El pasado 11 de julio, durante un vuelo de instrucción, un avión militar L-39 del Ala 411 de la fuerza aérea tailandesa se estrelló en la localidad de Chiang Mai, al norte del país. El oficial en prácticas, Thanawat Khunkhunthod, recibió del instructor la orden de eyección y saltó del avión a tiempo de salvar su vida, resultando solo levemente herido. El capitán François Xavier Naruepol Lueadkusol podría haber saltado también, pero maniobró hasta el último momento para evitar que el avión cayese sobre una zona poblada y cuando se aseguró de que sería así ya era tarde y falleció en el impacto.
El L-39 Albatros, prototipo checoslovaco de los años 60, es uno de los aviones de entrenamiento militar más utilizados por las fuerzas aéreas de numerosos países.
La caída de la aeronave fue captada desde un vehículo que circulaba por una autopista cercana.
El Capitán Pete, como era conocido por sus compañeros el héroe caído, hizo una llamada de Mayday cuando algo falló en el avión y no logró reconducirlo. Según explicó su alumno, François Xavier le ordenó saltar mientras se alejaba de un cercano núcleo de población y nudo de concurridas carreteras, para dirigirse a un denso bosque donde lo estrelló.
"Sabía lo que estaba haciendo", afirmó Chaiyapruk Disyasarin, uno de los jefes de la Royal Thai Air Force, en la base militar de Don Mueang, adonde llegaron sus restos mortales para el funeral. Los protocolos establecen que, en caso de pérdida de control de este avión, antes de los 609 metros de altitud debe saltar en primer lugar el piloto de detrás (donde iba el instructor) y luego el de delante (donde iba el alumno). Pero Naruepol espero a los 518 metros y luego dio la orden inversa, para que se salvase el otro piloto e intentar él orientar el impacto hacia una zona despoblada. Por ese motivo fue inmediatamente considerado un héroe y condecorado y ascendido a título póstumo.
El féretro con los restos del Capitán Pete, precedido por una Cruz.
François Xavier Naruepol Lueadkusol, de 34 años, era católico. El pasado sábado, tras su funeral, el padre Joseph Anucha Chaiyadej, de la catedral de la Asunción de Bangkok, declaró a UCA News que el joven militar había mostrado con su acción las virtudes católicas que había aprendido desde su infancia.
"A los católicos se nos enseña a compartir lo que tenemos, a comportarnos moralmente, a ofrecer a los demás amor y servicio", dijo el padre Anucha: "Suena como una hermosa enseñanza y tal vez muchos puedan decir que está pasada de moda y es imposible de cumplir. Peo el sacrificio de Peter muestra que el bien nunca muere. Aunque Pete ha dejado esta tierra, su legado siguiendo las enseñanzas de Jesús sigue viviendo".