El ex primer ministro francés Édouard Philippe ocupó el Palacio de Matignon entre 2017 y 2020 por designación de Emmanuel Macron y fue perdiendo popularidad a la par que el presidente de la República, enfrentado a dos crisis serias como la de los chalecos amarillos y las medidas contra el covid.
Actualmente es el alcalde del Havre, segunda ciudad portuaria de Francia tras Marsella, cargo que ya había desempeñado durante siete años antes de acompañar al líder de En Marche en su primer gobierno.
¿En la carrera presidencial?
Veterano y típico producto de la política gala, diplomado de la ENA (Escuela Nacional de Administración), Philippe dio sus primeros pasos junto al socialista Michel Rocard y fue girando progresivamente a la derecha, primero apoyando a Alain Juppé y luego a François Fillon, hasta recalar en el personalista proyecto de Macron.
Recientemente, Tugdual Denis, director adjunto de Valeurs Actuelles (que se autodefine como "la revista de la derecha que no se avergüenza de serlo"), ha publicado La verdad sobre Édouard Philippe, un libro basado en largas conversaciones con él y que muy bien podría ser un primer paso para su posible carrera al Palacio del Elíseo en 2022.
"Pienso en mi muerte"
Philippe siempre se ha proclamado ateo. Sin embargo, Famille Chrétienne recoge algunas de las ideas sobre la religión y la Iglesia que expresa en el libro y que muestran una especial sensibilidad hacia la idea de eternidad.
"Creo que en el corazón de la humanidad hay una noción de absoluto y de eternidad", dice, aunque entienda que esas nociones tienen su origen en el hombre, y no en una realidad sobrenatural. "No creo en Dios, aunque tal vez eso llegue algún día", sorprende. Y confiesa: "Por eso me gusta ir a las iglesias. Por eso me gusta lo sagrado".
"No me siento a disgusto en misa. Cuando voy, como en la Fiesta del Mar en el Havre, o en funerales o bodas, escucho lo que se me dice. Algunos sacerdotes son emocionantes, otros sermones no tienen ningún interés. En general, durante las misas pienso en los muertos. Y a veces, en mi propia muerte. Lo único que me angustia es morir después que mis hijos", dice Philippe, de 50 años, casado y padre de tres.
Frivolidad litúrgica
Preguntado por Tugdual Denis, Philippe niega ser anticlerical: "En el Havre tengo relaciones muy respetuosas con el obispo. No soy anticlerical en absoluto, pero tampoco estoy arrobado de admiración ante lo que el clero ha hecho de la Iglesia católica. Creo que el nivel del clero francés, globalmente, ha bajado".
Y añade: "Creo que desde hace algunos años hay una especie de frivolidad litúrgica. Y eso me choca. Nunca he entendido la guitarra en la misa. Para mí lo sagrado debe ser o muy sobrio, como la desnudez que se encuentra en los monasterios, o muy pomposo".