"Debemos luchar contra aquel a quien llamamos Diablo": con esta arenga finalizaba el exorcista italiano de la diócesis de Piazza Armerina, Pasqualino di Dio, su intervención en el XVI Curso de exorcismo celebrado en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma.
En su intervención, relata a Portaluz Luis Santamaría del Río, Di Dio se refirió a los "hermanos" con problemas que "acuden como último recurso a la magia, con el resultado de agravar y complicar sus males, sin calcular lo que los `operadores de lo oculto´ les van a hacer pagar por sus prestaciones".
Del mismo modo, denunció como en la época actual "los magos se multiplican sin remedio", debido en parte al desprecio que en ocasiones sufren los fieles y víctimas que buscan ayuda en los sacerdotes: "Se van muy desilusionados, porque esperaban encontrar en la Iglesia escucha y atención, y permanece en ellos la desesperación”. De esta forma, dice, se facilita “el retorno a lo oculto, a la magia".
La causa por la que "los magos se multiplican"
"Muchos sacerdotes no están dispuestos a dar una respuesta pastoral a la necesidad de tantas personas sufrientes, personas cuya apelación no puede rechazar la Iglesia", explicó. Alertó de este modo de lo urgente de "diagnosticar y confrontar la acción extraordinaria del demonio" por parte de la comunidad cristiana.
De forma semejante a las palabras que pronunció recientemente el sacerdote Francisco Torres Ruiz, Di Dio llamó la atención de que hoy día "algunos hablan mucho de la acción extraordinaria del Diablo -como la posesión, la vejación o la infestación- pero poco de su acción ordinaria, que es la más peligrosa".
Para hacer frente a esta -el pecado y la tentación- los sacramentos no solo son la mejor arma sino "el primer exorcismo que el Señor ha dado a Su Iglesia". "Se está dando una dramática relativización de los sacramentos y su devaluación. Se hace prevalecer en el ministerio del sacerdote la predicación, dejando su dimensión santificadora como algo a superar", denunció.
Los sacramentos, el primer exorcismo
En este sentido, Di Dio reivindicó la concepción de los sacramentos como "la acción actual de Cristo", ya que "representan el primer y verdadero exorcismo para el hombre y de ellos reciben su fuerza los sacramentales".
"El maligno puede penetrar con menor facilidad en las personas y comunidades que viven los sacramentos, porque su acción viene limitada por el poder de la gracia. Celebrando los sacramentos, la Iglesia realiza un exorcismo sobre el mundo", explicó.
Antes de concluir, también quiso llamar la atención sobre la banalización de la práctica del exorcismo al contemplarlo como un simple rito mágico.
"Hay que estar muy atentos para no caer en esto. Es la fe la que mueve montañas, no los objetos”. Por ello, las bendiciones y exorcismos “no se pueden usar como si fueran remedios médicos, porque estaríamos haciendo magia usando las cosas de Dios".
El exorcista concluyó su intervención llamando a no dejarse llevar por el sensacionalismo al hablar de los exorcismos, de modo que el estudio de las intervenciones demoníacas vaya siempre acompañado del estudio del bien y el mal en sí mismos.
También hizo especial hincapié en como el demonio se sirve del éxito, el dinero y el sexo para atacar "toda forma de unidad", y alentó: "Si vivimos de acuerdo con el corazón de Dios, debemos luchar contra aquel a quien llamamos ‘diablo’ y ‘Satanás’. La santidad es el verdadero objetivo de la vida".