Christian Gálvez (Madrid, 1980) es uno de los presentadores más conocidos de la televisión en España, con programas como Pasapalabra o ¡Boom!. Pero, además, tiene una faceta algo más desconocida, en donde es un auténtico experto: la historia y, en especial, Leonardo da Vinci. Hace dos años sacó una novela sobre el genio italiano y ahora acaba de publicar otra sobre Jesucristo.

El periodista Álex Navajas, del portal El Debate, le acaba de entrevistar para hablar de su obra recién publicada, Te he llamado por tu nombre (editorial Penguin), cuya primera edición, de 20.000 ejemplares, ya se ha agotado. Un viaje a Tierra Santa junto a su pareja, la periodista Patricia Pardo, ha sido el motivo para que Gálvez vuelva a la fe. 

Entre Santiago y Jerusalén 

"La génesis de ese viaje surgió hace muchísimos años, en mi adolescencia, en 1995. Tenía 15 años cuando leí por primera vez Caballo de Troya, de J.J. Benítez, que me fascinó por la manera de acercarnos a esa figura más humana de Jesús de Nazaret. Siempre tenía en mente poder viajar a Tierra Santa, pero no sabría decir por qué ese viaje no se consumó hasta que, a principios del año pasado, antes del conflicto bélico, mi mujer —que ya había estado trabajando como reportera allí en Israel— me dijo: Te voy a llevar a cumplir tu sueño. Nunca había tenido un compañero ni una compañera de viaje que me llevara para allá o con el que pudiera compartir, digamos, ese viaje espiritual", comienza diciendo Gálvez.  

"Una vez allí, me fascinó absolutamente todo. Yo de joven era muy creyente, pero perdí la fe. Yo creo que hay un momento en nuestra vida en el que, los que creemos, vemos cierta oscuridad y perdemos en mayor o menor medida la fe. En mi caso fue una pérdida bastante grande y, gracias al amor, volví a recuperarla: el amor a Santiago de Compostela y a Jerusalén. Por eso decidí que mi próxima historia tenía que estar ambientada allí".

El presentador reconoce que fueron esos dos lugares centrales del cristianismo, y su mujer, lo que le hizo regresar a la fe. "Mi mujer es creyente y, gracias a los viajes a Santiago de Compostela, empecé acercarme otra vez poco a poco. Comencé a mirar la fe desde otro punto de vista, lógicamente, con la madurez que te dan los años, empiezas a comprender un poquito más. Vuelves a leer, a acercarte a las Escrituras, a reinterpretar, a entender muchas cosas... El libre albedrío tiene otro significado mucho más amplio, y también mucho más profundo. Gracias a mi chica recuperé la fe en el amor, en la amistad, en mí mismo, que también es importante. Creo que empezó en Santiago de Compostela con ella y culminó en Jerusalén".  

Gálvez viajó recientemente a Tierra Santa junto a su pareja, la periodista Patricia Pardo.

Leer la Biblia, para documentar su novela, hicieron el resto. "No solo las Sagradas Escrituras, sino también todos los evangelios apócrifos y las fuentes no cristianas, que también son fuentes fiables de documentación. Flavio Josefo menciona a Jesús de Nazaret. Tácito menciona el Talmud. Es decir, una serie de documentos no pro cristianos que nos ayudan a entender a una figura que, si para ellos no lo cambió todo, lo intentó cambiar todo".

"Una de las cosas que aprendí al lado de mi mujer ha sido perder el miedo a decir lo que pienso y siento, siempre y cuando no hiera sensibilidades. Aquí no estoy atacando a nadie. No es un libro hereje; es un libro que cuenta los orígenes del cristianismo desde el punto de vista de la ficción, porque es una novela histórica", añade.

"A mí me gusta llamarle Jesús de Nazaret. Para la gente no creyente, me gusta contar que alguien tuvo que decir unas cuantas verdades y que eso modeló la historia de la humanidad. Es decir, que si Jesús no hizo milagros, si Jesús no resucitó, sería aun así el cuento más bonito que jamás se ha contado y que a día de hoy se sigue contando".

Gálvez también reconoce su parte favorita del Nuevo Testamento. "Soy muy fan del evangelio de Lucas, por encima de todos los demás, porque me parece que es el más completo, la crónica más objetiva y el único de los evangelios que es gentil, es decir, que es extranjero, y se documenta sobre el terreno y con los personajes protagonistas de la historia. Nos dibuja un perfil de un Jesús, por encima de todas las cosas, misericordioso. ¡Perdón, perdón! El perdón inclusivo con los niños, inclusivo con las mujeres. Es decir, un Jesús con los brazos abiertos y con las manos hacia arriba. No tiene nada que esconder y tiene mucho que abrazar".

Para el presentador, es importante realzar la parte más cercana de Jesús, como hijo de Dios que se hace hombre por amor. "No es que no me guste, es que Jesús de Nazaret me parece mucho más cercano. Cristo ya es darle esa pátina de ungido, es decir, tiene un punto casi, casi de realeza. Es como cuando decimos Rey, Rey de reyes o Señor. A mí me gusta imaginarme a Jesús muchísimo más cercano, a alguien que toca a la gente".

