Giovanni Scalese es sacerdote barnabita, de los Clérigos Regulares de San Pablo y hasta su evacuación el pasado X, ha sido el último sacerdote con un apostolado activo en Afganistán, donde ha dirigido la misión católica sui iuris. Entrevistado por Trece en el programa "Perseguidos pero no olvidados" de Ayuda a la Iglesia Necesitada, ha narrado su salida del estado en poder de los talibanes, en un episodio que ha definido como milagroso. 

-¿Cuéntenos P. Scalese, cómo fueron los últimos días en Afganistán?

—Los últimos días en Kabul no fueron sencillos, no porque hubiera enormes peligros, sino porque estábamos a la espera de poder salir del país y no sabíamos cuándo podríamos hacerlo. Por lo que fue una espera bastante desconcertante. Más de una vez nos llamaron para salir en ese mismo momento, pero al final la operación se canceló. Esto nos provocaba bastante estrés, pero al final todo se resolvió bien, así que ya casi nos hemos olvidado de todo eso.

—Durante esos días el mundo entero rezó por Afganistán

—Sí, esos días experimenté de primera mano cómo de eficaz ha sido la oración, una oración unánime. Porque se rezaba por nosotros en todo el mundo y esa oración tuvo sus efectos, porque conseguimos salir sanos y salvos, sin ni un rasguño. Por eso animó a rezar por los afganos, porque realmente lo necesitan.

—¿La presencia cristiana oficial se vio totalmente eliminada con la vuelta del régimen talibán?

La presencia oficial ya no está, yo era el único sacerdote y las hermanas se fueron.

—¿Ahora tienen un gran trabajo por delante con los refugiados afganos en Italia y en el resto de Europa, no es así?

—Los afganos que están en Italia eran colaboradores del gobierno y de las instituciones italianas. En general no eran familias acomodadas, pero sí tenían un trabajo y una cierta cultura. Por lo que se, se han distribuido ya por todo el país. Los que yo conozco están bien instalados, y organizaciones del gobierno italiano les asisten.

Las monjas fueron acogidas en una casa de su comunidad, fui a verlas la semana pasada y están bien. Ellas continuarán haciendo el mismo trabajo que hacían, aunque ya no podrán ayudar a las más de 300 familias que atendían en Kabul.

—¿Volverá el cristianismo a Afganistán?

—Creo que una vez que la situación se haya estabilizado y si las condiciones son las adecuadas la misión podrá reabrirse y las hermanas también reanudarán sus actividades. Dijeron que necesitarán el aporte de las ONGs para reconstruir el país, y también de las ONGs católicas que están haciendo su aporte, cada decisión en este campo no me compete directamente a mí sino a la santa sede para esta recuperación.

Yo estoy disponible para volver, sin duda. No me importaría nada volver en una situación de mayor seguridad que la actual, cosa que no se ha dado en los últimos 7 años que he estado en Afganistán. Soy consciente de que mi acción allí tendrá siempre límites, pero si hay más seguridad podría moverme con más facilidad, porque mi actividad estuvo muy limitada por motivos de seguridad.