Que mejor forma de empezar la vida matrimonial que entregando la vida por los demás. Esto es lo que pensaron Álvaro García y Chabeli Macías cuando el pasado mes de julio recibieron el sacramento del matrimonio y en vez de ir de luna de miel decidieron partir como voluntarios a una misión en Perú.

“Nos casamos en julio y en agosto aprovechamos el viaje de novios para hacer un programa de voluntariado que ofrece Entreculturas que se llama Experiencia Sur. Consiste en visitar, durante un mes uno de sus proyectos, visitando, acompañando y ayudando en lo que se pueda. En nuestro caso, el proyecto elegido fue en Perú”, explica Álvaro.

Entreculturas es una ONG de la Compañía de Jesús que se centra en la transformación social a través de la educación, por lo que están presentes en numerosos países de América Latina y África.

"Un momento fuerte de fe"

Además, afirma que “la experiencia nos ha hecho enriquecernos como pareja y ha sido muy positiva para nuestro matrimonio. Es un momento fuerte de fe como cristianos que somos. Yo pertenezco a una comunidad de seglares claretianos de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen, en Málaga. Esta experiencia de contacto directo con el hermano necesitado, con el prójimo, personalmente me ha enriquecido y ha sido una experiencia fuerte que va a servirnos en nuestro futuro”.

Chabeli explica que ella es trabajadora de Entreculturas mientras que su esposo es voluntario de esta misma organización. “Hacer este viaje de novios ha sido una experiencia nueva para nosotros, que nos ha ayudado en nuestras respectivas funciones en Entreculturas. Nos ha servido para conocer los proyectos en primera persona, es lo que intentamos que la gente conozca con todo lo que hacemos, pero que si no viajas hasta esos lugares, es más difícil”, asegura en una entrevista con la Diócesis de Málaga.

Álvaro y Chabeli, con un grupo de niños durante su estancia en Perú

Sobre su experiencia en esta misión en Perú, Álvaro cuenta que aunque no fuera una zona de una pobreza extrema sí tenía grandes carencias en educación y sanidad. Y explica uno de los momentos que más le impactó: “Uno de los días regresaba con dos sacerdotes jesuitas de una visita a otro pueblo, nos encontramos un accidente de moto en la carretera. Un hombre estaba tirado en el camino y aún estaba vivo. Lo subimos a la camioneta y lo llevamos urgentemente  a la posta médica de Ocongate, que era la más cercana. Como los medios disponibles eran insuficientes para atenderlo, no contaban ni con lo básico para una primera atención lo derivaron al hospital de Cuzco, que se encuentra a 3 horas de camino en coche, y en ese trayecto falleció. Fue una situación muy dura y nos hizo pensar mucho en la de privilegios que tenemos en nuestra vida”.

Entreculturas unió a esta pareja antes incluso de conocerse

Entreculturas se ha convertido en un aspecto central de la vida de este nuevo matrimonio, pues no sólo es que trabajen o colaboren con esta ONG católica sino que incluso se conocieron en ella.

Chabeli confiesa que “para mí, personalmente, significa mucho ya que he crecido con Entreculturas. Cuando cursaba ESO en el colegio San José (Padre Mondéjar) formé parte de la Red Solidaria de Jóvenes (RSJ), un grupo de alumnos que, guiados por un profesor y acompañados por Entreculturas, tratábamos temas sociales, hablábamos de solidaridad, de comercio justo, de sostenibilidad, pobreza, guerra y paz. Tratar todos esos temas me hacía cada vez más sensible a una realidad que sentía cada vez más cercana, quizás por eso cuando entré en la universidad seguí colaborando con el colegio, acompañando junto con el profesor al grupo de la RSJ y pasé a formar parte de la delegación de Entreculturas. Durante 9 años he sido voluntaria hasta que, hace un año, empecé a trabajar como técnico de Ciudadanía”.

Esta pareja ha estado ayudando desde Málaga al proyecto “La Luz de las Niñas”, un programa para el acceso a la educación para niñas y reducción de la desigualdad. Chabeli  explica que “al final son las niñas las que, en muchos países en vías de desarrollo, se ven más desfavorecidas, tienen que dejar la escuela, son casadas antes de tiempo y sufren distintos tipos de violencia. Hay que concienciar sobre el necesario cambio de estas situaciones, no solo por el bien de estas niñas, sino porque en un futuro son las que sacarán adelante la familia. Hay que velar por sus derechos”-

Según Entreculturas, “cada año 12 millones de niñas son casadas antes de cumplir los 18; 150 millones sufren violencia sexual y 34,2 millones de niñas y mujeres son refugiadas o desplazadas. La mayoría de niñas en el mundo se ven obligadas a realizar tareas del hogar como cocinar, ir a buscar leña, agua o quedarse al cargo de sus hermanos pequeños. Estas formas de violencia hacia las niñas provocan en ellas graves secuelas psicológicas, físicas y sociales que las marcan para siempre, y las alejas de la escuela, de su infancia y de sus oportunidades”.