"Por ejemplo, llega Semana Santa y a mí me fascina cada año sí o sí tragarme las seis horas de Jesús de Nazaret, de Franco Zeffirelli. Me fascina, pero no es mi Jesús. No lo es. Mi Jesús parpadea. Mi Jesús se mueve. Mi Jesús ríe. Mi Jesús se tira al suelo a jugar con los niños. Toca al que está afligido, le toca de verdad. Le pregunta: ¿Cómo estás? Es un amigo de verdad. Te toca un poquito el hombro o te da un abrazo. Y Jesucristo ya es un título. Sí, claro, lo es. Es el Cristo. Es el ungido. Ya sabemos que Jesús de Nazaret es perfecto Dios y perfecto hombre. Pero me gusta sobre todo la cercanía del hombre", añade el presentador.

Precisamente, Gálvez, habla de la exitosa serie The Chosen, sobre la vida de los discípulos de Jesús. "¡Es una maravilla! Es verdad que, desde el punto de vista de la documentación, tiene fallos. Por ejemplo, para mi novela, en los primeros bocetos escribí que, entre el niño Jacob y Jesús, este le guiña un ojo en un gesto de complicidad. Pero después consulté con especialistas del mundo judío, del mundo cristiano y del mundo romano y me explicaron que el guiño era solo un código militar; no existía como gesto de complicidad".

'The Chosen' y un fraile franciscano

"'The Chosen' tiene ciertas, digamos, licencias que nos permiten acercar mucho más la figura de Jesús al siglo XXI. Pero creo que el trabajo de divulgación es espectacular y que se está acercando la figura de Jesús a mucha gente que, quizás por miedo o por desconocimiento, no se lanza a leer la Biblia y prefiere algo mucho más visual, mucho más fresco, mucho más impactante desde el punto de vista de la imagen o de la comunicación visual. Han hecho un gran trabajo", asegura.

Sobre quién es Jesús para él, Gálvez destaca sus enseñanzas. "Pues es una figura cercana. Es una fuente de inspiración. Es alguien que lo dio todo casi por nada. Alguien que nos enseñó que el cortoplacismo no funciona, que el propósito está más allá de nuestras expectativas. Que el propósito de lo que queremos conseguir en la vida no solo está en nuestras manos, sino que depende de todos los que nos rodean. De que todos juegan un papel fundamental, en mayor o menor medida, en las acciones y las decisiones que tomamos".

"Es decir, Judas era necesario en el propósito de Abba —como diría Jesús—. Jesús ya vaticinó hasta en tres ocasiones lo que le iba a pasar. Pero Judas tenía que ser, tenía que existir. O el rol de la Virgen María y de su acto misericordioso de entrega, de entregar lo que más amas para la consecución de un propósito que, posiblemente, ellos en su tiempo no llegarían a ver".

A la hora de reconocerse creyente, el presentador enumera los pasos que se dieron en su vida hasta llegar aquí. "Me suelen decir que ser creyente hoy en día es un acto revolucionario. Ahora, el hecho de que yo hable de fe, cuando no está de moda la fe, es porque yo me considero feliz, y esa felicidad me ha llegado a través del amor, y el amor me ha llegado a través de la fe en el amor, y la fe en el amor me ha llevado a recuperar una fe casi, casi perdida".

"Ninguno de nosotros somos perfectos hombres. Somos hombres, sin más. Nos podemos permitir esas pequeñas dudas en Getsemaní y al final darte cuenta de que la duda es humana, de que las crisis de fe son humanas, son pertinentes y a veces incluso son hasta necesarias. Y que al final, independiente de las crisis de fe, cuando la recuperas, te das cuenta de que con quien más cómodo estás es con los tuyos".

"Yo, que no soy de etiquetas, sí te diría que soy creyente, que soy practicante. Sí que soy católico, claro, y sí creo en Dios. Sí, claro", afirma.

Tanto para escribir el libro como en su propio camino de fe, a Gálvez le ayudó un franciscano. "Tuve la fortuna de ir con mi mujer al Jordán. Mi guía era maravilloso, supererudito. Él era judío. Pero llamó al franciscano español que estaba en Jerusalén, y nos lo presentó. A la vuelta mantuve el contacto con él y, de hecho, hace poco presenté el libro en Madrid y estuvo presente. Ha sido el que se ha encargado de supervisar la parte cristiana de la novela. Él es el que me enseñó que, incluso en los momentos de crisis de fe —que ellos también las tienen— al final te das cuenta de que estás mucho más cómodo con los tuyos".

Durante el viaje de la pareja a Tierra Santa. 

"Ha habido un cambio en absolutamente todo. Yo siempre estuve en la búsqueda de un propósito en la vida, y creo que el mío era la paternidad. Por diferentes motivos, no llegué a ser padre hasta que conocí a mi mujer. Ella tenía dos peques y quería volver a ser madre. Nos enamoramos, hicimos match enseguida y hemos sido papás. Entonces, la consecución de mi propósito ya está. Es decir, yo hoy en día soy un cristiano pleno. Me siento pleno en su total plenitud. Por lo tanto, soy un hombre feliz", comenta.

"Hoy en día, si por ese cambio de fe, me aplauden —no hay motivo para eso tampoco—, pues bien. Pero no pretendo montar ninguna revolución; pretendo ser yo. Y es que eso ya es mucho: ser independiente del qué dirán. Que me critican por creer, pues vale. Yo siempre digo que si ni el chocolate ni Jesús de Nazaret han conseguido unificar la opinión de todos, tampoco lo voy a conseguir yo. Así que no pasa nada", concluye el presentador.

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