrevista, Sophie analiza los grandes desafíos a los que se enfrenta nuestra sociedad. "En Europa nos enfrentamos a dos grandes retos: el laicismo agresivo y el islam, que cada vez más está culturalmente en guerra con la Europa laica. Curiosamente, ambos están directamente relacionados con Dios y la religión. Empecemos por el laicismo. El laicismo agresivo, el destierro de la fe de la vida pública, no significa que se introduzca la neutralidad. Esta sólo existe en el ámbito formal de las leyes y las instituciones, pero no en cuestiones relativas a la visión del mundo. Qué leyes aprobamos, qué normas deben aplicarse, qué instituciones construimos nunca es una decisión neutral. Europa ha decidido que ya no es el cristianismo, con su exigencia del bien común, lo que debe ser normativo, sino el ateísmo.
Profundo cambio antropológico
Y, sobre el islam, explica: "También plantea la cuestión de Dios en Europa, sólo que se trata del Dios del islam, que conduce a una cultura y una sociedad completamente diferentes a las del Dios de la Biblia. Si nos fijamos en los principales acontecimientos culturales y demográficos, nos enfrentamos a que las propias normas, instituciones y principios sobre los que se construye Europa son cuestionados no sólo por nuestro propio laicismo, sino también por el islam".
Sophie relata cómo se embarcó en la lucha de las ideas cuando comenzó a trabajar en la burocrática Bruselas. "Trabajé en Bruselas casi una década y vi cómo tomamos decisiones políticas en Europa. El silencio ante los grandes cambios y la falta de visión sobre cómo queremos convivir en el futuro era impresionante. No creo que el sistema se renueve por sí mismo. La única manera es formar a personas que sean capaces de desarrollar respuestas desde su fe cristiana y luego ponerlas en práctica. Esto nos lleva de nuevo a los líderes. No hay palanca más estratégica que la preparación de los futuros líderes. A los cristianos no nos debe preocupar la ambición o el afán personal, sino comprometer nuestras vidas al servicio de la sociedad. Esto implica conocer adecuadamente este servicio y a Dios, que es quien nos lo confía", cuenta.
Una decadencia, la de Occidente, que cuenta con unas causas muy concretas. "A menudo vemos los síntomas, pero no entendemos la causa. Experimentamos un profundo cambio antropológico con la creciente pérdida de la fe cristiana. El concepto que tenemos de persona determina cómo imaginamos la sociedad. Si tiene una dignidad inalienable, que no pierde ni siquiera en la enfermedad, la discapacidad o la vejez, construimos hospitales y hospicios, invertimos dinero público en cuidados, apoyamos a los discapacitados y prohibimos matar activamente. Si es un producto de puras fuerzas naturales, no hay razón para cuidarlo en la enfermedad, la discapacidad o la vejez", comenta.
"La actual tendencia transgénero: si una persona es un producto aleatorio de la naturaleza, ¿por qué no puede mutilar su cuerpo en función de sus sentimientos subjetivos? Esto plantea una cuestión ideológica nueva y fundamental: ¿Son los seres humanos materia prima que se puede utilizar o destruir? ¿O tiene el cuerpo humano dignidad, sentido y significado?", añade la alemana.
"Lo único que puede responder a esta pregunta es la cuestión del origen. ¿Hemos sido creados por un Dios que es amor y ha llenado la existencia humana de sentido o somos un producto aleatorio de procesos químicos fríos, impersonales y sin sentido? La cuestión decisiva de nuestro tiempo está en quién es el hombre y de dónde viene".
Testimonio de Sophia Kuby.
Peso a la situación histórica actual, Sophie no es pesimista. "Cuando los cristianos empiezan a perder la esperanza es señal inequívoca de que ya no esperan la salvación de su Salvador, sino del poder secular. Pese a los inmensos desafíos, tengo muchas esperanzas. El mundo no será redimido por nosotros, sino por Cristo, pero se nos permite cooperar en su obra de redención. Por difíciles que sean las circunstancias, estamos llamados a ser una fuerza del bien. Dios no está dormido, no se ha olvidado de nuestra época y tampoco de nuestra Europa. Cada vez me parece más evidente que donde haya más oscuridad, más brillará la luz", concluye.