Este próximo mes de mayo el Papa Francisco visitará varias repúblicas del Este de Europa que durante décadas estuvieron bajo el yugo del comunismo. Del 5 a 7 de mayo viajará a Bulgaria y Macedonia, país este último que vio nacer a la Madre Teresa. Y ya el 31 de dicho mes y hasta el 2 de junio, el Pontífice volverá a esta parte del continente para en esta ocasión visitar Rumanía.
Precisamente de este país es el seminarista Mihai Sona, un joven de 23 años que en estos momentos gracias a una beca de la Congregación para las Iglesias Orientales, que completa la Fundación CARF, está estudiando en Roma en la Facultad de Comunicación Social e Institucional de la Universidad de la Santa Cruz.
Un país preso del comunismo durante décadas
Natural de la ciudad de Cluj, en Transilvania, es católico bizantino, es decir, de la Iglesia greco-católica rumana, en comunión con Roma, y recuerda que Rumanía “ha estado bajo la cortina de hierro del comunismo y por ello ha sufrido muchísimo”. La tradición del país está ligada al cristianismo oriental y aunque hay un número importante de católicos de diferentes ritos la mayoría del país es cristiana ortodoxa.
“En Transilvania, de donde vengo yo, siempre ha habido una gran diversidad de población: no solamente rumanos, sino también húngaros, alemanes y judíos. Las confesiones cristianas han sido varias y siguen siéndolo aún hoy. Católicos romanos, greco-católicos, ortodoxos, calvinistas y luteranos: todos vivimos juntos y este es un ejercicio que siempre intentamos hacer, en lo bueno y en lo malo”, relata este seminarista.
Con la caída del comunismo, Mihai asegura que la situación social, cultural y religiosa cambió en todo el país y la libertad religiosa se ha convertido en uno de los grandes regalos que han recibido.
El catolicismo en Rumanía
Para conocer mejor el catolicismo en Rumania, este joven señala que “existen tres iglesias locales: la Iglesia Católica Romana de Rumanía con la mayoría de fieles en el sur del país y en el este de Moldavia; la Iglesia Católica Romana de mayoría húngara, a la cual también hacen referencia otras pequeñas comunidades como los polacos, eslovacos, etc.; y la Iglesia greco-católica rumana unida a Roma, cuya mayoría está en Transilvania”.
Con esta diversidad en la Iglesia y teniendo en cuenta la mayoría ortodoxa y la presencia de comunidades protestantes, Mihai Sona recuerda que “cada Iglesia hace su deber de llevar el mensaje del Evangelio a todos, pero para hacerlo debe tener en cuenta que existen también las otras Iglesias y que el camino hay que hacerlo juntos: es un reto para todos”.
Sobre la visita de Francisco al país cuenta que el anuncio fue recibido con gran alegría por parte de las distintas Iglesias Católicas pero también por la Iglesia Ortodoxa y por el propio Estado.
El grito de "unidad" ante San Juan Pablo II
“Aún queda en la memoria colectiva el viaje de San Juan Pablo II, que fue un éxito porque, por primera vez después de 44 años de comunismo, cuando la gente estaba dividida por la ideología marxista, todo el mundo gritaba: “¡Unitate!”, ¡Unidad! Y ese deseo de unidad se ha manifestado y realizado en ver a San Juan Pablo II que se encontraba con el patriarca ortodoxo Teoctist”, evoca este joven.
Sin embargo, para este joven “el viaje del Papa Francisco representará un encuentro del rebaño rumano con el gran Pastor, el sucesor de San Pedro para cada comunidad católica. El Papa estará en cuatro lugares, donde se encontrarán los católicos de todas las Iglesias locales que mencioné: en Bucarest, Blaj, Șumuleu Ciuc y Iași. En Blaj, que es el centro de la Iglesia greco-católica, el Santo Padre beatificará a siete obispos greco-católicos que dieron su vida por la fe y la Iglesia católica durante el régimen comunista. Un evento muy esperado por la Iglesia greco-católica local”.
Acerca de su llamada, Mihai afirma que su "vocación al sacerdocio viene como una llamada por parte de nuestro Señor. De niño sentía curiosidad por las cosas que pasaban en la Iglesia y traté de ser sacerdote para mi abuela, que no podía ir a la Divina Liturgia”.
Una vocación dentro de otra vocación
Durante la adolescencia llegó a alejarse de la Iglesia, pero al acabar la Secundaria sintió una fuerte llamada de Dios. “Antes de tomar la decisión de ingresar al seminario quería estudiar Periodismo, porque sabía que me encantaba escribir. Pero el Señor tenía otro plan, siempre mejor que el que yo tenía. Y así sucedió que, en un día de Cuaresma de 2014, cuando estaba en un retiro y me encontraba solo dentro de la capilla, sentí una atracción muy fuerte hacia el altar que nunca había advertido antes. Después de esta experiencia tomé la decisión de ingresar al seminario”, insiste.
Su gran deseo antes de la llamada a la vocación religiosa era ser periodista. “Descubrí que el deseo de estudiar Periodismo que ya tenía en la escuela secundaria se podría realizar a través de mis estudios de Roma, tomando forma en la Universidad de la Santa Cruz, y más precisamente en la Facultad de Comunicación Social e Institucional”, revela. "El Señor nunca ha retirado los regalos que me dio: me tomó de la mano y me amó como un padre”.